Alaia
Apenas llego a mi casa intento encerrarme en el cuarto sin éxito, puesto que Jeremy termina adentro conmigo.
—Alaia.
—¿Qué quieres? —pregunto molesta.
—La prosopagnosia no implica que tengas una enfermedad contagiosa ¿Lo sabes verdad? —me explica, me siento en la mitad de mi cama y él en una orilla, me acomodo de tal forma que mis brazos abrazan mis piernas, con el nudo en la garganta odiando el momento en que todo se vino abajo y de la nada— Cada quien se atormenta a su antojo con sus debilidades, me gustaría que fueras de esas personas que en su fragilidad, logran encontrar su fortaleza.
—Lo dice el que tiene la facilidad de reconocer a sus amigos en la distancia, de quien no sale con el temor de que le ocurra algo y no sepa qué hacer porque no puede distinguir a la persona ¡Ni si quiera sé cómo luce mi círculo cercano! —le digo totalmente frustrada. Sé que nadie elije estar enfermo, pero la prosopagnosia y yo… Es complicado, me hace sentir muy incómoda el no poder tener ese tipo de oportunidades.
—¿Me vas a decir que no has hallado la forma de identificarlos con eso? ¿Crees que eso te hace menos? Me pregunta y de un momento a otro me ha levantado el rostro y nos estamos viendo a los ojos— No tienes que ser perfecta, ni cumplir requisitos inalcanzables, solo tienes que ser tú —me dice escondiendo parte de mi cabello tras las orejas.
Intento verlo, creo que sus ojos tienen un color bello, me acomodo con las rodillas en el colchón y me levanto para con mis manos examinar su rostro, él cierra sus ojos y me deja explorar. Nunca nadie se había preocupado de esta forma por mí. Nadie había intentado quererme sin intentar arreglarme. Sé que él quiere que esté bien, pero eso no significa que estoy rota.
Esa sensación de vacío que viene y me abruma… Es incómoda, pero a final de cuentas, la prosopagnosia es algo que no puedo cambiar ¿Qué es lo que realmente podré cambiar?
Después de pasar mis manos por su rostro, me siento en la cama nuevamente, nos quedamos un tiempo así mirándonos, sonrío porque ya no me siento tan mal, él me toma de la mano para terminar acostados a lado y lado en la cama, pongo algo de música instrumental y cierro los ojos.
…
Cuando despierto, me doy cuenta que no tengo mis lentes y que tenía la sábana puesta. Ya es de día así que tengo que arreglarme para la universidad. Trato de estar tranquila y serena para la peor exposición de mi vida.
Jeremy y yo caminamos por el pasillo, hay muchas personas murmurando cosas, aunque nadie hace nada, hasta que aparece Anna.
—Hermana, o más bien debería decir traidora —Dice ella, intento considerar que este drama sólo hará que ella se vea favorecida, así que camino evitándola para seguir con lo mío.
—¿Te vas? ¿Tu rostro se ha caído por la vergüenza de pretender al chico de tu propia hermana? —dice casi gritando, entonces la gente se empieza a acercar y todos murmuran que conteste que no sea cobarde.
—No es necesario que reclames de manera pública para hacerme quedar mal, para de decir que te estoy robando algo, primero debería ser tuyo y él, es un ser humano, no le pertenece a nadie. Segundo ¿Realmente sabes lo que pasó? ¿Si realmente nos besamos? Porque no hicimos nada ¿De qué manera existe la traición? —admito que debí no decir nada, pero la valentía pudo más que mi silencio. La gente se empezó a reír y apenas Anna intentó cogerme del cabello, Jeremy agarró su mano y la detuvo.
—Respeta a mi amiga, sino tienes un buen argumento, jugar a la fiera no te va a hacer ganar —dijo Jeremy y le soltó la muñeca, nos fuimos directo a clases.
Empezamos las clases con bastante naturalidad, la gente estaba más quieta después de haber visto que a la final Anna había mentido y exagerado un poco, así que en la hora del descanso mis amigas estaban en las bancas esperándome.
—¡Alaia! ¡Jeremy! ¡Vengan! —pronuncian ellas. Nos acercamos a la banca y nos ponemos a comer y a hablar.
—Alaia nosotras no sabíamos de tu enfermedad —Empiezan a decir ellas. Suelto un suspiro.
—Lo sé, nunca se los había contado, además, realmente es incómodo para mí vivir con ello, mantenerme callada me hacía sentir menos anormal —dije con algo de tristeza en mi voz, puede que no sea una enfermedad muy grave, pero solo quien la vive entenderá el peso de la situación.
—¿De verdad? —pregunta Mel
—A veces me gustaría saber cómo son sus rostros y no vivir con el temor de no saber quiénes son… El rostro es el 70% de lo que vemos en la gente y eso es algo que yo no puedo tener… Me frustra —comento tapando mi rostro con mis manos.
—Alaia, no te puedes castigar por eso, tú no lo elegiste —dice Estrella, asiento y terminamos de comer en silencio.
—Hemos pensado que… si sales en televisión podrían dejar de tener tanta curiosidad contigo —dice lentamente Luz, al terminar, saca su celular para evadir mi mirada.
—¿Están hablando en serio? —pregunté notablemente confundida ¿A caso todo lo que les venía diciendo no lo habían comprendido?
—Pues claro, todo esto empezó en el momento en que Anna hizo su show y cada vez que ella tenga la oportunidad, te hará quedar mal, porque tiene las influencias necesarias para manejar la información a su conveniencia —dice Mel con su gran análisis.