Pasión y muerte

Perdición

Hoy dos de Febrero del presente año, cumplo mis dos décadas de vida, la verdad es que me aterroriza completamente la idea de que cuando me pregunten ¿Qué edad tienes?, ya no pueda responder quince o menos, ahora sólo puedo decir veintitantos. El terror de tantas mujeres y nunca pensé que fuera el mío, también.

Es fin de semana, sábado por la mañana, el clima es perfecto, nublado y caen finas gotas de agua, puede hacerse pasar por brisa, la corriente gélida de aire, me eriza los bellos de la piel. Amo esta clase de días, por mi podrían ser todos los días así, sería más feliz de lo que suelo ser, aunque para la mayoría de la gente estos días se significa desesperanza, pero para mí es lo contrario, las personas suelen sufrir por cosas irrelevantes, como por los asuntos del trabajo o de la escuela; eso para mí no tiene relevancia. Sólo quiero estar bien.

Pero de pronto todo cambio, un mal presentimiento invadía mi mente por completo, más no sé a qué se deba o con qué situación está relacionado. Pasaron los minutos eternamente, me siento intranquila, estoy a punto de correr por el jardín. Pero decido entrar en mi casa y quedarme dentro de mi cuarto. Subo las escaleras corriendo y llego hasta mi cama, pongo un video en YouTube y me dejo llevar por la música. Estaba a punto de quedarme dormida.

Un par de segundos después mi celular vibra sobre la almohada. Es Sam mi mejor amiga. Estoy segura de que algo anda mal, ese mismo presentimiento me vuelve a intranquilizar y esta vez aún más. Algo terrible ha pasado. Ella está llorando y no puede contenerse, entre tanto balbuceo, comprendo lo que está pasando. Irick mi primo y mejor amigo de toda la vida, ha muerto en un accidente náutico, no comprendo cómo paso el suceso, pero al escuchar esta terrible noticia, me derrumbo en el suelo y caigo en un abismo mental, no logro escuchar lo que Sam dice por el micrófono del celular, éste cae de mi mano, estrellándose en el suelo, mientras yo me recargo en la puerta y me deslizo lentamente hasta llegar al suelo, quedo sentada con mis rodillas frente a al pecho, dejo caer mi cabeza entre las ellas, llorando inconsolablemente.

Otro pensamiento llega sin previo aviso. No sé qué va a pasar, pero definitivamente no es algo bueno. Cierro los ojos y me dejo llevar por mis recuerdos algunos son alegres, otros tristes, en fin, me terminaría la tinta de esta pluma si mencionara todos los sentimientos y memorias que llegaron a mí. Nada de esto tiene sentido. No dejaba de pensarlo una y otra vez.

Una hermosa gatita negra salta a mis piernas. Su nombre es Kaly, la única mascota que he tenido en toda mi corta vida, papá me la regalo en mi cumpleaños número quince. Ella me ve con sus hermosos ojos bicolores, uno gris y el otro celeste. Sólo ella puede lograr que me aleje de los recuerdos tristes de Irick. Pero eso no duro mucho tiempo, un recuerdo de hace un par de años llego a mi mente sin previo aviso.

Irick estaba sentado en el sillón observando las llamas danzarinas en la chimenea, se mecen con el ritmo del viento que entra por la ventana, una fría tarde de otoño. Yo estaba sentada al lado de él, esperando a que llegara Jacob, un amigo de los dos. Mientras hablábamos de cosas tontas y absurdas como las locuras que solíamos hacer cuando éramos niños.

Kaly muerde la mano y me regresa a la realidad con un grito desesperado, no por el dolor de la mordida, sino por el sufrimiento de la perdida inesperada del chico más maravillosa del mundo, mi mejor amigo y mi casi hermano, Irick.

El teléfono de mi casa suena, nadie contesta, eso se significa que la casa está completamente desierta. La soledad dentro de mí, se intensifico. Un hueco se fue haciendo más y más grande dentro de mi pecho.

A los pocos segundos alguien golpea suavemente la puerta principal y hace sonar el timbre. Intento gritar que ya voy en camino, pero las palabras no me salen. No muy animada me pongo en pie, bajo por las escaleras, escuchando mis pisadas, trato de limpiarme las lágrimas que aún recorren mi cara, con las mangas del suéter gris, aunque no creo que mi rostro mejoré ni un poco.

Las pisadas resuenan como un recuerdo lejano de los días en los que Irick se quedaba a dormir en casa; veíamos películas, leíamos libros y jugábamos videojuegos con mi hermanito Issac.

Regreso a la realidad, me veo en el espejo que está al lado de la puerta principal. Mis ojos están rojos e hinchados por todo el tiempo que he estado llorando. Mi cabello rubio con mechones rosas esta despeinado. Los chinos parecen nudos. Estoy hecha un desastre. Me acerco más y veo por la mirilla de la puerta con algo de miedo, siempre he tenido el temor de que alguien me ensarte un taladro, al yo mirar por allí. Pero para mi sorpresa no hay nadie al otro lado de la puerta.

Abro la puerta, salgo, camino por el pórtico, bajo las escaleras y veo hacia el cielo, las nubes cubren el sol. Sólo faltan que las gotas de lluvia comiencen a caer. El jardín está lleno de rosas blancas y algunas otras de diversos colores. De pronto las tonalidades se atenuaron y las rosas se tiñeron rojo sangre, de ellas escurre el líquido espeso. Era como ver el dolor que esa dentro de mí, reflejado en aquellas rosas. Parpadeo un par de veces y esa extraña visión desaparece.

Unos brazos aperlados me rodena por la cintura, por un momento no sé quién es. Pero en un par de segundos todo se aclara. Es Jacob. Me susurra en el oído.

─¿Estás bien?

No puedo responder su pregunta, no estoy bien. Mi estómago da un vuelco y otra vez las lágrimas salen por mis ojos. Intento no hacer ruido. Pero es algo complicado, el nudo que se forma en mi garganta hace que respirar se vuelva más complicado. Él se pone frente a mí. Me abraza fuertemente y yo oculto mi rostro en su pecho. No tengo fuerzas ni para alzar mis manos para abrazarlo. Jacob me da un dulce beso en la frente, me reconforta por algunos minutos. De verdad que deseo sentirme bien. Aunque la verdad, sólo quiero caminar entre los árboles del sendero o entrar a mi casa y tomar una ducha.




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