Hola, soy Chloe. Chloe Cliffmann... O al menos ese es el apellido de la familia que me adoptó. Los Cliffmann somos fuertes, somos líderes por naturaleza y es que crecí con ellos así que soy una más y no sólo la adoptada; aunque cabe reconocer que que Rosalie y Roger (Los señores Cliffmann) tienen una clara preferencia por Seth Cliffmann, mi "hermano" y mejor amigo.
-Chloe y Seth, vamos a salir por una semana, eviten montar fiestas en la mansión y si lo hacen llamen a los de limpieza, no quiero desastres cuando volvamos.- Dijo mamá con esa típica voz melódica, suave y juguetona suya- Su padre les dejó mil dólares sobre la mesa del comedor.- Si, ésta es la familia Cliffmann, la de los dueños de la más grande empresa de electrodomésticos modernos del mundo y si, somos multimillonarios.
A veces odio el dinero y sólo deseo ser sencilla, pero es difícil cuando no eres normal y vas a una escuela carísima a la que sólo van los hijos de celebridades y dueños de importantes compañías.
-Tranquila mamá, yo vigilo que Chloe se comporte y no monte lujosas fiestas de piscina- gritó mi hermano Seth que se encontraba junto a mi en su inmensa habitación en el segundo piso de la mansión.- Pediremos pizza y veremos películas hasta que nos duelan la cabeza y el estómago y tengas que correr a vomitar- Me dijo medio segundo después volviendose hacia mi con esa cara pícara que ponía cada vez en que planificabamos algo que acabaría en desastre.
-Tu fuiste quien vomitó la última vez, cuando mezclamos helado, yogurt, leche, crema batida, gaseosa, galletas, jamón, queso y creo que un poco que ketchup...- Dije recordando y enumerando los diversos ingredientes de esa asquerosa mezcla... Siempre que Seth y yo nos quedábamos solos en la mansión, montábamos alguna fiesta sólo entre nosotros o hacíamos locuras y comíamos hasta no dar más y la última vez, exageramos un poquito mucho con la mezcla... Seth vomitó los siguientes cuatro días y yo tuve que cuidarlo día y noche ya que Darlin, la encargada de limpieza y enfermera improvisada, se hallaba de vacaciones.
-¡Cuidense y no vomiten durante más de cuatro días!- Gritó Roger entre risas.- Darlin no podrá venir a cuidarlos ya que su hijo está en el hospital y ella no quiere dejarlo sólo por más de tres minutos.- Pero tanto Seth como yo sabíamos que la historia era falsa ya que habíamos vigilado cada paso de Darlin durante dos semanas y vimos que después de dar una vuelta a la mansión y ver que todo estaba en orden, se iba hacia un café cercano y hablaba durante horas y horas con Tania, su mejor amiga que había llegado de un viaje a Perú y tenía mucho que platicarle.
-Si, esta vez evitaré ponerle mucho ketchup a nuestras mezclas raras. ¡Que les vaya bien en su viaje!- Les grité a modo de despedida.
-¡Adiós!- gritó también mi hermano.
Pero Rose y Roger no se despidieron, sino que simplemente se fueron dando un fuerte portazo tras si. Y entonces empezó el verdadero momento de relajación, al fin podría hablar tranquilamente con mi amigo y contarle como seguían avanzando mis problemas.- Ok, ahora dime que tal vas con el control de tus poder... Tu don- Dijo corrigiendose rápidamente al recordar que yo odiaba que usara la palabras "poderes".
