–¿Y lo fue realmente?
–Por supuesto que sí. ¿Por qué habría de mentir en ello? Rodé por la escalera y casi me mato. De alguna forma impacté en el ojo, tal vez con mi propio puño o la baranda cuando resbalé. Fue lo que pasó, tan ridículo así cuan reluce, pero bien suena al cuento que cualquiera daría para encubrir algo peor ¿No le parece? Ella nunca se la creyó, a pesar de que fuera la verdad y siempre recuerda el episodio desde su perspectiva errónea, tomando un taxi hasta el hospital para que me atendieran los daños de la caída, el frío que hacía esa noche. Días después ya no se acordaba de ello, pero usted sabe que los traumas nunca desaparecen.
–Sí, es cierto eso. Lo que nos marca de niños será algo que nos acompañe toda la vida. ¿Qué le llevó a confesarle a Lucy sobre su verdadero origen?
Katty suelta un gemido de desprecio.
–He maldecido tanto ese día ¿Sabe? Fue cuando Lucy tenía catorce años. La madre de Peter había caído postrada en cama y fuimos a visitarla en el hospital donde la habían internado. Ya era muy mayor y sufría de trastorno senil, supongo que no fue su culpa. Murió poco después, una buena mujer al igual que su esposo, amaba a Lucy desde que nació. A su abuelo no llegó a conocerlo, tenía un año cuando murió. Así que fuimos a verla y cuando entramos, el estado en que estaba... –cubrió su boca, no quiso seguir –. En fin –prosiguió –, cuando Lucy la saludó ella la reconoció, pero estaba perdida de sentido, no lo sé. Le dijo: “Cada día te pareces más a tu papá, cariño; tienes los mismos ojos que mi Mike cuando era un muchacho. ¿Tú también tocas la guitarra? Porque él toca la guitarra, tiene una banda con sus amigos. Tienes que decirle que te enseñe, siempre toca y en muy bueno. Como me hubiera gustado que a Peter le gustara también la música como a tu papá. Hubieran hecho un lindo dueto. ¿No lo crees así? Katty, cielo, dile a tu esposo que venga a verme. No lo veo desde hace tanto. Dile que traiga la guitarra y toque para mí ¿Quieres?
Frank arqueó las cejas.
–Vaya... – solo se atrevió a murmurar.
–Nunca podría imaginar la mirada de Lucy cuando volteó hacia mí. Yo me quedé paralizada, no supe qué decir. Pero ya nada hubo por hacer, tuve que contarle la verdad después de eso. Desde entonces nada fue igual, le sentó muy mal saberlo después de toda una vida de engaño, fue un golpe muy duro. No fue la misma después de ese día, se volvió retraída, solitaria, encerrada en su cuarto como si el mundo entero la hubiera traicionado. Me partía el corazón verla tan apartada, distante, prefiriendo la ficción de sus libros a la realidad en la que existía. Por suerte conoció a Darion y él rescató un poco de la chica que antes era.
–¿Y como repercutió en su relación con Peter saber que no era su padre?
–De la peor forma como ya habrá visto usted. Quedó muy resentida por todo lo que pasó –se lamenta Katty –. Heredó la testarudez de su padre. Salir con su hijo ha limado un poco su aspereza, pero su sentir para con Peter no va a cambiar nunca. Niega todo lo bueno que ha hecho por nosotras hundiendo la estaca por el peor costado y después de lo que acaba de pasar... – suspira –Ya no hay nada qué hacer.
Dejó Frank arrastrar unos instantes de silencio, le permitió recomponerse antes de continuar sin agregar nada.
–¿Quién diría que al final tendría la razón? –masculló con renovado encono, ya devuelta a su actual posición –. Después de todo Peter era un desgraciado que me traicionaba tal y como ella siempre trató de advertirme. ¿Pero cómo iba a tomar en serio sus acusaciones? Es decir, si su enemigo lo difama después de años de descontento ¿No da a suponer poco veraces sus denuncias? Lucy siempre señaló a Peter de adúltero, pero ¿Qué más que berrinches eran sus detracciones? Nunca hice caso a su despotrico insidioso y por ello me gané de ella cierta decepción, dejé que me considerara falta de carácter. Pero no podía entonces afrentar a Peter con reproches sin fundamento ¿Me entiende? Él nunca me dio motivos para sospechar de él y no iba a poner sobre la parrilla una duda ganada desde un rencor irracional. ¿Me explico?
–Seguro que sí –asiente Frank –. Pero Lucy tenía razón después de todo ¿Verdad?
Katty voltea a un lado.
–Era cierto cuanto me advirtió tantas veces –aceptó herida, humillada –. Me sentí tan tonta cuando vi esas fotos que Lucy escondía. Sé que quería evitar la vergüenza de haber negado durante años el hecho de que Peter me engañaba y yo nunca le quise hacer caso. Ignoré ciegamente su traición y en cierta forma me hace culpable ¿No lo cree así? Se necesitan dos personas para poder mentir, una que lo haga y otra que lo crea.
–En verdad no pienso igual que usted sobre ello –le contradice –. No estaba creyendo una mentira sino ignorando un suceso que escapaba a su conocimiento. De haber sido cómplice como dice no hubiera terminado con su relación ahora que está conciente de la felonía de la que era víctima. No es responsable por los actos de Peter, no importa cuán desleales fueran, no tiene por qué sentirse culpable por sus decisiones.
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Editado: 06.08.2019