Connie🌷
Julio 2, 2019.
La enorme sonrisa que esboza Berit mientras abraza a algunas chicas que han salido al gran jardín para despedirla, provoca que un nudo se forme en mi garganta, pero también me anima a verle el lado bueno a su inesperada y dolorosa partida del orfanato.
Luce emocionada, llena de expectativas y también se le ve ansiosa por la nueva vida que le espera fuera de aquí. Sus ojos delatan un brillo más vivo, uno que antes no había visto y que ilumina a todo su rostro con ilusión. Esa sonrisa también es nueva y me asegura que esto es lo mejor que le ha podido pasar a la chica que ha sido mi mejor compañía por tantos años. Es por eso que me siento por una parte tan devastada...
No puedo hacerme a la idea de que voy tener que separarme de ella. De quien ha sido cómo mi hermana y lo más cercano a una familia. Es mi familia, la única que tengo...
No quiero perderla, daría lo que fuera para mantenerla a mi lado para siempre, pues ella es lo único que tengo... pero no puedo ser tan egoísta. El sólo pensamiento me muestra cómo tal. Esto es una oportunidad que no puede dejar pasar y yo tampoco puedo permitir que la pierda.
Es lo mejor...
Trato de convencerme a mí misma de ello, inspirándome también con su sonrisa, de que esto es algo por lo que debería estar celebrando en este momento en lugar de estar llorando cómo una tonta ridícula. Ella estará en un hogar al fin, ella tendrá la oportunidad de vivir una vida normal, ella tendrá todo eso que muchas de nosotras deseamos tener y que ahora sólo nos podemos conformar con soñar. Ella... estará bien y será feliz al lado de personas a quienes le interesa. Es lo único que importa. Su felicidad y esta hermosa oportunidad para realizar su vida lejos de estos muros de concreto.
No puedo seguir llorando así, no cuando sé que ella va a estar bien. Quiero ir a celebrarlo con ella y decirle cuán feliz también me hace sentir esta noticia, pero la tristeza y el hecho de que estoy a punto de separarme de ella... no me dejan mantener mis sentimientos a la raya.
Berit se merece esto, ha soñado tanto con ello, como yo y las demás lo hemos hecho. Ha sufrido en silencio, ha pasado por tanto, pero sobre todo ha sido valiente y ha sabido ser paciente en la espera de un cambio en su vida. Al fin ha llegado. Su espera y su fé valieron la pena después de todo, porque el que haya sido adoptada por personas tan geniales cómo la señora Fothem y su esposo, ha sido un verdadero milagro que solo ella ha tenido la bendición de disfrutar y que, por supuesto, también merece.
Me siento en deuda con ella por todo lo que me ha enseñado a lo largo de este tiempo que hemos convivido, por todas las fuerzas que me ha dado para seguir siendo paciente cómo ella. Ha sido mi guía en mis andares oscuros por la depresión que me llegaba de vez en cuando, cuándo me molestaba en pensar en mi familia biológica y en la razón por la que me dejaron. Fue mi diario de secretos y sueños cuando mis lamentos necesitaban ser escuchados. Fue mi hombro para llorar y también fueron oídos atentos. Pero, sobre todo, ha sido la que me ayudó a conocer el verdadero significado de una familia y también la que me hizo darme cuenta de que yo ya tenía una en este orfanato.
Ella, Marín, Connor, el señor Friedman y hasta Ducke... lo son.
Me ayudó a ser valiente ante la soledad y a no avergonzarme de mis ilusiones y luchar por mis sueños, cueste lo que cueste. Siempre me ha dicho que las personas soñadoras son aquellas que descubren la felicidad fácilmente, talvez tenga razón y el hecho de que ella confíe en eso y no se burle cómo otros lo suelen hacer me hace sentir más fuerte y entusiasmada, porque sé que ella me apoya, hasta en mis más locos anhelos. Es una increíble cómplice. Necesitaré tanto sus consejos cuando esté en esos constantes ir y venir. No sé lo que haré, sus palabras siempre eran suficientes, sólo me quedará aferrarlas a mí cómo recuerdos. Ella siempre lograba animarme, ella era mi mejor y única compañía.
Voy a extrañarla tanto...
Mis ojos no dejan de ser opacados por las lágrimas invocadas por todos esos sentimientos encontrados que hacen una caótica guerra dentro de mí en este momento, y en donde estoy frente a la escena de mi mejor amiga despidiéndose de todas mis demás compañeras. Entre todo ese revoltoso mar de sentimientos tortuosos, la tristeza y una sensación de pérdida es lo que logro sentir con más fuerza e intensidad, provocando una insoportable opresión en mi pecho y que más lágrimas se acumulen dentro de mis ojos, hasta ser derramadas sin cesar, bañando de líquido salado a mis pálidas mejillas.
El día se presume con gran belleza y optimismo gracias a la mágica luz del sol que resalta por todos los rincones del jardín principal del instituto religioso en donde vivo. El canto reconfortante y alegre de los pajarillos que se ocultan en el refugio de las copas de los robles, insiste en convencerme de que es un día de gozo y que debo dejar la dramatización a un lado, pero aún no puedo evitar sentirme cómo si estuviese cayendo a un agujero profundo.
No me interesa que las demás me vean así ahora. Sé que debo lucir ridícula y seguramente cómo una niña pequeña, pero no puedo evitarlo, no con ellas, porque ya han visto demasiado antes y mucho menos hay orgullo que quiera reprimirme. Siempre he demostrado cuánto significa Berit para mí, nunca he tenido problemas para hacerlo.
Las chicas dicen que no parezco la típica alemana reservada, y entiendo un poco el porqué se sorprenden. Suelo ser muy melosa aveces, creo que más de lo necesario, pero no puedo evitarlo con las personas que me importan y ahora no veo algún porqué para cambiarlo. Además... varias de ellas también están llorando y con eso corroboro que compartimos el mismo pesar. No me extraña, Berit se ha ganado la amistad de casi todo el orfanato con su vibrante personalidad, tan llena de vida y luz... que tanta falta le hace a este enorme recinto gris, lleno de historias trágicas sin contar. Cómplice de mucho llanto y dolor. Berit lograba hacerles el día a cualquiera de nosotras con sólo una sonrisa amable. La vamos a necesitar tanto.