Voy por ti
Oscorp.
Os-corp.
Tony se hallaba parado mirando la fachada principal del edificio con expresión de asco poco disimulada. Aquella vieja y fea apariencia era todo lo que él odiaba: previsible, anticuada y poco creativa. Quizás lo único decente era el nombre, pero el lugar... Hasta Pym había sabido adecuarse y eso que el viejo se rehusaba a seguirle la corriente al mundo casi por principios. Por el contrario, Osborn, insistía en mantener la misma estúpida apariencia de sus inicios. Él reconocía que lo vintage estaba de moda, pero había límites.
Atravesó con ligero malestar las puertas giratorias y observó que el interior del edificio no estaba tan mal. No era para nada de su gusto, pero podría ser mucho peor y la fachada exterior era una muestra de ello.
La chica que estaba en el mostrador a unos cuantos pies de él soltó un pequeño jadeo cuando lo vio y el guardia de seguridad automáticamente posó en él sus ojos, abriéndolos asombrado. Debía reconocer que el hombre hizo todo su esfuerzo por lucir tranquilo, algo que la rubia no intentó, y logró con éxito solo lanzarle pequeñas y fugaces miradas cargadas de admiración. Apreciaba a sus fanáticos y pese a que la ira bullía con ímpetu en su interior, decidió que iba a darse un segundo para regalarle a una mísera foto como estaba seguro iban a pedirle. En especial por que planeaba usarlos y le sabía muy mal usar la admiración de la gente en su contra sin darles algo a cambio.
Como ya casi era la hora del almuerzo, el vestíbulo estaba más bien desierto. No lo había planeado, pero Tony estaba más que satisfecho con eso. Intentó no pensar en las horas de secuestro que eso significaba para el chico y se concentró en hacer lo que tenía que hacer.
Caminó con elegancia hasta el mostrador y la rubia empezó a temblar con los ojos desorbitados. Sonrió profundamente y acomodó la mano en la fea superficie —de ve tú a saber si era o no granito— del mostrador, clavando en ella sus ojos.
—Buenos días. —la saludó con amabilidad y un tono muy medido y bien logrado.
—Bu-bue-buenos días. —le respondió como pudo, enrojeciendo y echándose suavemente hacia atrás intimidada.
Vio su mano titubear sobre el escritorio, como si no supiera si podía o no saludarlo, por lo que se adelantó suavemente y la tomó con galantería. Depósito un rápido beso en la misma, forzándose a no meditar mucho en la cantidad de gérmenes con los que se acababa de contagiar y sonrió sensualmente.
—No tengo cita —le explicó aún sin soltar su mano, acariciándole rítmicamente con el pulgar sus nudillos—. Pero necesito hablar con Harry Osborn.
La chica, que, a esa altura, tenía rojo desde el pecho hasta las orejas, solo asintió moviendo los labios sin pronunciar palabra. Con una sonrisa aún más profunda, jugueteó con sus dedos antes de acercarla a él de un pequeño jalón.
—Si hablas conmigo preciosa, me es mucho más fácil entenderte. —masculló modulando sensualmente las palabras.
—Pe-perdón —se rio estrepitosamente, claramente abochornada—. El... el señor Osborn no está. —se disculpó agachando la mirada, como si le doliera no poder darle lo que quería.
La actitud seductora de Tony trastabilló unos segundos al escuchar eso y la miró incrédulo.
Norman había salido hacía unas cuantas horas de allí en compañía del demente de Marcell. Según los dos chicos que Rhodes había apostado inmediatamente en Oscorp, el empresario había aparecido allí y se retiró con el dueño de la compañía mientras discutían acaloradamente. Lo único que los chicos alcanzaron a averiguar era que Norman se rehusaba a seguir los pasos que Galler le indicaba frente a la junta directiva y no habían vuelto a aparecer.
Por parte de Harry, todos lo apostaban en la décima planta, en su nueva oficina como el nuevo ceo de Oscorp.
—¿Hace mucho salió? —preguntó intentando esconder en un tono ronco su impaciencia.
¿Había una salida trasera de la que no sabían nada? La sola idea le daba náuseas. Si se les pasó algo así de evidente, ¿se les pasaría algo más? Había mandado a buscar al técnico que había trabajado con en inútil de Norman y tenía a su informarte de camino a la Sede, entre los dos debían de saber señalarle un lugar por donde empezar a buscar a Peter; Pero si ahora tenía que agregarle a la ecuación salidas secretas...
—No, se retiró con el señor Galler temprano en la mañana. Pero tiene una reunión programada con la junta directiva para primera hora de la tarde —añadió llena de esperanza—. Puede esperarlo si gusta.
—Creo que no me explique bien —dijo conteniendo un retín de impaciencia—, dije Harry, Harry Osborn.
La chica lo miró fijamente unos segundos, seguramente buscando el nombre en su mente y Tony hubiera sentido lástima del único hijo de Norman si el miserable hijo de puta no hubiera cooperado en el secuestro de Peter.
De camino allí vio las cámaras de seguridad que Peter había instalado y Harry salió del lugar metiéndose en la misma van donde arrojaron un bulto oculto tras unas sospechosas mantas. Que desaparecieran en las putas cloacas fue un problema que aún estaban solucionado. Tenía a medio mundo buscando bajo la superficie un lugar potable para armar un laboratorio y a F.R.I.D.A.Y. revisando cada bocacalle a la espera de que hubieran emergido pocas calles abajo, solo con la intención de desorientarlo. Que lo consideran era algo que casi lo ponía a gritar de la rabia.
—Perdón... —dijo apenada, volviendo a agachar su mirada y se obligó a sostener la sonrisa.
No estaba para perder el tiempo, pero necesitaba su cooperación. Los niñatos como Harry comerían errores que hombres como Norman, o el mismo Galler, no, y por eso necesitaba que nadie alertara a ese par mientras él le sacaba la información al chico.
—Descuida encanto —murmuró acercándose más a ella—. Qué dices, ¿Puedo subir?
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Editado: 13.07.2021