Oscuro paraíso (la oscuridad del angel)

CAPITULO 36

Enero 15, 2020.
 


 

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El dolor y la desesperación se hacen presente en forma de gritos y de lamentos desgarradores. Piel blanca ya manchada de hematomas, sangre seca y suciedad se iba quebrantando en el recorrido, este brusco y violento, pero a eso no le daban importancia los enemigos encapuchados. Los muy sinvergüenzas seguían su recorrido con tal normalidad, que a cualquiera le haría hervir la sangre y más al ver a la pobre criatura que llevaban con ellos a rastras.

Connie no dejaba de suplicar, de llorar y de rogarles ya con voz débil para que se detuvieran, para que le dieran una última oportunidad de explicarse, pues ya temía lo peor para ella. Sin embargo, estos crueles e indiferentes, continuaron sin ni siquiera dedicarle una mirada. Esto sólo llenaba más a Connie de desesperación e impotencia, pues parecía que no habría nada que se pudiera hacer para salvarse.

<<¿Qué van a hacerme ahora? ¿Qué esperan conseguir de mí esta vez? Sea lo que sea... mi cuerpo está muy débil, no creo poder seguir soportando más de este infierno.>>

Ella temía y no dejaba de preguntarse cuál era el rumbo de sus intenciones, ¿habrían cambiado? ¿Belia y los demás planeaban deshacerse de ella? No lo sabía con seguridad, pero le asustaba sacar cualquier conclusión. Sólo de algo estaba segura, y era... de que todo estaba por terminar para ella, pues ya no podía más, su cuerpo se encontraba en pésimas condiciones, sus energías casi extintas al igual que sus esperanzas por liberarse de aquel infierno al cual había sido condenada por terceros.

<<No...

No puedo morir, aún no.

No puedo permitir que este maldito se salga con la suya. No puedo permitir que esto vuelva a ocurrir.

Yo no soy Lamia, no más...

No puedo cometer los mismos errores que ella, no puedo sacrificar a más inocentes, ¡no!>>

Lágrimas de impotencia empezaban a salir a mares de ella, pues aunque su corazón, aún determinado en buscar alguna solución que evitase tal caos que tenía planeado Belia con los humanos, se sentía débil, adolorido. Sabía que ya no podría resistir más tortura, sabía que ya estaba dando su última batalla. No quería rendirse, pero todo su ser, ya consumido por el cansancio, la estaba obligando a hacerlo. Sólo un milagro podía salvarle la vida, pues esta ya estaba a punto de apagarse.

Belia y Christopher debían darse prisa con ella... o sería la muerte la que al final se quedaría con su último aliento.

<<No...

¡Resiste, resiste! ¡Tienes que hacerlo! ¡Tienes que evitar de alguna manera que él no te toque, ni a ese supuesto poder o todo el mundo le pertenecerá!

No dejes que avance.

No lo hagas, no>>

Ella, haciendo a un lado su dolor físico, y animada por la voz de su coraje, intentaba de todo para que fuese soltada por aquellos custodios. Estos, al ver su repentina lucha, se impresionan y tratan de controlarla, pero esta no cede a ser sometida. No. Ahora es ella la que ha empezado a ser violenta, sin embargo esto de inmediato le trae consecuencias, pues con tanto ajetreo de su cuerpo, su fuerza comienza a flaquear y, de pronto, se ve envuelta por una nube abrumadora de sombras y sonidos que la aturden y que la dejan desconectada del aquí.

<<¡No te desmayes! ¡Por favor no te desmayes!>>

Empezaba a preocuparse, pues no le convenía en ese momento  perder la conciencia. Debía resistir, pues para lo que seguía tenía que estar completamente a la defensiva. Debía, de alguna manera, ser fuerte de nuevo, porque ahí estaba sola, porque ahí, en medio de esa oscuridad tenebrosa, tenía que tomar valor para salvarse a ella misma. No había angel, héroe o humano que pudiera hacerla recobrar un poco de esperanza... porque sólo era trabajo de ella preservar en ese momento, porque sólo ella sabía cómo.

Ahora, su coraje, la rabia sentía por saber lo que ese demonio tenía planeado para personas inocentes cómo alguna vez lo fue ella y sus queridas hermanas Marín, Chay, y Selen, era lo que la estaba motivando, era lo que le decía que debía hacer aunque sea un mínimo intento.

<<No puedo dejar que esto pase.

No puedo dejar que las muertes de mis hermanas sean en vano... o al final me convertiré en un monstruo cómo ellos por el sólo hecho de permitirlo.

No puedo ser cómo Lamia, no.

No de nuevo.>>

Su determinación la estaba llevando a sus límites, su lucha, aunque salvaje y valiente, la estaba envolviendo en más dolor y cansancio. Sólo estaba logrando desgastarse.

—¡Basta ahora, maldita mocosa!

—¡Detengala! ¡Vamos!

Una voz siniestra y severa emerge de la multitud de Oscuros que ahora trataban de someter a la pequeña y débil niña de cabello negro, este ya tieso y opaco por tal lamentable descuido. Sin embargo ella, siendo consciente de lo deplorable y desesperanzadora que se mostraba la situación que la envolvía y que era cuestión de tiempo para que lo que sea que estuviese pensado su voluntad se apagara... continuaba peleando, porque sentía que era la hora para darlo todo, porque sentía que estaba al borde de su perdición.

Tenía que pelear, aunque eso le quitara su último aliento.

Era lo único que le quedaba.

¡N-no! ¡Suéltenme! ¡Déjenme!

De pronto deja de rogar por un milagro, de pronto deja de pensar en ese ser poderoso y divino del cual siempre le hablaron. Sabía que esa lucha sólo le correspondía a ella, al fin se había dado cuenta que esto sólo le correspondía a ella y ahora trataba de hacer todo lo que estaba en sus manos para evitar que su infierno también se convierta en el de alguien más.




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