Una sonrisa fascinante
Esta noche es muy distinta. Los cuatro sentados a la mesa con la comida servida están en completo silencio. Ema y Lissi en afán de levantar el ánimo prepararon el plato favorito de la familia, milanesas a la napolitana con puré. Después de quince minutos de que todos revolviesen la comida y nadie se dignara a cenar, Ema decide que es preferible dejarla para otro momento. Levanta los platos y junto con Tamara limpian todo. Se dan las buenas noches y se van a dormir.
Tamara no puede conciliar el sueño. Llora mucho, tanto, que sin darse cuenta se duerme. Se incorpora agitada y con la respiración entrecortada, como cuando se despierta de una pesadilla. Mira el reloj, las tres y cuarto de la madrugada. Sondea su pecho en busca de una pista. No, Lula aún vive. Oye sollozar a Lissi… nuevamente. Suspira y supone que es momento de devolver un poco de todo lo que su tía hizo por ella. Sin prender la luz, para no alertar a sus padres, se dirige a la habitación contigua y toca suavemente la puerta.
‒Tía… Soy yo, ¿puedo entrar? ‒susurró sin quitar los ojos de la puerta del dormitorio de sus padres.
‒Esperá un momento. ‒Lissi se refriega las lágrimas.‒ Pasá… ‒Tamara ingresa y cierra despacio la puerta.‒ Sentate ‒ordenó mientras señala su cama con el dedo índice de la mano derecha. Lissi prende el velador y dibuja una sonrisa forzada.‒ ¿Estás bien? ¿Querés hablar de Lula?
‒No ‒respondió Tamara en un tono conciliador y enérgico a la vez‒. Esta vez hablaremos de vos. ‒Lissi bufa resignada.‒
‒Veo que no puedo ocultarte mis sentimientos como tampoco puedes ocultarme los tuyos. ‒Tomándole las manos y desviando la mirada de su sobrina, confiesa.‒ No logro aceptar que no haya otro hombre ahí afuera que pueda reemplazarlo.
‒¿No me dijiste que si no es con tu Elegido es imposible tener una pareja estable? ‒Lissi asiente con un movimiento rítmico de su cabeza.
Tamara toma conciencia de que la tarea que se impuso es más ardua de lo que supuso. Le es difícil comportase como consejera amorosa. ¡Menos de un adulto! Y al no contar con experiencia es consciente que las posibilidades de éxito son ínfimas pero el amor por su tía todo lo puede. Incluso, meterse de sicóloga autodidacta. En su cabeza trata de armar una respuesta correcta. Recuerda lo que le dijeron sobre el famoso Elegido. Ese ser fuera de serie asignado para una única persona que colma todas sus expectativas y deseos. Algo imposible para el mundo real, no así para Alquimistas y Hechiceros. Luego de darle vueltas al asunto durante unos minutos, encuentra la solución. Y con los ojos vidriosos por la emoción y sin preámbulos expresa su hipótesis.
‒Soy la persona menos indicada para dar consejos amorosos…
‒Estoy totalmente de acuerdo ‒la interrumpió, irónica.
‒Supongo…‒Se calla creando un clima de suspendo y continúa poco después al ver la cara de ansiedad de su tía.‒ Que si él eligió mal, su pareja tampoco funcionó. Sólo funcionará si es con vos, ¿no? ‒Ante esa posibilidad el rostro de Lissi se ilumina.‒ ¿Nunca se te ocurrió pensar que tal vez te está buscando?
Esas palabras resultó la cura instantánea. Lissi llora nuevamente, pero esas lágrimas ya no son de desolación, denotan alegría, y sin medir las consecuencias de su arrebato, abraza a su sobrina bruscamente. Tamara se asusta pero se recompone rápidamente evitando un ataque de su parte. Lissi la suelta y Tamara le da un beso en la frente, le desea las buenas noches, apaga luz y se dirige a su cuarto en puntas de pie. Entra, cierra la puerta y se acuesta en su cama repasando la situación.
Su tía sufre desde que ella tiene uso de razón. Le parece injusto que padezca ese castigo por cometer un único error en su vida… no retener ese hombre a su lado. En su interior se desata una duda existencial.
¿Qué sucedería si a mí me pasara lo mismo? ‒se interrogó mentalmente.‒ ¿Podría aceptarlo?
Se obliga a desterrar ese pensamiento ya que el dolor insoportable que se aloja en medio de su pecho, se desparrama hacia el resto de su cuerpo y no le permite pensar en nada más. Apenas puede respirar antes de reponerse de semejante presagio. Hace un esfuerzo inconmensurable para no perder la razón. Aquello se debe a un solo motivo… Lula falleció.
Los cuatro se dirigen al velatorio. Iván cerró el negocio sólo por la mañana. Tamara realmente no quiere ir, no está segura de poder soportar tanta tristeza. En las últimas semanas se tornó más sensible a los sentimientos de los demás. Ingresan a la sala y observan gran cantidad de gente, incluso algunos clientes asiduos al negocio. Tamara se acerca al cajón donde yace Lula. Se sorprende de descubrir en su rostro una paz imposible de ignorar. Le acaricia la mejilla con el dorso de su mano derecha. Pepe se acerca a ella y le da un beso en la mejilla.
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Editado: 29.05.2018