Laura se movía al ritmo de la música en la pista de la discoteca, con una energía que hacía que todos los ojos se volvieran hacia ella. Llevaba un vestido verde ajustado que resaltaba el color de sus ojos y mostraba sus curvas de una manera que nunca antes se había atrevido a hacer. Desde que había decidido dejar atrás sus inseguridades sobre su cuerpo, se había permitido experimentar con su estilo, y esa noche, se sentía más segura y atractiva que nunca.
La canción "Levitating" de Dua Lipa resonaba en los altavoces, y ella se dejaba llevar por el ritmo, sus caderas se balanceaban de manera sensual mientras sus manos recorrían su propio cuerpo, disfrutando de la sensación de libertad. Los últimos meses habían sido un viaje de autodescubrimiento para ella, y ahora, por primera vez en mucho tiempo, estaba comenzando a aceptar y amar su cuerpo tal como era.
«Si tan solo la niña de ocho años que sufrió bullying y a la que todos llamaron ballena, me viera ahora.»
«Ahora somos felices en nuestro cuerpo, pequeña Laura.»
Mientras bailaba, no se dio cuenta de que unos ojos azules oscuros la observaban desde la barra. Christian Brown, con su bebida en la mano, no podía apartar la vista de ella. Había llegado a la discoteca con algunos amigos, pero ahora, toda su atención estaba centrada en la mujer que se movía como si fuera la única persona en la pista. Había algo en la manera en que la bruja endemoniada se movía, en la confianza que emanaba, que lo atraía de una manera que no podía comprender del todo. Nunca había pensado que sentiría tanto deseo por alguien como ella, a él no le atraían las chicas de grandes curvas, pero allí estaba, completamente fascinado.
De repente, vio cómo un tipo se acercó a ella desde un costado. El hombre le dijo algo al oído, y aunque el magnate no pudo escuchar las palabras exactas, vio cómo Laura negaba con la cabeza, sonriendo con amabilidad mientras seguía bailando. Sin embargo, el hombre no parecía dispuesto a aceptar un no por respuesta. Se acercó más a ella, pegándose de manera agresiva mientras intentaba agarrarla por la cintura.
Laura, que estaba disfrutando de su noche, intentó zafarse, pero el tipo era mucho más fuerte que ella. La situación pasó de incómoda a preocupante en cuestión de segundos, y su sonrisa desapareció mientras trataba de alejarse de él.
Fue en ese momento cuando Christian decidió que ya había visto suficiente. Dejó su bebida sobre la barra y se abrió paso a través de la multitud con una determinación que hizo que la gente se apartara de su camino. Al llegar a la pista, la rabia le ardía en las venas. No podía soportar ver a alguien acosando a una mujer, y menos aún a su bruja endemoniada.
—¡Quita tus asquerosas manos de ella! —rugió, su voz retumbando sobre la música.
El tipo se giró, sorprendido por la fuerza y la furia en la voz de Christian. Laura también levantó la vista, sus ojos se encontraron con los de Christian, y aunque estaba asustada, sintió una ola de alivio al ver quién estaba allí para defenderla.
—¿Y quién demonios eres tú? —espetó el hombre, sin soltarla.
No se molestó en responder. En lugar de eso, dio un paso adelante y le arrancó las manos del tipo de encima de Laura con un movimiento brusco. La fuerza con la que lo hizo y la mirada asesina que le lanzó al tipo fueron suficientes para que él entendiera que no era buena idea seguir molestando.
—No volveré a decirlo —advirtió, su voz baja y peligrosa—. Lárgate, ahora.
El tipo dudó por un momento, pero al ver la seriedad en los ojos de Christian y darse cuenta de que estaba superado, decidió que lo mejor era no buscar problemas. Soltó a Laura con un gruñido y se alejó rápidamente, desapareciendo entre la multitud.
Laura, aún un poco aturdida por lo que acababa de pasar, miró a Christian con una mezcla de gratitud y sorpresa. Nunca habría imaginado que él estaría allí para defenderla.
—¿Estás bien? —preguntó él, su tono más suave ahora que la amenaza había desaparecido.
Ella asintió, todavía tratando de recuperar la compostura.
—Sí, gracias... No sé qué habría hecho si no hubieras aparecido —respondió, tratando de sonar tranquila, aunque su corazón aún latía con fuerza.
Christian la miró, notando cómo su respiración comenzaba a calmarse. Sin pensarlo, extendió una mano y le apartó un mechón de cabello del rostro, un gesto íntimo que sorprendió a ambos.
—No podía dejar que te pasara nada —dijo, con una sinceridad que hizo que el corazón de ella diera un vuelco.
La tensión entre ellos se volvió palpable, pero esta vez no era solo por el miedo o la adrenalina. Había algo más, algo que ambos podían sentir pero que ninguno de los dos se atrevía a nombrar. Laura, sintiendo que su piel se erizaba por el contacto de Christian, se dio cuenta de que su deseo de sentirse atractiva y segura había tenido un espectador inesperado, uno que ahora la miraba con un deseo que no podía negar.
—Gracias, Christian... —murmuró, su voz apenas audible sobre la música.
Él no respondió de inmediato. En lugar de eso, se inclinó un poco más hacia ella, sus labios casi rozando su oído.
—Siempre te protegeré, Laura —le susurró, su aliento cálido contra su piel.
Ese susurro la hizo estremecer, y cuando él se apartó un poco, sus ojos se encontraron de nuevo. Hubo un momento de silencio entre ellos, uno cargado de posibilidades y de una atracción que no podían seguir ignorando.
Sin pensarlo, Laura se acercó un poco más, sus labios a solo un suspiro de los de Christian. Por un instante, la música, la multitud, todo desapareció. Solo estaban ellos dos, atrapados en una tensión eléctrica que podía estallar en cualquier momento.
Pero antes de que pudiera ocurrir algo más, un amigo de Christian se acercó, llamándolo desde la barra. La interrupción los devolvió a la realidad, rompiendo el hechizo del momento.
—Será mejor que regrese con mis amigos... —dijo Christian, aunque su mirada seguía fija en ella, quien estaba preciosa sonrojada.