Las protegidas
Llegamos al 16 de junio del 2010 para iniciar nuestra misión. El clima estaba muy helado por las nevazones que se habían pronosticado el otro día. Enrrico me propuso ir a buscar a Stella para evitar que las asesinen, por lo que accedí sin ningún inconveniente y él iba estar en la torre y preparar un plan para emboscarla.
Había tomado la ruta más corta hacia los “Cerros de la Viuda” y había llegado a su casa con mucha prisa. El perro ladró de manera muy rara, eso me llamó mucha la atención porque es el anuncio de algún acontecimiento inusual. En esos instantes salió Stella con su piyama, me miró con alegría, fue a mi encuentro y me abrazó, me dijo:
- Mati ¿Dónde estabas? Estaba preocupada por ti.
- Stella, me da mucho gusto verte. Ahora tienes que venir conmigo porque hoy es el día en que la bruja vendrá.
Stella se preocupó y me dijo:
- ¿Pero a dónde me llevas?
- Al edificio Rotterdam del centro porque me encontré con aquel hombre del futuro y hemos decidido adelantarnos hasta el día de hoy. En otras palabras, viajamos desde ayer hasta el de hoy para ponernos en acción.
Stella estaba muy impresionada con lo que le dije. Ella me pidió que la esperara porque iba a buscar a su hermana e irnos juntos a Rotterdam y así estar seguros. Ambas salieron e inmediatamente nos fuimos cuesta abajo por el camino de piedras. Mientras tanto, Sofía se mostró algo hostil y dijo:
- Es increíble que nos toque ocultarnos por culpa de una bruja del futuro, perdón… por culpa de Mati.
Stella le dijo:
- ¡Hermana! Ya hablamos de esto, no es su culpa.
Le dirigí la palabra a Sofía:
- ¿Perdón?
Sofía se me acercó un poco más y se puso en frente mío y prosiguió con rabia:
- Así es. Si hubieras sido más prudente en tus relaciones con los demás no estaríamos en esto. Todos estos acontecimientos tienen mucho que ver contigo. Si no fuera por ti, no estaríamos aquí huyendo de una bruja del futuro que quiere matar a mi hermana…
Stella se impresionó de esta declaración de su hermana y le empezaron a caer lágrimas. Yo me quedé mirándola seriamente y le dije:
- Sofía… tienes razón… tienes toda la razón… y tienes todo el derecho a enojarte, pero, déjame decirte algo: cuando terminemos con esto tendrás todo el derecho a odiarme y no mirarme como lo hicieron conmigo antes de todos mis viajes en el pasado. Se te va a ser fácil ya que cuando me vaya, lo único que vas a ver es a mi “otro yo” de esta época, no te tomará mucha importancia, de hecho… recuerdo muy bien cuando te dejé a tu casa el 12 de junio, no te pesqué ¿Fue así o no?
- Sí.
- Pues entonces, puedes tomar ese camino original conmigo antes de mi intervención, como si siempre nos hubiéramos ignorado… o puedes hacer la diferencia, salir de esa uniformidad monótona y empezar de nuevo una nueva historia que le mundo espera que cuentes, sin odio, sin rencores, sin peleas. Tú eliges… Tú también Stella.
Stella me miró y dijo:
- Yo elijo estar contigo.
- Pues yo no, y tú tampoco Stella.
- Sofía… tú has elegido… pero no elijas por los demás. Deja que ella discierna y vea bien las cosas, sin odios, sin rencores, sin peleas. Tú no tienes el derecho a decidir por ella, más bien tienes que ayudarla a discernir y a que tome sus decisiones, porque si sigue tus decisiones sin que ella haya discernido bien no será verdaderamente libre y para variar vas a transmitirle tu odio, tu rencor, tu pelea. Por eso el mundo sigue como sigue, porque seguimos el camino de la mentira, el odio, el conflicto, el rencor ¡Nunca vas a hacer la diferencia de ese modo! Seguirás la uniformidad monótona del mundo.
En ese momento me puse muy apasionados y les dije:
- Lo que más quiero es hacer la diferencia. No quiero vivir más en mentiras y engaños ¡Quiero que la verdad prevalezca! No quiero que ustedes sean víctimas de los rencores que la bruja les tiene. ¡Quiero que haya paz en ustedes! No quiero que por culpa del odio las maten ¡Quiero que vivan y sean libres! No quiero que esta pelea continúe per secula seculorum ¡Quiero acabarla, por Dios! Y ahora ¿Salimos de esto?
Ambas me miraron con asombro ya que había dicho palabras muy profundas. Sofía dijo:
- ¿Y cómo podemos acabar con todo esto?
Agregué:
- Solo hay una forma de hacerlo: con Amor. Con ese amor que es comprensivo, servicial, sin envidia, que no busca el mal, el amor se preocupa del otro. Con el verdadero amor se puede vencer.
Stella, secándose esas lágrimas me dijo:
- Te sigo ¿Y tú Sofía?
Sofía dijo:
- Lo haré… pero no sé si… bueno, después vemos.
Y después de esto, seguimos caminando hacia la ciudad, bajando con todo cuidado ya que el hielo y la nieve dificultaban el trayecto. Con lo anterior, todavía muy latente, Stella volvió a manifestar su apoyo:
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Editado: 28.06.2024