Narra Evelyn:
Y aquí estoy, trabajando una vez más en la biblioteca, necesito el dinero para pagar un poco la universidad y aquí pagan bien. Ellos no me van a mantener siempre.
—Llegaron nuevos libros, por favor... —me doy vuelta a penas la escucho.
—Si, lo sé, tengo que ordenarlos —le sonrío forzada a la jefa.
—Gracias, Evelyn.
Llevo las diez cajas al fondo de la biblioteca. Esto parece un laberinto, es horrible.
Abro las cajas y comienzo a ir de un lado a otro dejando todo en su lugar. Libros de historia, cuentos para niños, novelas y muchos más.
El día pasa aburrido, me quedé mirando lo que hacían mis otros compañeros de trabajo. Yo ya había terminado mi parte y no sabía qué hacer, así que fui a una de las mesas alejadas y comencé hacer tarea de la universidad.
Pero nunca puedo estar sola.
—¿Eres de primer año, verdad? —una chica de mediana estatura, ojos grises, cabello marrón claro y piel pálida me observa desde el otro lado de la mesa.
—¿Cómo lo sabes? —pregunto confusa.
—Estoy en cuarto año y te vi entrar el primer día —que observadora—. ¿Cuál es tu nombre?
—Evelyn —le extiendo mi mano y ella la acepta gustosa.
—Jana —sonríe simpática, ya me cae bien.
Pero no todo es de color de rosa...
Ella me explica algo de la universidad y me da algunos consejos.
Al salir, seguimos hablando sobre nuestra vida. Ella me cuenta algunas cosas de por qué vino a este pueblo. No sabía que habían intercambios sino, desde hace rato hubiese venido aquí.
Pero claro, en mi antigua condición no tenía nada de estas oportunidades.
Me invita un café y yo no puedo negarme a eso, necesito uno para relajarme. Entramos al negocio y nos sentamos en una mesa alejada. Hacemos nuestro pedido una vez que viene un camarero.
—¿Y por qué viniste a este pueblo? —se cruza de brazos mirando el camino.
—Necesitaba un gran cambio en mí, encontré este lugar mientras conducía y lo vi apropiado, entonces me quedé.
—Es lindo, lo admito —sonríe con aire melancólico.
¿Qué le pasó?
—¿Te sientes bien? —toco su hombro y me mira de reojo.
—Si. Es que estoy recordando cuando llegué —ríe nerviosa y niega—. No es nada.
Se ve medio rara o es que me da esa impresión.
—Cuando quieras que te ayude, me avisas —me guiña un ojo y sonríe—. Es un pueblo chico, nos conocemos todos aquí.
—Un pueblo chico y demasiado ostentoso —señalo hacia el bosque.
Ya vi algunas mansiones de ahí y son fabulosas. Algunas dicen que han sido de familias importantes y aún conservan ese aire. Me encantaría explorar un poco, y ya que acabo de conocer a Jana, tal vez la pueda convencer de ir allá.
—Sí —suelta una risita—. Todos dicen eso.
—¿Y es verdad? —me mira escaneado mi expresión.
—Depende —dice algo tensa.
¿Depende?, no la comprendí.
Cruza sus piernas y mueve el pie derecho varias veces, lo puedo ver gracias a que las mesas de aquí son de vidrio.
Después de compartir un momento juntas, ella me acompañó a mi departamento.
Dejo que pasen las horas, al ver de nuevo el reloj me preparo para salir a disfrutar la noche. La noche es joven, pero con ciertos límites siempre y a esos límites aún los sigo respetando, es como una clase de "prevención" que tengo. Siempre hay que tenerlos.
Mi teléfono suena y sé que es mi amiga. Contesto la llamada y lo dejo en alta voz.
—¿Qué quieres?
—¿Así le hablas a tu amiga?
—Ya sabes... —antes de seguir, me interrumpe.
—Yo hablo como se me antoja —imita mi voz pero más gruesa.
—¿Por dónde van? —termino de colocar mis zapatos y voy al espejo a retocar mi maquillaje.
—Estamos llegando así que sal de ahí.
—En tres estoy abajo —coloco mis aros y mi collar; corto la llamada.
Esta noche será una gran locura. Porque mis costumbres no las pierdo.
Cuando llegamos todos a la casa de un compañero; la fiesta está que explota. Música por todas partes, alcohol, bailes, de todo.
—¿Qué harán primero? — pregunta Zach viendo distraído el lugar.
—Iré por algo de beber, ¿alguien me acompaña? —todos niegan y se dispersan—, está bien creo que otra vez la pasaré sola la noche.
Yo soy nueva en este pueblo así que no conozco a muchos. Algunos me miran raros, otros con lástima... ¿lástima? No, debo estar imaginando eso, seguro.
Unas compañeras de curso me saludan a lo lejos, una hace una seña y voy con ellas.
—¡Hola! —las saludo sonriendo.
Me saludan al unísono; al rato estamos dele de contar experiencias y mucho más sobre nosotras, aunque yo me mantengo al margen.
La fiesta pasa aburrida sin mis amigos, pero bueno. He intentado divertirme y no puedo, estoy sola.
—Un trago bien fuerte, por favor —miro distraída al hombre (que parece unos cuantos años más que yo) que aparece al lado mío—. ¿Viniste sola?
—No necesito compañía —ya sé de estos que hacen eso.
—¡Uy! Alguien no está de buenas —dice con voz gruesa y eso hace que quede callada por unos segundos.
—Si... no lo estoy... —me concentro en mi bebida.
—¿Cuál es tu nombre? —insistente.
—Evelyn —tomo un gran trago de mi bebida—. ¿El tuyo?
—Tower... —sonríe de lado.
Ahora que lo veo mejor, no está tan mal. Ojos negros, cabello rubio y un cuerpo que está bueno aunque le falta más. No estaría mal jugar un rato con este. Total, ¿ellos están aquí? No.
—¿Puedes dejar de mirarme así? —miro a otra parte sonrojada—. Parece que me comes con la mirada.
—¡Es mentira! —me defiendo algo sonrojada.
—¡Enserio! —recibe su vaso y me mira de nuevo—. Fue un gusto, hasta pronto —toma todo de golpe y sale perdiéndose entre la multitud.
Miro su vaso vacío. ¡Se tomó todo de golpe! Yo hago eso y apenas empiezo... no me ven en días.
Bueno... buscaré algún... ya lo encontré.
Camino hacia mi objetivo pero tiran de mi brazo.
Editado: 10.01.2020