El Linaje de Lissie Lorens

10. Por mi familia, todo

Publicado: 24 de octubre de 2018

Gracias por todo el apoyo. Espero que la novela les este gustando. Besos fantasmas.

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Esteban se sintió como la mierda al comprobar lo que había hecho. Fue un imbécil al creer que podía hacer que Isabel le quisiera.

Saber sobre ese beso fue un golpe muy bajo en su estómago. Sabía que Mathias jamás engañaría a su hermana. Le dolía saber que había sido un juguete. Que imbécil había sido, muy estúpido. Su hermana había sido víctima de su enojo y ella había revelado una información que no se alejaba de sus pensamientos. ¿Qué tan cierto podía ser que él decidiera quitarse la vida por culpa de una persona? No era tan imbécil.

—Esteban, estas muy serio. ¿Dónde está el chico de las bromas? —preguntó la chica, dándole un beso en su barbilla.

—Angie, no estoy de humor para repetir. ¿Dónde está tu baño? —preguntó mientras con ambas manos la ponía a un lado de la cama, alejándola con cuidado. Ella lejos de sentirse ofendida sonrió y se acercó hasta él en la cama.

—Al final del pasillo a mano izquierda. ¿Realmente así piensas tratarme, Esteban? ¿Cómo una simple chica con la que cogiste en la noche y nada más?

Él se levantó y comenzó a buscar su ropa. Angie se acostó en su cama y lo vio ir y venir con total libertad por su apartamento.

—Tú seguirás siendo la secretaria de Joaquín y yo seguiré siendo el vicepresidente de la compañía. Eso es todo.

—Eres un chico con estereotipos, entiendo. No es que esperara mucho sobre esto.

Esteban se giró para tener una visión completa de la rubia.

—Angie, estas muy equivocada con eso. No soy el tipo que cree que salir con alguien por debajo de mi trabajo sea un pecado o un error. No todas las mujeres están interesadas en el dinero o el poder que les da un hombre con título.

—Es solo que no me agrada ser la chica de una sola noche. Cuando nos encontramos y me llamaste, supongo que ya me veía venir lo que me esperaba. Lo que sucedió fue porque quise y porque sabía que al terminar las cosas serían así —dijo señalándolos. Esteban se sintió terrible.

Había sido un impulso que tuvo al querer olvidar lo que había sucedido entre Isabel y Mathias. Luego quiso olvidar el trato que le dio a su hermana que no se merecía. Para rematar su hermana le dijo una verdad que no se esperaba. Su frustración había crecido y encontrarse con Angie, la guapa curvilínea secretaria de Joaquín hizo que toda su mente se desconectara. Sabía que ella estaba muy interesada en él y no dudo en aprovechar el momento. Ahora ella tenía razón. No se sentía bien ser utilizado solo para pasar el rato. Dejó la ropa caer de nuevo y se giró, Angie tenía sus ojos cerrados y se había acostado de lado.

Dio media vuelta a la cama y volvió a subirse. La tomó por las piernas y ella pegó un pequeño grito mientras él la obligaba a sentarse en sus faldas. Angie le rodeo el cuello y le sonrió de lado.

—Ahora que te sucede —dijo sin que sonara como un reclamo. Él acerco su nariz hasta su cuello oliéndola.

—Hueles muy bien, ¿tienes que llegar temprano al trabajo? —ella rio mientras negaba con una sonrisa y lo rodeaba con sus piernas.

—Creo que tengo mucho tiempo para dar —él busco su boca y comenzó a besarla con desespero. Angie se pegó más a él y dejó que Esteban tuviera libre acceso a su boca y a su cuerpo.

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Esteban llegó a su oficina y se dejó caer en la silla agotado. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y su frustración cada vez crecía más. Después de nuevamente haberse acostado con Angie y ambos haberse dado mutuo placer acordaron en que no se volvería a repetir y que lo que sucedió no afectaría el labor en el trabajo de ninguno. Esteban sabía que Angie ya había saciado su curiosidad respecto al él.

Ese interés nunca fue verdaderamente importante. Ella tuvo sexo con su platónico y se sintió bien. Reconoció que no es algo que quisiera repetir debido a que no está acostumbrada a simplemente tener sexo por que sí. Esteban no estaba dispuesto a olvidar a la persona que le gusta. Y ella no sería un plato de segunda mesa.

Eso hizo sentirse a Esteban un poco más lamentable. Porque ella no estaba acostumbrada al sexo sin comprimo y sin embargo cuando estuvo con él supo que no había una oferta de relación. La puerta se abrió y su secretaria entró con una pequeña sonrisa mientras le traía una bolsa. Esteban sonrió de lado.

—Gracias Katia, no era obligatorio que hicieras esto —Katia negó.

—Entre mis deberes esta que mi jefe luzca presentable en su lugar de trabajo.

—Supongo que parezco un vagabundo —bromeo.

—No, luces como una persona que ha tenido sexo en casa de una persona desconocida y no tuvo tiempo de llegar a su casa. Pero descuida, eso no tiene por qué saberlo nadie.

Esteban comenzó a reír. Katia es una mujer de casi cuarenta y cinco años que trabajo para su padre como secretaria. Luego acepto trabajar para él y conoce la empresa a la perfección. Su hija menor tuvo una especie de enamoramiento hacia él. Pero luego la chica se mudó del país al cumplir catorce años y no volvió a saber de ella.

—¿A caso eres adivina como mi hermana?

Katia rio y negó.




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