-Pues, no he avanzado mucho, necesito saber más de ellos para entenderlos y controlarlos. Intenté averiguar en Internet, pero no aparece nada, se está volviendo muy frustrante. Dentro de una semana cumplo dieciocho y con eso se cumplen cuatro años desde que descubrí mi maldición.- Si, para mi esto era una maldición ya que con Sólo pensar cosas podía hacer que ocurrieran o a veces con levantar una mano apuntando hacia algo, podía hacer que el objeto viniera hacia mi. Era extremadamente molesto, pero a Seth parecía encantarle y fascinarle mi maldición.- Pero... tuve una idea... peligrosa y difícil... aunque sé que no podré realizarla sola y necesitaré un poquito de tu ayuda...- volteó a mirarme alzando una ceja como preguntando ¿Sólo un poquito de mi ayuda?- Ok, necesito mucha ayuda y a un investigador privado.- Lancé sin más rodeos sabiendo que eso solamente me haría perder más tiempo.
-Los vas a buscar, ¿Cierto?, crees que ellos tienen algo que ver con tu magia- Dijo aún apoyado espalda con espalda contra mi.
Esa postura la adquirimos el primer día que nos vimos, cuando yo había escapado del orfanato por primera vez con sólo cinco años. Intenté huir de la ciudad, pero me perdí al llegar a un parque y sólo pude sentarme a los pies de un árbol a la espera de un milagro ya que nisiquiera sabía como volver. Y entonces pasó, al verme ovillada y llorando, un lindo niño de aproximadamente mi edad se acercó a mi para ver si estaba bien, lo miré y me encantó su cabello de colo café rojizo y sus fascinantes ojos verde claro, cuando vio que estaba llorando me dijo que me sentara, el hizo lo mismo apoyando su espalda en la mía y comenzamos una larga platica en que me contó que nos habíamos sentado así porque cuando él lloraba, no le gustaba que vieran su cara y supuso que a mi me pasaría igual. Un par de horas más tarde, su madre lo encontró y corrió hacia él hasta que me vio y no hizo falta más que unas simples palabras por parte de Seth para que mi vida se volviera fabulosa... "Adoptenla por favor, está sola y la tratan mal en el orfanato. Juro no volver a pedir nada si la adoptan".- Vas a buscar a tus verdaderos padres, ¿Cierto?- volvió a decir haciéndome regresar a la realidad.
-Si, yo... quiero saber... como son y... que es lo que hice para que no me... no me... quisieran.- terminé susurrando mientras una lágrima caía por mi mejilla. Evité llorar ya que me hacia sentir débil hacerlo, me hacia sentir como a la típica princesa que esperaba a su Príncipe azul en la torre y se dedicaba a bordar, cantar y alimentar aves todo el día. Odiaba sentirme así.
Bueno, lo odiaba hasta que Seth me abrazaba, si bien él no era un Príncipe azul, era mucho mejor que eso y me sentía tan segura y feliz entre sus brazos que no me importaba ser una frágil princesita mimada.
Deshizo su abrazo y me secó las lágrimas con el pulgar.- Oye, no hay nada que un pequeño monstruito como tú pudiera haber hecho para que no lo quisieran.- Dijo dedicándole una de sus brillantes sonrisas. Me sentía tan bien junto a él, que a veces me preguntaba que sería de mi si le pasaba algo algún día o si se aburría de mi y me dejaba sola. Pero luego recordaba la promesa que acompañaba a su nombre tatuado en la cara interna de mi muñeca izquierda "De día o de noche, con frío o calor, por siempre bajo tu abrigo, amigos sin condición" y sencillamente sabía que era una de esas promesas que ni la muerte puede romper.- aparte como dijo Franklin, un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo siempre será un hermano. No te voy a dejar y además encontraré a tus padres.- Y lo dijo con tanta decisión que supe que lo haría a cualquier precio.- pero...- Me asusté, nunca pasaban buenas cosas cuando había un "pero"- sólo si me prometes que no me vas a cambiar por ellos y que seguiremos siendo mejores amigos el resto de nuestras vidas.- Me quedé viéndolo directo a los ojos unos segundos sólo para levantar la manga de mi suéter y enseñarle el tatuaje con la promesa.
-Eso no va a cambiar... JAMÁS- Dije antes de abalanzarme sobre él para hacerle cosquillas.