Pandora

Capítulo 10: Paciencia

Antes de que empezara todo el tema demoníaco no tuve suerte en lo relacionado con en el amor, por no tener no tuve ni pareja. En parte porque tenía mejores cosas en las que pensar, estudios, familia y eso, pero ahora podría darle una oportunidad si surge. No, no, no, primero mata demonios y ya luego habrá tiempo para los pastelones, en serio, no sé en qué estoy pensando.

- Gracias – Digo de forma tímida, no puedo evitarlo, es muy mono.

Si Fred y Amber me ven en este momento no me reconocen, no lo hago ni yo.

Adam camina a un paso normal, ni rápido ni lento, no me importaría que fuera más despacio la verdad.

- ¿Peso? – Como diga que sí el encanto se me va a ir por los poros.

- Qué va, no te preocupes.

Me quedo mirando sus enormes ojos verdes, son preciosos, aunque los de Kai son más bonitos, mucho más. Un momento... ¿Por qué estoy pensando en Kai? Ese ser no se merece ni un minuto de mi tiempo, es borde, estúpido y borde. Durante el trayecto hablo con Adam sobre aficiones y demonios, lo típico hoy en día.

 Estamos llegando al edificio central cuando de repente se escucha un grito a pocos metros.

- ¡Tú, soldado! ¿Qué se supone que estás haciendo? – Adam se pone completamente firme.

- Señor, llevando a una herida, señor – Giro la cabeza, llevo todo el rato mirando a Adam, y me encuentro con Satán en persona.

Kai tiene una cara de pocos amigos más siniestra que a la que estoy acostumbrada. Me mira fijamente y se vuelve más siniestra aún.

- Nombre y rango, ¡ahora! – Adam pega un brinco, por lo que casi me escurro de sus brazos, así que me agarro más a su cuello y Kai pone una cara extraña.

- Teniente Adam Tekukevich, de la División de Patrulla y Seguridad Civil - Qué apellido más raro tiene.

- Bien, Teniente, explíqueme ¿Por qué ha abandonado su puesto durante su hora de trabajo? – Uff, Kai es insufrible.

- Señor, me informaron de que una había una joven herida en la zona sur del mercado y me dispuse a verificar su estado – Esa soy yo – Me dijo que tenía que llegar a la Central y debido a su condición tuve que traerla.

- Tendría que haber llamado a la Central y no abandonar su puesto Teniente Tekukevich – Kai rebosa ira por los cuatro costados, no sé qué mierda le importa a él que me ayuden o me dejen de ayudar.

- Puedo entender que me odies y todo ese rollo – No puedo evitar saltar, me estaba poniendo negra – Pero no deberías de pagarlo con el pobre Adam que sólo trataba de ayudarme.

- Esto no va contigo así que estate calladita – Me fulmina con la mirada y eso sí que no.

- Imbécil – Murmuro para el cuello de mi camisa.

- Disculpe Señor – Dice Adam que ha escuchado lo que he dicho y no puede evitar sonreír – Pero ayudar a los ciudadanos se encuentra entre mis obligaciones como Teniente del cuerpo de Seguridad Civil – Bien dicho.

- Está muy bien que muestres tanta profesionalidad, pero ella no es una ciudadana – Está que echa humo, me estoy poniendo nerviosa.

- ¿Se puede saber qué te pasa? Ni que hubiese cometido un delito.

- He dicho que te mantengas al margen Ellie, ya hablaremos después – No, después te van a dar por saco me parece a mí, tienes suerte de que este herida.

- Bueno, Señor, con su permiso llevaré a la señorita Ellie a la enfermería y regresaré a mi puesto – No sé cómo Adam puede estar tan tranquilo, yo soy él y al segundo grito le suelto un puñetazo.

- No, yo me encargaré de llevarla a la enfermería.

- Puedo hacerlo yo Señor, no me supone ningún problema.

- He dicho que la llevo yo y no hay más que discutir, es una orden.

Parece que a nadie le importa mi opinión al respecto, y si tengo que elegir prefiero a Adam mil veces, quedarme a solas con Kai me produce rechazo y algo de miedo. Adam me pasa a los brazos de Kai, me siento como un saco de patatas, y no me hace gracia. Despido a Adam con el brazo bueno y veo cómo se marcha, dedicándome una sonrisa antes.

- Enana, ¿tú piensas alguna vez? – Dice con tono autoritario.

- Uno, mi nombre es Ellie, E L L I E, no es muy complicado – No me dirige la mirada, me ignora – Dos, si pienso y mucho para tu información – Demasiado a veces – Y tres, ¿tú no dijiste que no me tocabas ni con un palo? – Eso me sentó realmente mal en su momento.

- Pues no lo parece – Ignora mi comentario, es tan irritante – Sólo a ti se te puede pasar por la cabeza salir a las 4 de la mañana a pasear sin las pastillas.

- Espera – ¿Qué demonios? – Espera – Necesito un par de minutos para procesar sus palabras – ¿Cómo sabes tú eso? ¿Me espiáis? Esto es muy fuerte – Estoy entre nerviosa y estupefacta.

- Es el protocolo a seguir cuando vienen extraños – Qué diantres me está contando, eso es una intromisión a mi intimidad – Sobre todo si son tan peligrosos como tú.

- Eso es ilegal, no podéis espiarme – Flipando, no hay otra palabra – ¿No habrá cámaras en la habitación también verdad? ¿¡VERDAD!? – Me mira y se encoge de hombros – Oh Dios mío, suéltame. ¡Suéltame! Sois una panda de degenerados.




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