Tras enviar aquel mensaje, apagó la pantalla del celular para recrear los escenarios vividos ese día y prendió la tele de su habitación para poner música de fondo a bajo volumen. Esperaba que ella contestara, sin embargo, la noche transcurría y no había señales. “¿Se habrá dormido?”, se preguntaba. La emoción disminuía y el sueño era notorio. Justo cuando se acomodó para descansar, el teléfono que yacía en la mesa de luz, vibró. Con los ojos cansados, Jean tomó el celular y encendió la pantalla. Apenas veía el mensaje, pero algunas palabras bastaron para despertarlo completamente.
- Disculpa la tardanza, pero debo explicarte algo chico. – La respiración del muchacho se paralizó al leer. – No quiero que confundas las cosas, pero tampoco deseo que cambien. Me encantan los abrazos y me parece una forma grandiosa de expresar afecto, más que los besos. Por lo general, abrazo a todos mis amigos y gente que aprecio, por eso no quiero que malinterpretes la situación.
Innumerables veces, leyó su mensaje. El joven se hallaba confundido, inundado en un maremoto de emociones. Aquella felicidad que poseía, fue arrebatada con un par de palabras. Aún con lo poco de razón que le quedaba, busco una forma de contestar que no denotara su tristeza, procurando que fuese para antes de que se conectara nuevamente a la red. Él era consciente de que solo podía ser su amigo.
- Lo comprendo Ruby, sé que te fascinan los abrazos. Además, tienes pareja y tú no lo engañarías ni nada por el estilo. Estoy excelente, la pase genial esta tarde-noche, y bueno no te preocupes, yo me iré a dormir ahora. – Al enviar el mensaje se desboronó en un mar de lamentos, pues no solo admitía que solo sería su amigo, sino que realmente ella no podía estar con él por tener novio.
Apagó el celular y lo dejo en la mesa de luz. Luego, se acurrucó en su cama para poder dormir, pero cerrando los ojos, un montón de pensamientos lo atacaban, tanto buenos como malos. “¿Esto es el amor?”, rondaba ahora por su cabeza.
A la mañana siguiente, sin siquiera saber que se había quedado dormido, agarró el celular para ver si Myers le había contestado. Desde la barra de notificaciones, leyó su mensaje que, si estaba, era muy diferente a como lo esperaba.
- Lo siento, hoy no tengo ganas de hablar, no me siento muy bien. - Decía el mensaje.
- Cuéntame, quizás pueda ayudarte. – Contestó Jean, con la esperanza de solucionar su malestar.
Ahora lo óptimo para el muchacho, era levantarse y desayunar para ir a la escuela. La mañana tenía tonos muy apagados, un cielo gris repleto de nubes y una brisa de aire fresco. El día transmitía aquello que muchas personas consideran como tristeza en el ambiente. Jean se veía afectado por esta enorme coincidencia, iba a ceder a ese malestar también. Sin embargo, perdiendo la calma, recurrió a un viejo amigo para ver si este le podía aconsejar. Ese era Daniel, un chico de su misma edad, moreno y de pelo negro que solía vestirse al igual que un rockstar. Al mandar un mensaje, él contestó de manera inmediata, y a los pocos minutos, quedaron para encontrarse al día siguiente en la misma plazoleta donde se había encontrado con Myers.
Ese día, Jean no tuvo mucho contacto con la joven, ya que apenas se conectaba a la red, algo realmente parecía andar mal.
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Ya por la mañana siguiente, el horario de encuentro era a las 11 de la mañana en dicha plazoleta. Lacer se hallaba emocionado, paso mucho tiempo luego de volver a juntarse con su amigo Daniel, ya que ambos tomaron rumbos extremadamente diferentes respecto a sus estudios. El lazo no se afectó en lo más mínimo, al saludarse, fueron a sentarse en uno de los bancos que daba a la avenida, para ver los vehículos transitar. Daniel llevaba su típica ropa negra con púas, tanto en los pantalones, como remera y chaqueta.
- ¿Y qué tal con tu novia? – Preguntó Jean, apreciando la tranquilidad de la mañana.
- Bastante bien la verdad, considero que somos el uno para el otro. Pero, quiero preguntarte algo. – Sonrió tras mirarlo.
- ¿Qué cosa? – Descansaba los brazos por detrás del espaldar del banco demostrando su confianza y tranquilidad.
- ¿Cuándo volveremos a juntarnos? Te extrañamos. Recuerdo aún, esas tardes donde salíamos los tres a divertirnos. Incluso, esas noches donde íbamos a comprar comida y hacer locuras de las nuestras.
- Tendría que ver, últimamente estoy muy ocupado estos días. Pero sería grandioso salir a comer y charlar un poco. – Soltó una sonrisa nostálgica, en verdad, Jean extrañaba esos momentos.
- No te preocupes, nosotros estaremos esperando. - Hubo silencio. Luego, Daniel chasqueó los dedos. – Ahora cuéntame, ¿Qué hay de esa chica?
- Respecto a ella, pensé que todo marchaba bien, pero anoche recibí este mensaje y me bajo el ánimo. – Sacó su celular para mostrarle aquel mensaje. – Mejor mira un poco más, para tener contexto de la situación. Siento que es extraño todo esto.
Los dos observaban el celular, Jean le enseñaba y Daniel prestaba atención.
- Si hay algo que no te conté, fue que ella tiene novio. - Una decepción hacia si mismo lo ataco en el momento, era notorio en su rostro y su tono de voz. – Dudaba entre convertirme en su mejor amigo o esperar a que ella terminara su relación, porque en verdad me gusta estar con ella.