Jacob
Era de noche, todo estaba muy oscuro. Mamá estaba en lo suyo con Travis que era un bebé en ese entonces, mi hermana y yo estábamos en el bosque de Long Island, jugábamos a las escondidas en el lugar, reíamos no veíamos el peligro de las cosas, mucho menos el día. Era una noche de luna llena pero la luna estaba roja.
Teníamos trece años, solo queríamos ser niños por momento, pero al actuar como niños nos llevamos sorpresas de mal gusto a veces.
— Suerte si me piensas encontrarme, idiota. – Dice mi hermana.
Nunca cambio su actitud y su tono de voz, por eso ella es la mejor.
— Quieres que te patee el trasero, así será. No tendré piedad. – Le digo con humor.
— No te dije que tuvieras piedad sobre mí. – Responde en su defensa para luego irse a esconder.
Casi no se podía ver lo que había en el bosque, aun así, jugamos. No sé qué nos pasaba por la cabeza, ese día de luna roja mientras buscaba a mi hermana como parte del juego escuché como una rama se rompió, me di la vuelta, pero no había nada luego escuché los gritos de mi hermana.
Sentí un balde de agua fría al oírla.
Corro como nunca antes lo había hecho, al llegar a ella veo una figura femenina oscura que al verme se le dibuja una sonrisa.
— Hola sobrino. – Dice con un sarcasmo y frialdad.
Sus ojos eran rojos y su cuerpo era oscuro, pero se podía ver ciertas partes de un rojo como la lava de un volcán. Intente proteger e incluso defender mi hermana cuando me abalance sobre la figura, pero era inútil era más fuerte que yo tanto así que me mando al otro lado dejándome débil. Estando en el suelo sentí como se rompía algo dentro de mi hermana.
La figura susurraba unas palabras y se dibujaba una estrella satánica alrededor de ella y mi hermana, había gritos de horror ese día, la figura se disolvía, pero se metía en la boca de mi hermana hasta que ya no hubiera nada. Los susurros se detienen, el fuego se apaga y la estrella desaparece, solo había silencio y mi hermana en el suelo inconsciente.
Agarro fuerzas para levantarme, tomo el cuerpo de mi hermana para cargarla no quería que le pasara algo más ya que estaba lloviendo, lloraba en el camino porque no sentía su pulso, no despertaba.
— Vamos, D. Despierta – Le decía como un niño llorando.
Llegué lo más rápido que pude a la cabaña donde nosotros vivíamos, porque así era. Vivíamos dentro del bosque, cuando llegue mamá estaba recobrando la conciencia, sus ojos se abrieron al verme con mi hermana en mis brazos.
Travis se encuentra dormido en su cuna, mamá canalizaba mi poder para poder salvar a D. El miedo invadía cada parte de mí, no quería perder a mi compañera de travesuras y aventuras.
Podía ver el sudor en el cabello rubio de mamá mientras susurra hechizos, pero en sus ojos en vez de salir lágrimas lo que sale es sangre sobre todo al tacto que hace con el cuerpo de mi hermana.
¿Qué está pasando?
Estoy tan confundido, que ni sé que está pasando realmente.
En eso mi hermana despierta pero sus ojos cafés pasan a uno negro, el rostro de mamá no ayuda tampoco, pero al rato los ojos de mi hermana pasan de negro a rojo sangre y observa a mamá.
— ¿Qué paso, cariño? ¿Me extrañaste? – Pregunta en un tono muy oscuro y sé que no es mi hermana.
— ¿Qué está pasando, mamá? – Le pregunto a la rubia quien está pálida.
Luego escuché el llanto de mi hermano, los ojos azules de Travis estaban rojos de estar llorando.
Mi mirada va hacia mi hermana, aunque sé que no es ella.
— Dile, Victoria. Estoy de vuelta. – Dice la voz que sale de mi hermana en un tono burlista hasta que después se desvanece y cae inconsciente al suelo.
El papá de Travis se acerca a él y lo toma en sus brazos para calmarlo, yo tomo a mi hermana con lágrimas en mis ojos.
— ¿Quién está de vuelta? – Le pregunto a mamá.
— No es nada... - Responde intentando de no preocuparme.
— ¿¡Quién es de vuelta!? ¡Es la vida de mi hermana de la que hablamos! – Le pregunto en gritos, estaba tan preocupado y frustrado que solo quería la verdad para salvar a mi hermana.
A mamá le salen lágrimas, nunca antes le había gritado hasta ese día.
— Es tu abuela. – Responde por fin.
☾.
Le dije a Sheri que le contraria muchas cosas en su momento, sé que esta dolida porque piensa que desconfío de ella, aunque no es así. Guardamos todo en la cajuela del auto para subirnos, mamá y papá están ocupados en sus trabajos por lo que llegaran tarde a casa sin embargo les dejamos una nota. Nos subimos en el Chevrolet Cruze rojo de Travis, él y su chica al frente mientras que mi hermana, mi chica y yo vamos en la parte de atrás; Sheri intenta entrar para agarrar campo, pero yo la detengo agarrándola de la cintura para luego entrar al auto y colocarla a ella en mis regazos.
— Huele a perro en celo. – Comenta mi hermana a la par.
Escucho a mi hermano reírse, pero al ver mi rostro hace como si estuviera tosiendo, pero para mi hermana esto es diversión.
— Ambos son tan patéticos, pobre chicas. Las sacare algún lado cuando lleguemos al lugar. – Dice D.
— Sería interesante. – Admite Sheri.
— ¿Por qué no? Me gusta la idea. – Dice Adelaide.
Si las chicas salen ¿Por qué los chicos no? Ya pensare en algo con mi hermano, pero no debería ahora ya que nuestra prioridad es saber lo de la casa para actuar.
El rubio enciende el motor y nos saca de aquí.
— ¿En dónde vamos exactamente? – Pregunta Sheri.
— Vamos a New Haven. – Responde Travis.
— ¿Cuánto tiempo vamos a estar sentados? No quiero que mi trasero se ponga tieso por su culpa. – Cuestiona mi hermana.
— Según wase son dos horas con quince minutos, si no estamos parando por cierta pelinegra que no quiere tener su trasero quieto. – Responde mi hermano irritado para ver a mi hermana atreves del retrovisor.