¡¿Qué diablos está pasando?!

Peter se acomoda en el suave y amplio asiento junto a Tony, mientras este mira por la ventana, tarareando por lo bajo el tema que Happy puso en la radio.

No sabe qué decir, así que se mantiene en silencio, retorciendo las manos sobre sus rodillas que no dejan de tamborilear. Ayer parecía una genial idea ir a Queens, ver a May, abrazarla y... hablar con ella. Y más porque tenía mucho que hablar con May. Pero, detalle, la verdad no tenía idea por dónde empezar.

Las pocas veces que se permitió llamarla, por consejo (orden) de Tony, había mantenido todos sus asuntos en silencio. Ella era astuta como el hambre y sabía que algo le estaba pasando, algo relacionado a sus poderes, algo relacionado a la vida de superhéroe y Peter, que nunca fue el más diestro con las palabras, sentía que lo menos difícil para explicar sería ese asunto. Realmente era Tony y su relación lo que lo tenía lleno de náuseas y mareos.

—Peter marica fastidia a Venom. —se queja parcamente el simbionte.

Rueda los ojos y lo manda de paseo. Le da realmente lo mismo fastidiarlo en ese momento. No para de imaginar la cara de su tía retorciéndose en clara desaprobación. Es que, ¿Cuántos años más grande era ella que Tony? No tantos, diablos no tantos. ¿Cómo se tomaría que él le suelte que ahora tenían algo?

La gran mano de Tony se mete entre las suyas y alza rápidamente la vista. La sonrisa traviesa en su boca le hace eco en el abdomen y seguro que nota el desastre que era, porque su mirada destella con galantería tras las gafas.

—No puede hacerte daño, así quisiera arrojarte con una cacerola. Ya lo sabes. —le recuerda con una sonrisa y Peter lo mira mal y con pena— No pongas esa cara conmigo. —le advierte dándole un apretón en la mano— Y no sé qué tanto te preocupas, es a mi al que cazará y matará.

—No es gracioso. —se queja con el abdomen duro como roca.

May no lo parecía pero esa vena italiana se hacía sentir cuando se enojaba.

—Solo un poco. —lo contradice distraídamente, dándole otro suave apretón— No subestimes a tu tía, Peter. Seguro que se imaginaba que no podrías resistirte a mi.

Happy suelta una risita socarrona y Peter aprieta los labios. ¿Por qué no le extraña que ni un poco aterrado se encontrará?

Menea la cabeza y aprieta la mano de Tony, dado que no la retira. No se queja, lo deja hacer y Peter intenta no lastimar el interior de sus mejillas cuando empieza a mordisquearlas. En dos días estaría bien y podría relajarse. Venom comería, Peter... Peter sellaría el pacto con el demonio y podría morder hasta sacarse un litro de sangre. Pero dado el estado en el que estaba, le daba miedo dejar que Venom se descontrolara porque él no podía mantener a raya su ansiedad.

El simbionte estaba mucho más tranquilo ahora que Tony en el taller le mostró la foto de la cara de la cena y le dijo que estaban poniendo todo en orden para salir de viaje mañana mismo.

Peter casi suelta una carcajada. Ahí estaba, a dos pasos de perder completamente su humanidad, de renunciar por siempre al único límite inquebrantable que se autoimpuso luego de perder a Ben y lo único que le importaba era si su tía se tomaba bien o no, que él tenga novio mayor.

La mano de Tony gira entre las suyas y queda palma arriba, sus dedos se entrelazan con los suyos, los aprieta y acaricia sin mirarlo y Peter se pregunta si siquiera lo notó. Tony está con el celular en la mano y revisa un documento con labios apretados y un pequeño fruncimiento de su ceño.

Está tan igual y distinto que resulta extraño. Cómo pudo cambiar sin hacerlo, cómo puede sentirse tan familiar y cálido, cuando ni siquiera lo mira. Quizá es que Peter sabe qué pasa por su mente y conoce sus emociones. Quizá por eso verlo le retuerce los dedos del pie y le entran ganas de olvidar que Happy está en el asiento delantero y debe guardar las apariencias.

El recuerdo de sus besos le hace sentir que vuelve a pasar por la pubertad, donde la peligrosa facilidad con la que sus hormonas lo empujaban a estar a merced de un poco aceptable libido para que lo gobernará. Pero es que... hay que ver. No puede lucir tan bien.

Pensándolo mejor, realmente el punto de Tony —pese a ser absolutamente ególatra y carente de humildad— era es bastante acertado. May y Ben le compraron los posters de Tony que habían sabido adornar su cuarto. Peter no había dado muestras de una bisexualidad en su vida, pero no sería tan raro si se tenía en cuenta que a Peter la obsesión con Tony y su "internado" a los quince le desacomodó la vida.

Él lo creería sin pestañear. Si cualquiera que pasaba dos horas con Tony de golpe le dijera que se había enamorado, Peter diría: Lógico. Había un riesgo implícito en ver su rostro mucho tiempo seguido.

—Si se pone muy brava, me la dejas. —lo anima sin inmutarse, volviendo a ver por la ventana luego de guardar el móvil— Tengo un especial encanto con las mujeres de su edad.

—Dudo muchísimo que la mejor forma de que acepte esto sea seduciéndola. —se queja con un deje amargo en sus palabras y Tony se ríe con una mueca.

—Quizá no sea yo el que la seduzca —comenta con aire misterioso.

Alzando una ceja, se queda esperando una aclaración, pero el auto da un tumbo y Happy hace sonar el claxon con un colorido insulto que lo hace dejar el tema.

Necesita dejar de pensar en eso, así que intentando dejar para luego ese asunto, ve pasar las calles. Se concentra en la ciudad a la que vuelve y nada siente ese pequeño cosquilleo familiar recorrerlo.

Le extraña notar que todo sigue tal cual lo vio por última vez. No puede creer que nada haya cambiado, que todos... que todos hubieran continuado con su vida como si nada. Para Peter había pasado un cataclismo por la suya y esa gente no tenía el registro de que hubieran pasado... ¿meses?

La sensación de pánico lo invadió por un minuto, pero el auto se detiene antes de que esta logre extenderse. Mira sorprendido la acera y ve un par de chicos jugando en la esquina y a algunos comerciantes hablando en la puerta de sus negocios. Todo es tan normal, tan normal, que gracias al apretón suave en su mano sabe que no sueña.