Parva Luna

Capítulo IV

Capítulo IV

 Ese día mi vida cambio en un abrir y cerrar de ojos,  todo lo que creía y en lo que no, se trastornó entre realidad y fantasía.

No recuerdo en qué momento me quede a merced de Morfeo, o bien en que momento regrese a casa, lo último que recuerdo es estar con Halia en el rio y de ahí pequeños fragmentos que no estoy tan segura de haberlos hecho en realidad.

-¿Dia?- escuché la voz de Halia al otro lado de la puerta de mi habitación, al no obtener respuesta asomó por ella- ¿Te encuentras bien?- cuestionó mi amiga sentándose en la punta de mi cama viéndome preocupada.

¿Cómo puedo estar bien se no recuerdo en qué momento regrese a casa y me dormí? ¿Cómo estar bien si lo último que recuerdas es ir al rio y ahí está en blanco? Pero lo más importante ¿Qué pasó para que Halia me vea con preocupación en su rostro?

- ¿Dia?- dijo acercando su mano en mí cabeza para ver si estoy caliente – No tienes fiebre ¿Por qué no contestas?- cuestiona más para sí misma como para recibir una respuesta.

-¿Qué paso?- pregunte en un murmullo, siento mi garganta reseca como si fuera días que no bebo agua.

-Eso mismo me pregunto, ¿Qué te paso?- cuestionó un poco histérica Halia – Cuando te encontramos, estabas inconsciente- comentó un poco más calmada.

-Veo que ya no tenemos que esperar más días para que despierte- dijo una voz de hombre desde la puerta de mi habitación, una voz un poco molesta para mí parecer, el dueño de su voz era nada ni nada menos de Alexander Tavalas.

Espera dijo ¿Días? Es decir llevo mucho tiempo inconsciente, y para mí es como si hoy apenas fuimos al río.

-Halia anda avisarle la abuela- articuló Tavalas- trae un vaso con agua ha de estar sedienta- dijo cuándo Halia estaba en la puerta de la habitación.

Estuvimos casi un minuto en silencio, él me observaba como si quisiera descubrir algún enigma en mí, y yo simplemente lo ignoraba.

-¿Qué sucedió en el río?- exclamó tras ese silencio en el que me analizaba, antes que pudiera dar una respuesta entro Halia con el agua que pidieron, me lo entrego y se excusó diciendo que tiene que ir al baño, dejándome a solas un vez más con este sujeto desagradable a mi persona.

-Lo que haya sucedido no le concierne- dije una vez que había tomado el agua, mi garganta que se sentía reseca ahora está feliz con la cascada de agua que bebía.

-Diana, tengo que saber qué pasó ahí- insistió a que le contara, pero como puedo contar algo que no recuerdo, y si fuera poco a él.

-Lo siento, pero le pido que se vaya de mí habitación ya que no le diré nada- exclamé como toda persona educada-mimada haría.

-No me iré a ningún lado hasta que me hayas dicho lo que sucedió- comento en tono amenazante acercándose a mi cama.

-Pues póngase cómodo ya que no le diré nada- articulé desafiante, que le pasa, no tengo porqué contarle aún si supiera que sucedió.

-Escúchame mocosa, no hagas que pierda mi paciencia, así que dime de una vez que sucedió- exigió agarrando mi brazo de forma fuertemente a tal grado que me dolía.

Quería gritar de dolor pero no lo haría, no frente este sujeto, qué más daba lo que sucedió en el río, ok, estuve inconsciente varios días pero aun así no veo la razón de hacer drama de cuarta.

-Señor Tavalas le recuerdo que está en mi casa, así que suelte a mi niña- la voz de la abuela se escuchó en la habitación, ahí estaba en la puerta con sus manos en la cintura, pose que hace cuando está molesta.

-Puede que sea su casa, pero no se olvide a qué vine a este lugar y no dejaré que está cría sea una amenaza- exclamó soltando mi brazo bruscamente y alejándose de mí.

-Si quisiera hacerle daño, ya lo hubieras hecho, oportunidades las ha tenido- dijo la abuela- le pido que salga de esta habitación ahora- ordenó la abuela.

Su discusión no la entendía, de algo estaba segura está diciendo que puedo ser una amenaza, pero ¿Para quién? ¿Me considera de esa forma por no decir lo que pasó en el río? Por una razón me sentí ofendida que piense que puedo hacer daño a alguien.

-Abuelita no me pregunte lo que pasó en el río, ya que ni yo sé- murmuré una vez quedamos las dos en la habitación.

-Diana, ¿alguna vez te he cuestionado en lo que haces?- preguntó mi abuela sentándose a mi lado, mientras negaba con un movimiento de cabeza- La razón es porque confío en ti y en Halia, sé que ambas son capaces de razonar en lo que está bien y lo que no- dijo mi abuela acariciando mi cabello- y sé que entre las dos eres más prudente en hacer las cosas- murmuró transmitiendo la confianza que tiene en mi con sus palabras.



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En el texto hay: ficciongeneral, descendiente de la luna, amor

Editado: 18.11.2018

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