Pacto de Linajes

Capitulo III

Padre miraba su escritorio, sus manos temblaban por lo que a veces regaba un poco de sangre cada que se servía en la copa que portaba.
Los demás nosferatus por respeto no preguntaban lo que sucedía, sin embargo ya habían rumores en toda la mansión acerca de lo que en esos momentos acontecía.
Padre siempre se preguntaba que hacer ante la situación. El regreso del clan enemigo, los asesinatos y desapariciones que habrían, la traición y rebelión de los suyos estaba a la vuelta de la esquina, era como un juego de ajedrez, una pieza mal movida y el oponente toma ventaja; solo que aquí, las piezas eran ellos y los humanos, por otro lado lo que más le preocupaba era su nieta, Carolyn a pesar de ser fuerte no estaba lista para un combate real y sería absurdo que ella se arriesgara y lo mismo ocurría con los demás miembros del clan.

Kristov y Luna caminaron hacia el lugar de los hechos pero no encontraron absolutamente nada, se quedaron un buen tiempo observando y para su sorpresa encontraron a Carolyn en uno de los callejones, esta miraba fijamente hacia el muro o eso era lo que Luna creía en un principio, cuando ella bajo la mirada encontró una pareja de cadáveres entre un niño pequeño; Carolyn camino rodeando los cuerpos, ya había notado la presencia de los dos pero no les dijo nada, fue Kristov quién la hizo hablar.

—¿Qué fue lo que pasó aquí? —interrogó agachándose para mirar con mas detenimiento los cuerpos, la sangre aún estaba fresca y la expresión de los rostros era inquietante.
—Acabo de llegar y los encontré, el niño aun estaba vivo cuando llegue, pero luego se desplomó.
—No deberías estar aquí, vete a casa —Kristov examinaba minuciosamente y no encontró algún indicio.

Ya eran tres muertos en menos de veinticuatro horas y asesinados de la misma manera, dos agujeros en sus cuellos, solo que esta vez, los dejaron literalmente secos, Luna avanzó unos metros para vigilar, Carolyn por otro lado se acercó a una de las paredes del callejón y paso su mano por la misma.

—Se fueron por aquí —dijo con serenidad—. Fueron tan idiotas que dejaron un rastro.
—Pues lo seguiremos y tu regresaras por donde viniste.
—No me des órdenes Kristov; no eres mi abuelo.

Carolyn trepó el muro y salto hacia el otro lado, el rastro de sangre continuaba recto por una de las calles hasta que este se perdía en una iglesia, entraron silenciosamente a investigar por un momento.
La edificación era gigantesca, el altar brillaba con la luz que emitía la luna y las estrellas, dándole un toque lúgubre y casi tenebroso, las ventanas donde se encontraban imágenes cristianas también brillaban, Luna se quedó un momento observando, mientras Kristov y Carolyn buscaban algún indicio.

A un lado del altar de la iglesia, cubierto por una penetrante oscuridad y con un centelleante brillo ocular, el enemigo vigilaba a los jóvenes, ellos no se habían dado cuenta de la presencia del desconocido que los vigilaba; acechando, esperando el momento perfecto para atacar cual leona a su presa, este se encontraba acompañado de otro vampiro; al instante este silbó tratando de llamar su atención.

Carolyn giró la cabeza extrañada tratando de buscar el lugar de dónde provenía el sonido; casi al momento, el desconocido se le abalanzó tratando de morderla poniéndo en alerta a Luna y a Kristov.
El atacante se acercó lentamente hacia ellos, mirándolos de pies a cabeza con una sonrisa psicópata, pasándose la lengua por los labios; vestía con ropas oscuras, en una de sus orejas portaba un pendiente con una cruz invertida; era alto, incluso más alto que Kristov.

La joven heredera retrocedió unos metros colocándose delante de Luna.

—Primero... mataré a los dos estorbos y luego te violaré hasta que te vuelvas loca y me pidas morir —diciendo estas palabras, se acercó más hacia los tres, ellos seguían callados—. El viejo... se arrepentirá de haberlos enviado.

Este se abalanzó hacia Luna, sin embargo, Carolyn se puso en medio y de un golpe alejo al desconocido, mientras este se incorporaba, de las sombras comenzaron a reunirse mas vampiros, tanto que la iglesia era un lugar muy pequeño para contenerlos a todos; una risa malévola inundó la misma. Luna, Kristov y Carolyn estaban rodeados y pegados de espaldas uno con otro, alerta a cualquier iniciativa de ataque. Con un pequeño pero a su vez sonoro chasquido, los nosferatus se abalazaron hacia ellos, Luna los esquivo de un salto, solo para recibir un golpe en el aire, Kristov por otro lado, trato de mantenerse en pie, pero los continuos ataques a penas lo mantenían equilibrado.

Luna se levantó rápidamente, cuando al mismo momento, uno de sus oponentes tomo en sus brazos una de las bancas de la iglesia y la lanzó directamente a ella, esta recibió el impacto aún cuando se cubrió el rostro y parte del cuerpo, al mismo tiempo, ella contraatacó golpeando con todas sus fuerzas a uno de sus nosferatus,  tirándolo hacia uno de los muros de la iglesia, el sonido del impacto retumbó en el lugar.

Carolyn, evadía los ataques del desconocido con suma facilidad, defendiéndose y contraatacando con eficacia, su experiencia en combate se notaba por sus entrenamientos en la mansión; algo de lo que no gozaban los otros no muertos, ni siquiera Luna y Kristov.

—¿¡De dónde salieron estos!? —exclamó Kristov mientras mantenía a raya a sus atacantes, este volteó la mirada hacia Luna y al ver que la iban a atacar por la espalda—. ¡¡Ten cuidado detrás!!

La joven a penas pudo reaccionar, pues al instante recibió un gigantezco golpe con otra de las bancas de la iglesia destrozando otro de los muros de la edificación. Los ojos de Luna y Kristov de a poco brillaban de un rojo rubí muy brillante, con sus cuerpos manchados de su propia sangre, corrieron hacia los nosferatus con los que estaban luchando, y tomándolos del cuello, los lanzaron repetidamente contra el suelo de la iglesia, los demás de sorprendieron al verlos como expulsaron en un instante todo su poder, estupefactos retrocedieron, sin embargo; la parej agarró de la cabeza a dos vampiros y con facilidad les arrancó la misma, manchándose con la sangre de ellos, luego Kristov; desenfundó su arma y repetidamente disparó una ráfaga de balas de plata ultravioleta contra los demás nosferatus, estos se convirtieron en segundos en cenizas, apenas uno consiguió escapar de las balas y desaparecer en el cielo convirtiéndose en murciélago.




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