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Capitulo 2
Si vis pacem, para bellum”
(“Si quieres la Paz, Preparate para la guerra”)
Libro De Rei Militaris, por Renatus Vegetius. S.IV
Dicen que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde.
Eso debió pensar Pere la noche anterior al ataque a Barcelona, cuando auguró que el mundo que conocía nunca volvería a ser el mismo.
Madrid era ya un caos total en aquel entonces.
Pero lo peor estaba aún por venir.
Chasqueo la lengua, negando con la cabeza, incrédulo.Se sentía estúpido e impotente a partes iguales.
Todos los cuerpos de seguridad de la ciudad fueron movilizados por temor a que algo parecido pudiera pasar en Barcelona. Apenas hacia 6 horas había llegado a su casa tras varios días fuera, doblando largas guardias entre cortos espacios de descanso, en el furgón o la comisaría. Y con algo de suerte, en casa.
En solo 10 horas más debía presentarse ante su superior para volver al trabajo.
Todo para nada.
Los terroristas habían conseguido burlar todas las barreras provocando un caos igual o peor que en la capital del país.
¿Cómo había sido posible? ¿Qué se les había escapado? Esas dos preguntas martilleaban el cerebro de Pere como martillo de herrero en un yunque desde hacía días.
La sensación de fracaso le tenía cogido por las pelotas. Y no era por una simple cuestión de orgullo profesional herido. Bien era verdad que Pere amaba su trabajo. Pero en ese trabajo, un fracaso suponía muchas veces perder vidas humanas.
Esa sensación pesaba como una losa sobre su conciencia. En vano intentaba razonar consigo mismo que su grupo hizo todo cuanto en su mano estuvo para frenar el ataque. Y aunque eso era cierto, no podía por menos de amargarse al ver la situación de Barcelona, quizás por asumir para sí mismo la conciencia de grupo. El éxito de los ataques suponía el fracaso de todos los cuerpos de seguridad del Estado. En especial al que pertenecía.
Su atribulado cerebro no concebía el que algo así pudiera haber pasado.
Debía haber algo más que pasaba por alto.
La suspicacia y desconfianza tan natural en él , a modo de vocecita interna, le repetían una y otra vez que habría algo más.
No entendía como los de arriba habían permitido que les colaran ese gol. Aunque tampoco entendía muchas de las medidas que se habían tomado para evitar que lo de Madrid se repitiera. Para Pére, no era simple desidia, como en un principio pensó. O como todo parecia indicar.
La idea de que a los terroristas les habían facilitado, de alguna manera, los ataques, cada vez cobraba más fuerza en su cabeza.
Pero no sabía quién. O porque.
Ya nada podía hacer en ese momento, salvo preparar el siguiente paso a dar.
Decidió poner en orden el pequeño arsenal del que disponía en su casa. Los disturbios violentos no tardarían en aparecer. O en repetirse más bien. El barrio de Badalona en el que vivía ya había sido testigo de ello hacía no demasiadas horas.
Pere saboreo el momento...Quizás con un poco de suerte pudiera enfrentarse a la chusma que había provocado todo aquello. Aunque según pensaba, esa chusma no parecía ser la de siempre.
Una vez acabo de limpiar y montar de nuevo las piezas de su HK P30 9 milimetros Parabellum, tras dejar la pistola sobre el tapete que cubría la mesa, pensó que echar un trago le vendría bastante bien a su cabeza. Se levantó de la silla, acercándose lentamente a la ventana. Corriendo ligeramente el estore buscó con la mirada cualquier cosa anormal que pudiera advertir desde ese punto.
Desde ahí podía observar los coches carbonizados por el fuego de la revuelta de la noche anterior que aún permanecían humeantes en la Plaza Xifré. Y poco más. Ni un alma por las calles y el silencio más absoluto.
Badalona parecía estar en ese momento tan muerta como las víctimas del atentado en Barcelona de hacia tres días.
Pere sabía que eso era solo por el momento.
Aún habría de prepararse para lo peor. Como algo premonitorio así lo dictaba el grafitti dibujado en el muro de ladrillo enlucido del bloque abandonado de enfrente.
"Cap agresió sense resposta”, rezaba el augurio, en negras y grandes letras, coronadas con la imagen de una calavera sonriente en llamas. Bajo la imagen aparecía lo que Pére intuyó que sería la firma del grupo responsable del grafitti.
"Catalunya Resisteix".
Habia visto ya eso en otros puntos de Barcelona. Después del atentado. Y algo le decía que guardaría alguna relación con lo que estaba pasando.
