Guardaré las esperanzas
de volverte a ver
hasta el último de mis días,
como lo he hecho hasta ahora.
Me sentaré a tomar una taza de té,
pondré marcha todo aquello que
deseo hacer en lo que te encuentro
otra vez.
Llevaré la cuenta de besos
extraviados en el vacío del espacio;
verás que me los cobraré con
intereses.
Me enamoraré de nuevo, mil veces,
con la reserva de
no amarlos de la misma manera.
Sí, quizá parezca cruel,
pero es mejor así;
resultaría perjudicial dar aquello que
lleva el nombre de alguien más.
Pero sí, me enamoraré
de diferentes maneras;
eso sí, te estaré esperando
por si la buena racha
nos vuelve a juntar.
No, no forzaré nada,
¿Qué cosa buena podría salir de ello?
Aquí seguiré,
probablemente no en el mismo lugar
pero si aquí en el mismo cariño
que te ofrecí.
Le hablaré de ti a mis mejores amigos,
les haré prometer que no me permitan prescindir de repetir tu
nombre todos los días.
Sé que terminarán fastidiados
y buscarán ayudarme a seguir sin ti
aunque sepan que guardaré las
esperanzas de volver a verte.
Escribiré una carta cada semana,
contándote como aconteció
sin ti a mi lado.
Y si volvemos a coincidir
en el futuro,
uno a lo mejor cercano o
probablemente lejano,
te las obsequiaré y sabrás
con cuantas ilusiones te esperé.