Para siempre

Sin aliento

Soy la más sonriente hoy, entro muy nerviosa de toparme con el, en el reflejos e las puertas doy un repaso rápido a mi outfit de hoy, pantalón de vestir con pinzas super moderno y top formal rosa palo, cabello divino y zapatillas estilettos negros, son mis favoritos, el motivo por el cual los tengo en varios colores, modelos y número de altura, soy fans número uno de ellos, luego de los tenis y después las botas. Llegó una cazadora abrigada porque ya se siente mucho el frío. El elevador está solo, nadie entra mientras llegó a mi destino, creo que eh llegado más temprano. En cuanto salgo paso casi corriendo directo a mi oficina, me siento muy nerviosa de toparme con el. Mis compañeros aún no llegan así es que aprovecho para ir adelantando el trabajo, según recuerdo Alexander dijo que teníamos reunión a las nueve. 

–Me ganaste– dice Lulu entrando, tiene la nariz roja por el frío y se le ve la piel un poco reseca, en esta temporada si no la hidratas bien es lo que pasa con el frío.

–Buenos dias– le respondo más de feliz de lo normal –¿Cómo te va?– me acerco a ella para besar su mejilla. 

–Bien– responde apartándose a su silla– según hoy lo tenemos relajado– me aviza

–Tenemos reunión a las nueve– le digo 

–No me avizaron– muestra sorpresa en su gesto 

Realmente para que ella no se entere es difícil, es muy buena en lo que hace, nunca falla. Me hago la despistada y saco mi móvil.

¿Y la reunión?

Me atrevo a enviarle un mensaje personal.

Le mando la dirección por mensaje 

Me responde después de unos minutos. 

¿Vamos los tres? 

Le pregunto, si mal no recuerdo somos un equipo.

¿No puede Acer su trabajo sola?

Me reta con su constante y ya conocido mal humor. 

–Tengo que salir – le digo revisando la dirección que me llega en el teléfono, omito decirle que iré a ver a Alexander, siento que no es buena idea. 

–Claro– me dice sin mirarme, tiene la atención puesta en el ordenador.

Salgo colgando mi bolso sobre mi hombro, no digo nada, solo bajo, agradezco que el elevador este solo y puedo bajar más Agusto, salgo por las grandes puertas dando otro repaso a mi atuendo.

Aprovecho mientras voy en el taxi aprovecho para enviarle un mensaje a mamá, hay diferencia en el horario y espero no despertarla si es que está dormida. La saludo, le pregunto cómo va todo y vuelvo a guardarlo, siento un nerviosismo en el estómago. Llegamos, la dirección era de un restaurant, debe ser alguna reunión de negocios aquí, aunque no se yo en qué entro en sus reuniones. Entro y le doy mi nombre a la señorita de la entrada, checa y no está mi nombre, opto por decir que vengo con Alexander y entonces si me llevan por el lugar como si fuera una importante persona. Atravesamos el lugar, voy siguiendo a la chica, es algo elegante el lugar, nada de lo que ya estoy acostumbrada aunque no son de mi gusto, siempre prefiero ir a lugares más pequeños, más censillos y amo la comida rápida, no casi siempre como de ese tipo pero si cuando tengo oportunidad. Por ir detrás de la chica no puedo verlo desde lejos, pero s eque nos acercamos por las mariposas de mi estómago, están que saltan de la emoción. Ella se hace a un lado y me deja de frente al hombre que me hace suspirar, está de traje como siempre, impecablemente vestido, todo en el resalta, desde su pelo perfectamente desordenado asta sus zapatos, el también me revisa con la mirada, ouscureciendola leventeme cuando fijamos los ojos. 

–Buenos días– le saludo sin apartar la vista de los suyos. 

–Tome aciento– me señala la silla frente a el. No aparta la mirada mientras me siento, espero no hacer nada torpe para quedar el ridículo frente  a el. 

Llega el mesero con nuestra carta, ordena el desayuno por los dos, lo miro frunciendo el ceño pero me ignora. El chico se va y continuamos con la situación de nerviosismo. Me tocó más manos bajo la mesa para distraerme un poco. 

–¿Y los demás?– le pregunto rezando porque no vea mi nerviosismo.

–¿Quienes?– pregunta evidenciando lo obvio, siento como de pronto tengo mucha calor, estaremos solos en una mesa, no creo poder comer.

El mesero interrumpe y agradezco por dentro, lástima que se irá en seguida, pongo atención en el mesero mientras hace su trabajo, para evitar topar con los ojos miel que me taladran.

–¿Algo más?– pregunta de manera amable, ambos negamos con la cabeza. Y el se retira. Suelto el aire despistadamente viendo el plato frente a mi, huevos benedictinos, espárragos asados, tomates cherrys y un jugo de naranja. No soy muy de comer tan sano, pero se ve muy apetitoso todo que con gusto deborare. Cojo los cubiertos, siento lastimas por arruinar la buena presentación pero me urge comerlos, llevo el primer bocado y me derrito de placer, con el segundo mi boca casi llega al clímax y el tercero es orgasmo bocal seguro. Limpio mi boca con la servilleta y caigo en cuenta de la presencia del cabernicola que tengo enfrente. Esta con la mirada oscura y fija en mi, siento un poco de pudor por comer como si estuviera hambrienta pero nunca había comido algo así. El no a probado su plato, 

–Perdon– digo poniéndome rigida en mi silla– estaba disfrutando– le llegó alcanzando mi jugo, lo veo asentir y tomar sus cubiertos, se ve un poco desesperado, como si la corbata estuviera asfixiandolo. Se lleva un bocado a la boca pero no hace ningún gesto. Alargó la mano para tomar una rebanada de pan tostado y el hace lo mismo, nuestros dedos chocan por casualidad y los quitamos enseguida, el roze se siente como un impacto de electricidad, vuelvo a hacercar mi mano y está vez el espera. Lo tomo y le unto un poco de mantequilla, tengo un plato de fruta picada también; fresas, kiwi y papaya.




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