Pase Lo Que Pase

CAPÍTULO 3

CAPITULO 3

El persistente zumbido hizo que abriera los ojos de golpe para ver la luz del sol entrando a raudales por la ventana. En ese momento recordé dónde me encontraba. Salté sin pensar de la cama, no sin antes mirar hacia la de Kira. Esta seguía dormida como si nada.

—Kira, despierta, son las siete. Tenemos que ir a clase.

—¡Oh! Por favor, nana, ¡déjame un poquito más!

—Kira, no soy nana, soy Lia. ¿Y quién es nana?

—¿Qué?, ¿dónde? ¡Oh cielos! Estoy aquí, esto es terrible –exclamó con los ojos pegados. Su pelo negro con mechas de color morado y fucsia caía enmarañado por su rostro. No pude evitar sonreír por el aspecto tan cómico que presentaba mi compañera de cuarto.

—¿Kira, quieres llegar tarde tu primer día?

—Por favor Lia, ten piedad, quiero dormir.

—Y yo, pero creo que hoy no es el mejor día para empezar a llegar tarde.

—Maldita sea, tienes razón.

Y como si le hubieran pinchado con una aguja, saltó de la cama dirección al baño.

—¡Eh, no te cueles!  Tengo que ducharme.

—Lia, tardo diez minutos, lo prometo.

Media hora después todavía tenía que desayunar. Me senté en la mesa del comedor con un café en la mano e intentando descifrar el mapa que me habían dado del campus, con el fin de poder encontrar mi primera clase. Miré mi reloj, las ocho menos diez.

—¡Dios! –exclamé con horror.

—¿Qué ocurre, Lia?

—Ahora sí que llego tarde: tengo que llegar al pabellón de publicidad y audiovisuales para mi primera clase y no sé dónde está.

—Bueno, no es para que te pongas así, déjame ver. Mira, cuando salgas a la calle atraviesa el parque y cruza la avenida, es el que está cerca de la biblioteca.

—Vale, creo que lo tengo, pero me tengo que ir ya, no quiero llegar tarde.

—Lia, ¿no me digas que estas opositando para ser la preferida del profe? —soltó en tono confidencial y con una sonrisa burlona.

—No, para nada, ¿de donde narices sacas eso?

—Es tu primer día, y no quieres llegar tarde, cuando lo normal es que eso ocurra ya que los nuevos alumnos se suelen perder varias veces antes de llegar a sus clase. Los profesores no suelen ser tan duros con los alumnos de primero, ¿lo pillas?

—Sí, colega, lo pillo, no soy tan cortita, pero no soporto llegar tarde a ningún sitio. Así que, como verás, no tengo intenciones de hacerle la bola a ningún profesor.

—Acabáramos, ¿entonces es eso? Eres una maniática del control, caray. Bueno es saberlo —soltó con tono de guasa.

—No soy una maniaca del control, solo que no soporto llegar tarde. Me parece una falta de respeto hacia la otra persona, ¿queda claro?.

—Sí, muy claro, igual de claro que el hecho de que estás nerviosa por tu primer día de clase.

—Lo siento, creo que acabo de perder un poco los nervios. Y sí, es cierto, pero no puedo evitarlo. Estoy algo abrumada con todo esto —dije haciendo un gesto con mi mano que abarcaba todo el espacio de mi alrededor.

—Es normal, pero ahora quiero que respires hondo y te relajes; todo va a ir bien. ¿Quieres que te acompañe a tu primera clase?

—No, quiero hacerlo yo sola. Ha sido un ataque de pánico puntual, pero ya me siento mejor —dije a la vez que cogía aire y lo soltaba con lentitud. Cuando me sentí algo mas tranquila, me levanté con determinación y me despedí de Kira, no sin antes pedirle perdón por mi comportamiento. Me dirigí hacia la salida.

—Eh, Lia, ¡espera! —me gritó Kira—. Recuerda que comemos en el comedor de la universidad.

—Sí, estupendo. Pero si ves que no llego a tiempo empieza sin mí. Seguramente me habré perdido.

—Bueno llámame e iré a recogerte. Y recuerda mis indicaciones para llegar a tu pabellón.

—Descuida lo haré. Que tengas un buen día. ¡Dios, no llego!

Salí pitando de la residencia, y mientras atravesaba el parque intenté relajar mi mente y soltar un poco de esa angustia que me había entrado. Realmente no era porque fuera mi primer día de clase; más bien era porque ahora estaba siendo consciente de que durante un tiempo, y dios sabía cuánto, tendría que vivir allí: en un sitio que no me gustaba, con gente que no era de mi ambiente, ni compartían mi mentalidad. ¿Cómo iba a encajar en un lugar así? Claro, que mi otra opción sería utilizar mi apellido como pasaporte hacia un bienestar mejor, como Kira me había insinuado, cosa a la que yo me negaba rotundamente. No quería que nadie supiera quién era mi padre, y al parecer en esta universidad el hombre tenía fama. Parecía ser que mi padre era uno de esos hombre influyentes de Harvard, y el apellido Travis, en ciertos círculos, era valorado. No me hacía mucha gracia descubrir la influencia que tenía mi padre en este sitio. Eso suponía más control sobre mi, por lo que parecía que la mejor opción sería pasar desapercibida y utilizar a Kira para orientarme en aquella marabunta de caras nuevas.

Todavía no sabía qué pensar de mi compañera de cuarto. Estaba claro que me había tocado, sin lugar a dudas, la friki, o lo que venía a ser lo mismo, la rara. Pero prefería mil veces a una Kira con todas su extravagancias que a alguna de esas niñas de papá, polioperada, con muchas tetas y una licuadora como cerebro. La buena verdad era que Kira me gustaba bastante, aunque había que decir que la chica de entrada parecía poco accesible, con esa mirada inquisitiva y algo siniestra, envuelto todo ello en ese perfil de gótica perdona vidas. Era como una barrera protectora que dejaba caer cuando se sentía en confianza, convirtiéndose en una chica bastante dicharachera, directa e irónica. Eso sí, con una lengua bastante mordaz, vamos, sin filtros. Había observado que la diplomacia en Kira era inexistente y la delicadeza o el tacto era algo que para ella no estaban dentro de su vocabulario. El hecho de que fuéramos compañeras de desdichas, ya que las dos nos encontrábamos obligadas por nuestros padres a estudiar en esta universidad, me había hecho sentirme más cercana a ella. Mi instinto me decía que podía confiar en ella, que era una chica legal y que podría ser una posible aliada para mi causa, pero mi parte más racional me decía que fuera prudente, que me asegurara de que no me estaba equivocando al juzgar el carácter de Kira, que de momento observara y esperara, aunque hasta ahora todo lo que había visto de Kira tenía mi aprobación más absoluta.




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