Así empiezan las guerras. Pensó.
Aunque esta, en verdad, había empezado hacía mucho ya.
Debia descansar. Intentar dormir un poco. Pero antes daría buena cuenta del Chivas Regal de 18 años que le esperaba en el minibar que se había montado en su pequeño apartamento.
Las penas con pan son menos.Solía decir su primo Joan.En su caso, sustituiría ese pan por un buen whiskey.
Se sirvió un buen trago y dejó la botella al lado de la pistola. No sería el último.
“Así que este es el mundo mejor que prometieron". ”Pues vaya cagada”... Pensó.
Recordaba cómo cuando aún era apenas un niño aquellos que la prensa acabo llamando “El trío de las Azores” metieron a España y a algunos más en una guerra en Oriente Medio que pocos entendieron, justificando sus acciones afirmando que después de aquello el mundo sería un lugar más libre y seguro. Los sádicos y opulentos dictadores que unos años antes ellos mismos habían colocado a modo de títeres bajo sus intereses dejaron de serles útiles. Pero al derrocarlos solo consiguieron dejar un vacío de poder que fue aprovechado por masas enfebrecidas y fanáticas que justificaban sus asesinatos y delirios de grandeza en su propia interpretación de las palabras de un profeta muerto hacia siglos. Ese fue el comienzo del fin. Los países de la zona se sumieron en el caos más absoluto. Caldo de cultivo para formar enemigos acérrimos de todo lo occidental, causante según ellos de todos sus males.
Y en parte no les faltaba razón.
El mundo será un lugar más seguro. Decían. Vaya mierda.
Nunca creyó que eso fuera a ser posible desde que entró en el cuerpo de los Mossos. Pero en los dos años que llevaba en la división especial de los G.E.I., lo que se había ido encontrando le hacía ver aquello como la más estúpida de las utopías.
Aunque mejor seria definirlo como el más cruel de los engaños.
El mundo, desde entonces, se había sumido en una escala de violencia que empeoraba lentamente, pero con paso firme hasta la situación actual, en la cual el miedo se había instalado en las mentes de prácticamente todos los europeos.
Sin embargo, para Pere había muchas cosas que no cuadraban en los atentados de Madrid y Barcelona de hacía unos días... Desde luego no parecía obra de quienes en un principio tuvo en mente. Ningún musulmán psicópata con aires de grandeza parecía estar tras los atentados. Ni tampoco aquellos que financiaban y armaban a esa gentuza... los servicios secretos de varios países occidentales.
No entendía cómo alguien les podía haber colado el gol de la masacre de Madrid, con todos los medios que existían para prevenir precisamente esos sucesos, pero esforzándose mucho podía dar por sentado que, a pesar de todo, esas cosas podrían pasar. Lo que ya no comprendía era como pudo pasar al poco tiempo en Barcelona.
Había demasiadas cosas que no cuadraban.
Y no solo era eso lo que le quitaba el sueño...Además estaba el haber sido testigo de lo confuso de las órdenes y la cooperación de los distintos estamentos que habrían de controlar la situación y devolver la estabilidad y la seguridad a las calles del país.
Demasiadas lagunas.
Suspicaz como era, comenzaba a sospechar que detrás de aquellos dos atentados había algo más gordo, que aún no acertaba a descifrar.
Casi por inercia, cogió el mando del televisor, buscando algún informativo. Más que nada, quería ver qué información era la que realmente estaba llegando a los ciudadanos.
Pere solía valorar la gravedad de la situación en función de la cantidad de información que se ofrecía en los medios. Siendo lo más común que al personal solo le llegara una pequeña parte ya bien elaborada del Pastel original. Quizás, en muchos casos, esa era la mejor opción, para mantener la calma general y llegar a soluciones más rápidas que de otro modo no pudieran darse. Pero del resultado final que llegaba al ciudadano extraía la certeza de que el sistema manipulaba a la gente a su antojo.
Mientras su mente se abstraía en tan oscuros pensamientos, el color ámbar del Chivas, magnificado por los rayos del sol que se colaban por el pequeño hueco entre los dos estores, le invitaba a dar buena cuenta del resto de la bebida.
Tras apurar la copa, sintió cómo el aroma a flores y a roble acariciaba su olfato, mientras un gusto maderado con leves toques dulces recorría su paladar, proporcionándole una breve pero intensa sensación de placer. Se dejó llevar por el momento unos segundos, disfrutando cada décima del sabor largo y cálido del whiskey.