¿Cómo que al final sí había una nota?
En cuanto llego a casa tomo la llave de repuesto, busco el dinero y vuelvo a pagarle al taxista. Descubro el porqué del silencio continuo en el cual viajé cuando entro al baño y me observo el rostro, tengo todo el maquillaje corrido y los ojos hinchados por tanto llorar. Rápidamente abro la ducha, me quito la ropa sucia y me introduzco bajo el agua caliente, me enjuago la cara disfrutando de la calidez del agua, la cual logra despabilarme un poco y mi cerebro comienza a funcionar. Aquel que me atacó en esa calle no se veía como Mauricio, sus ojos eran totalmente diferentes. Con la mente un poco más clara y deseando respuestas salgo del baño, tomo el celular del trabajo y marco el número que evito desde la muerte de mis padres, pronto el tono de llamada en curso se ve interrumpido por una grabación.
—Te has comunicado con Allegra, en este momento me encuentro fuera de casa y no estaré disponible hasta el trece de septiembre, responderé tu mensaje a mi regreso. Si eres «Emma Problema», busca la nota.
Un pitido me anuncia que se ha comenzado a grabar cualquier cosa que diga, corto y vuelvo a llamar, el mensaje se repite dejándome claro que mi abuela siempre camina tres pasos delante de mí.
Me dirijo hacia la cocina y tomo la caja, con ella en las manos vuelvo a mi habitación. Sentada en la cama descubro algo escrito en el interior de la tapa:
Querida Emma:
Puedo apostar mi vida a que algo ha salido terriblemente mal y ahora corres desesperadamente tras respuestas que debiste buscar en un inicio. De la misma forma en la que tengo la certeza de aquello, también la tengo de que estás bien, después de todo estás leyendo esto. Cuando eras pequeña amabas estar conmigo en mi taller, olfateando cada fragancia que creaba, buscando realizar tus propias mezclas. Todo lo que te he dicho, y con el tiempo has creído que eran mitos y supersticiones, es cierto, cada fragancia tiene el poder de cambiar tu destino, para bien o para mal. Recuerda, todo lo que buscas está oculto en tu memoria. Te amo, mi niña.
Releo la nota hasta el cansancio, estrujo mi cerebro buscando aquello de lo que habla mi abuela, pero mi mente se niega a cooperar. Finalmente el sueño me vence y mi subconsciente se hace cargo de encontrar respuestas.
҉
Mis dedos recorren rápidamente los títulos puestos a las fragancias, mi abuela está ocupada en otras cosas, no se dará cuenta de mi intromisión. Busco aquel perfume que puede hacer que todo lo que desee se haga realidad, quiero tener ese perrito al que mis padres han dicho «no» tantas veces. Finalmente me rindo con el índice y comienzo a hojear pausadamente el libro, pronto una página con raros signos y códigos de colores llama mi atención y el perrito pasa a segundo lugar. Comienzo a leer con dificultad, la letra de mi abuela es críptica.
—De sangre mágica y colores va nuestro mundo, de olores y sensaciones peligrosas en las manos equivocadas. ¡Cuidado con el ser que vigila, aquel que olfatea el aire en búsqueda de poder! Recuerda los colores, aquellos que determinan tu destino, tu fortuna. Combina, crea y utiliza con cuidado, ni mucho ni poco, lo justo para no correr peligro. Rojo: salud. Rosa: amor incondicional. Naranja: pasión. Violeta: Fuerza, determinación. Verde: suerte, fortuna. Azul: templanza, lógica. Amarillo: felicidad, recuerdos reconfortantes. Negro...
—¡Emma Problemas! ¿Qué estás haciendo con mi diario? —me reprende mi abuela arrebatándome el cuaderno de las manos.
La miro con ojos culpables, no soy capaz de negar algo que ella ha presenciado.
—Quería que mis papás digan que sí puedo tener un perrito, lo siento.
—Cariño —susurra con la voz más dulce—, tus padres te aman y saben lo que es correcto para ti. Cuando sea el momento, seguramente te darán uno.
—Abuela, ¿los perfumes de verdad tienen poderes? —pregunto dudando de que solo sean cuentos de mi abuela como dicen mis padres.
—Por supuesto que lo son, lo que sucede es que solo muy pocos pueden verlo —contesta dejando el cuaderno en el estante más alto, sobre aquel que sabe que yo no alcanzo.
—¿Para qué es el perfume negro, abuela? —pregunto negándome a dejar inconclusa la información.
—Espero nunca debas saberlo —responde con la voz apagada—, ahora ve a jugar, hoy el día está hermoso —añade dando por terminada la charla.
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Editado: 26.01.2023