Para siempre

Familia

Camino por las calles en busca de un lugar que me inspire a tocar, es muy temprano y parece ser un día caluroso, por la plaza muchos niños caminan h juegan al cuidado de personas adultas.

Plas, plas, plas... El sonido de mis botas contra el piso parecen llamar la atención de todos los presentes. No se que se destaca más, si la curiosidad de escucharme tocar o la manera en la que visto. Siento que cada día me inspiró en lo que uso, cada canción que interpretó va combinada con el look de ese día. 

Hoy llevo un estilo country pero muy relajado, mis botas y este sombrero son mi favorito, junto con mi chaqueta de piel. 

A lo lejos un montón de niños juegan con una pelota, unos corren de un lugar a otro tratando de quitársela, mientras otros se muestran tímidos y juegan poco. 

Siento que es un buen lugar para ponerme al día, quiero tocar durante la mañana ya que por la tarde Eduardo quiere que vallamos a correr en motos.

Coloco el estuche en el piso y saco el violín junto con el arco. Pongo el violín sobre mi hombro y basta con colocar el mentón en el para conectarnos. Comienzo con calentamientos, tratando de entender al violín con  lo que deseaba deleitar al público. Siempre eh sentido que es el quien toca y yo soy el medio que hace salir el sonido. No lo entiendo, pero nací para esto, desde pequeña me enamoré del sonido y de la capacidad de interpretar y lograr cosas hermosas mediante el violín. Nunca entiendo cómo es que soy capaz de tocar, ya que mi mente viaja a otro mundo mientras lo hago y son mis manos las que han memorizado la partitura y hacen todo el trabajo. Es extraño; el cuerpo lo es.

Tocó, tocó y tocó, me dejó llevar en Frozen y los niños aplauden, entreabro los ojos y veo el gran público que eh atraido, mientras otros niños jalan a los que podrían ser sus padres para que se a cerquen. Me despiertan de este éxtasis sus aplausos y se que eh terminado. Se amontonan dejando dinero dentro del estuche.

Veo brillar sus ojos del gusto que han sentido al escuchar este tema y todo esto se los debo a mis dos pequeñas sobrinas, son quienes me obligan a sacar estos temas para ellas.

—tia Tallia queremos Frozen!!—chillo en una ocasión mi sobrina más pequeña; se llama Alejandra y apenas tiene 3 años, aún así tiene el corazon robado de mi madre, la adora desde que llegó a nuestras vidas. La otra apenas es una bebé de 6 meses y se llama Monserrat, todos las llamamos Monse de cariño, es una niña espectacular, sus mejillas son las esponjosas, tienen un rubor natural y sus ojos son café, pero quizás es su brillo lo que la hace tan bonita.

Continúo tocando algunas dos o tres horas más, al darme cuenta que se me había ido el tiempo tan pronto, Eduardo y yo quedamos de encontrarnos a las nueve y aún me faltaba comer y recoger el departamento.

Suena mi teléfono mientras guardaba todo con tanta prisa, es mi madre, no sé si responder o posponer la llamada para más tarde. Pero es tanta su insistencia que no me queda de otra.

—¿Alo? — pregunto mientras me cuelgo el violín. Al otro lado del teléfono puedo imaginar a mi madre titubeando, nunca ha sabido cómo entenderme y ha sido una lucha tratar de hacerme a su manera, siendo su único orgullo mi hermana Samara. 

Samara es perfecta, no puedo negarlo. Educada, responsable y decidida. Desde pequeña sabía que quería ser abogada y jamás renunció a su sueño, ni siquiera romper su compromiso con el amor de su vida para conseguir sus sueños que obviamente el matrimonio aún no estaban en sus planes. En el transcurso del tiempo conoció a su actual esposo y padre de sus hijas. Ella nunca las descuida ni tampoco su hogar y aún así es una excelente abogada.

—Italia hija!— saluda con exagerado entusiasmo— si que te gusta desaparecer por completo— reclama.

—madre!!— respondo con menos entusiasmo, pero con gusto de que mi madre me haya llamado— lo siento, eh estado ocupada — le respondo. Y esque de verdad se me ha ido el tiempo volado.

— cuando te das una vuelta por la casa?— pregunta durectamente.

—no lo sé madre, en cuanto pueda te aviso— respondo.

—te alejas tanto de mi— reclama con evidente tristeza en su voz.

Se que tiene razón, pero no me siento cómoda en la casa mayor.

— está bien— respondo — iré cuando tú me lo pidas.

—perfecto— responde victoriosa, se que le eh dado una gran oportunidad de decidir cuando ella quiera pero es mi madre.— esta noche festejaremos un logro en la empresa, ¿Que te parece si vienes?.

No puedo creerlo, son la clásica reunión familiar en la que todos presumen sus logros, tratando de demostrar quién es el mejor orgullo para la familia.

— mamá, tengo planes para hoy— me excuso

— tu has dicho que cuando yo quiera— escucho su respuesta aún cuando ya sabía que diría eso.

— pero quizás mañana valla— insisto.

— Hoy hija— responde con esa voz autoritaria que nadie puede contradecir— eh dicho que es reunión familiar y estarás hay.

No me queda más que aceptar, que más puedo hacer si es mi madre quien me quiere hay.

—esta bien— suspiro.

— A las nueve sin falta— ordena— ahora debo colgar para revisar que todo está en orden— no espera una respuesta y me cuelga.




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