Antes de marcharme a Paris teníamos una tradición, "viernes de películas". Cada viernes nos reuníamos los tres en mi casa y veíamos películas durante toda la noche, pedíamos pizza y hablábamos de cualquier cosa. La última vez que hicimos algo así fue cuando yo tenía 14 años, exactamente un día antes de coger el avión. Y ahora, después de 3 años estamos de nuevo frente a la televisión escogiendo la segunda película de la noche, claro que esta vez ni estamos en mi casa, ni estamos solo los tres.
Me recuesto en las piernas de Nick mientras Mike y Alex se pelean por el mando. Mi mejor amigo se ríe haciendo que mi cabeza rebote y comienzo a reírme con él. Ha pasado una semana desde que llegue y me he pasado casi todo el tiempo con ellos en su piso, evitando lo máximo posible estar sola en esa habitación. Varios días he dormido con Nick y, aunque él diga que no le importa, sé que debo dormir en mi cama de una vez.
- ¿Alguien puede llevarme a casa, por favor? – pregunto viendo que nunca llegaran a un acuerdo para ver la siguiente película. Nick me mira sorprendido, Mike me dedica una sonrisa triste y Alex solo levanta la cabeza para mirarme sin expresar nada.
- Yo te llevo. – creo que es la primera vez que me habla sin usar sarcasmo desde que nos conocimos, y tengo que decir que no me esperaba que fuera a ofrecerse el. Alex se pone de pie y comienza a caminar hacia la puerta sin mirarme, pero no lo sigo. - ¿Vienes o qué?
- ¿Piensas matarme o algo así? – pregunto enarcando una ceja. Oigo una pequeña risa por parte de mis dos amigos y Alex frunce el ceño.
- ¿Por qué querría matarte?
- ¿Por qué querrías llevarme a casa?
- Si quisiera matarte lo habría hecho en todos los días que no has sacado tu culo de este piso. – Ni siquiera le respondo, empiezo a caminar hacia la puerta y me detengo cuando llego a su lado.
- ¿Vienes o qué? – miro a Alex repitiendo sus palabras y niega con la cabeza antes de caminar conmigo.
Bajamos en el ascensor, un incómodo silencio se forma entre nosotros, pero no tengo intención en romperlo. En los días que llevo aquí hemos hablado solo para discutir, y eso cuando esta con los chicos. La mayoría del día esta fuera, no sé dónde, y llega a las tantas apestando a alcohol. No digo que me parezca mal, me da absolutamente igual lo que ese chico haga con su vida.
Llegamos al garaje del edificio y me indica cuál es su coche. Subo al asiento del copiloto en silencio y miro por la ventana cuando sube en el asiento del conductor.
-Tienes que indicarme por donde es, todavía no conozco muy bien esto – me dice arrancando el coche.
- Claro – susurro tan bajo que dudo que me haya oído. Comienzo a darle indicaciones mientras recorremos las calles de la ciudad, la noche nos acoge y la carretera vacía me transmite tanta paz que incluso olvido con quien estoy.
- Oye – su voz llama mi atención y me giro a mirarlo – sé que no nos llevamos bien, pero, ¿Por qué no has querido volver a tu casa hasta ahora?
- Alex...
- Perdón, no quería incomodarte, solo... - y no sé porque, pero ver lo nervioso que se ha puesto de repente me hace querer contárselo, solo porque desprende confianza, algo extraño teniendo en cuenta lo mal que nos llevamos.
- Tengo malos recuerdos en esa casa y, sobretodo, en esa habitación.
- ¿Qué tipo de malos recuerdos? – aparta la vista de la carretera durante un segundo en el que nuestros ojos se encuentran en medio de la oscuridad de la noche.
- Es... complicado.
- ¿Puedo llevarte a un sitio? - pregunta en un susurro.
- ¿Ahora?
- Juro que no voy a matarte aún. – sonrío y asiento despacio cuando me mira de nuevo.
- Si me matas intenta que no me duela, por favor. – esta vez el que sonríe es el.
- Créeme, podría hacerte de todo menos daño. – ruedo los ojos y dirijo mi vista a la ventana. Veo los edificios pasar, hasta que estos pasan a ser árboles y las farolas desaparecen. No tengo ni idea de donde estamos y comienzo a plantearme enserio la idea de que vaya a matarme. El coche se detiene en medio de la oscuridad y siento como Alex se gira para mirarme. - ¿Bajamos?
Le sigo cuando abre la puerta del coche y dejo de respirar por un momento cuando veo donde estamos. Toda la ciudad se ve desde lo alto de la montaña, en el pequeño mirador. No se escucha nada, solo silencio. Alex se sienta a mi lado y deja sus pies colgando hacia el vacío que hay al otro lado del muro del mirador. Le imito soltando un pequeño suspiro antes de comenzar a hablar.
-Tengo pesadillas cada vez que duermo sola, y estar en esa habitación solo las empeora – Alex se gira a mirarme y mantengo mi vista fija en los edificios que hay frente a nosotros. – Mi padre... - trago saliva y noto mis ojos arder – está en la cárcel. – digo finalmente. Espero que Alex hable, sin embargo, se mantiene en silencio. Posa su mano sobre la mía dando un suave apretón que me anima a seguir. – El pegaba a mi madre, nos gritaba y nos insultaba...realmente me daba miedo. Nunca me atreví a hacer nada, solo estaba callada mientras me gritaba. – una lagrima rueda por mi mejilla y la limpio rápidamente – hasta esa noche. La noche que cumplí los 14, aquel 11 de agosto, mi padre llego a casa borracho, mucho más de lo normal. Yo estaba en mi habitación cuando el llego, estaba escuchando música mientras leía, como todas las noches, por eso no oí los gritos. Solo me di cuenta de lo que pasaba cuando entro a mi habitación dando un golpe a la puerta. – mi cuerpo esta helado a estas alturas, las lágrimas corren por mi rostro sin parar y Alex mira al frente fijamente con el ceño fruncido, sin apartar su mano de la mía – cuando entro y empezó a acercarse a mi enserio temí lo peor. Él nunca me había pegado, ni me había levantado la mano siquiera. Pero esa noche estaba fuera de control. Comenzó a gritarme, como siempre hacía, pero cada vez se acercaba más a mí. Sus ojos inyectados en sangre me miraban con odio, yo no entendía por qué. Agarro mi cuello fuerte y me pego a la pared, haciendo que mi espalda doliera por el golpe. El aire comenzó a faltarme cada vez que su mano hacia más fuerza sobre mi cuello, comencé a ver borroso, solo podía llorar, no podía hablar, mi voz no salía. Creí que moriría esa noche, estuve a punto de hacerlo. El me habría matado de no ser por Nick – Alex se gira a mirarme y poso mis ojos en los suyos. – Aun no sé cómo entro a mi casa, solo sé que vio por la ventana de su habitación todo lo que estaba pasando. Justo cuando estaba a punto de rendirme le vi entrar en mi habitación junto a su padre. Entre los dos apartaron a mi padre de mí, y no sé qué paso después. Desperté en una habitación de hospital, mi madre estaba inconsciente aun debido a los golpes y Nick estaba a mi lado. Literalmente, le debo la vida a ese idiota. – muestro una sonrisa triste y Alex toma mi cara entre sus manos.