Era el momento.
Un momento que quizás ya había estado en el destino de cada uno de los Pasajeros. De Cooper, de Scott, de Miranda, de Han, de Max, de Dianne, y finalmente, de él. Algo que nunca se pudo evitar. Quizás habían visto la Pirámide para darse una idea del futuro que tendrían, y aunque todos los que estaban presentes sentían miedo, sabían que a dónde iban les deparaban más problemas, más peligros.
Tenían que detener a Ben.
—Viejo, ¿alguna vez viste Piratas del Caribe, en el Fin del Mundo? —Max le hizo la pregunta a Cooper—, bueno, estamos a punto de vivirla en su máximo esplendor.
—Allí está la Isla —dijo James.
—Vamos para allá —dijo Luna.
El American Sea poco a poco fue sumergiéndose en las enormes olas que ahora gobernaban el océano. Los rayos que caían de la tormenta se hacían más presentes, y las gotas de lluvia parecían proyectiles disparados directamente desde el cielo. Estaban cerca. El Triángulo les estaba dando la bienvenida.
Rápidamente, la proa del barco se sumergió, y una ola de gran tamaño cayó encima del crucero. Lo último que James pudo ver, antes de ser tragados por el abismo de la profundidad, fue a Luna aferrándose a él, y a Dianne estirando su brazo para tomarlo de la mano. Después, cerró los ojos, y sintió cómo el mar lo devoraba.
Después, desapareció.
—
James abrió los ojos.
No estaba respirando. El susto y la ansiedad comenzaron a correr a través de su sangre, gritándole, por así decirlo, que necesitaba inhalar aire o moriría ahí mismo. Podía ver poco. La oscuridad se cernía sobre de él. Estaba flotando sobre nada.
Sentía sus pies, intentando pisar algo sólido para poder mantenerse firme, pero no encontró nada. Sus brazos ya se habían entumecido, pero aún así intentaban rasgar la penumbra que lo estaba envolviendo. ¿Dónde estaba?
Seguía sin respirar, y su cuerpo comenzaba a pedirle aire frenéticamente. En cuanto abrió la boca, algunas burbujas salieron de ella.
¿Estaba bajo el agua?
Poco a poco, los recuerdos volvieron a su memoria.
El Atlantic Tres Dieciséis. Max ayudándolo a comprar algo en la máquina expendedora. Alguien había robado un boleto del avión más lujoso del mundo. Las turbulencias. La playa en las Islas Canarias. Hellen. La Pirámide. Allori. Los Susurradores… Dianne. Persecuciones. Disparos. Francia y el golpe que le soltó a Scott. El viaje en tren directo a Londres. Estar en la cárcel y dar con Miranda. Ver a su doble de aquella dimensión. Luna. Abrirle su corazón a Dianne contándole que su hermana había muerto muchos años atrás. El interrogatorio a Blackwood. Jim falleciendo. El vuelo a El Cairo. Owen rescatándolo, la primera vez de muchas, y explicándoles cómo funcionaba la Isla y las dimensiones. Ben revelando su verdadera identidad. Sobrevivir a una apuñalada. Conocer a los Salvadores. Ir a Chernobyl para encontrar un calendario conectado a la Isla y descubrir la fecha en la que podrían volver al Triángulo. Infiltrarse en el servicio secreto ingles para rescatar a Allori. Volar a Fort Lauderdale. Ser atrapados por Blackwood. Descubrir que Ben era Blackwood. Escapar del aeropuerto y robar un jet. Estrellar el jet y entrar al crucero American Sea. Pelear contra Ben. Entrar al Triángulo.
Y…
¿Después qué?
¿Estaba en… dónde? ¿Bajo el agua en qué lugar?
Poco a poco, comenzó a rasgar de nuevo la penumbra que lo envolvía y comenzó a subir varios metros. La luz de la superficie estaba ahí, cerca de él. ¿Acaso había despertado treinta metros bajo el agua?
Estaba demasiado cerca.
¡Ya casi!
En cuanto salió a la superficie, James inhaló profundamente hasta llenar sus pulmones de aire. Aún seguía lloviendo, pero las olas se habían calmado. Los rayos habían dejado de caer, y las nubes seguían encima del agitado mar.
—¡James!
Era Max.
Nadando a unos cuantos metros de su amigo, el muchacho se mantenía a flote.
—¿Dónde están los demás? —inquirió James. Le dolía cada parte del cuerpo. Cada músculo, podía decir que hasta cada molécula.
—Aquí —Cooper dio una bocanada de aire—. Aquí estoy. ¡No dejen que me ahogue!
—¡Eso jamás!
—¡Ven acá, amigo!
Entre James y Max lograron tomar a Cooper de los brazos y mantenerlo en la superficie con ellos. No fue difícil. El agua hacía la mayor parte del trabajo.
Estaban vivos. El crucero debía de estar muchos metros bajo el agua. Bastantes. Pero lo importante era que lo habían logrado. Habían llegado hasta ahí.
—James… —Max miró al frente.
En cuanto los tres prestaron atención, se quedaron paralizados. Ahí estaba. Monumental, perfecta, tal y cómo Owen la había descrito. Montañas al fondo, una jungla demasiado espesa y visible sin importar la distancia. Una Isla única. La Isla del Triángulo. Habían llegado. Lo habían conseguido.
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triangulo de las bermudas, misterio y aventura, viajes entre tiempos y dimensiones
Editado: 27.03.2019