Segunda sesión
Apenas entraron al auditorio, Riley empezó a escudriñar con su vista a todos los cambiantes que estaban tomando sus lugares. Sin embargo, parte de su mente aún estaba recordando el momento en el que vio a Aiden con aquellas dos leonas, se había sentido tan furiosa, como si estuviese obligada a enfrentar a las leonas, por él, había sentido el impulso de intervenir, de reclamar, algo que no era suyo. Aiden no lo era, por eso su reacción fue innecesaria, impropia....
Riley alejó sus pensamientos y se enfocó en el presente, aún estaba sorprendida por el hecho de que Aiden estuviese de acuerdo con ella, de que a pesar de los problemas, él estuviese ahí, a su lado, eso le hacía sentir segura e incómoda debido al cambio repentino de sus sentimientos.
No estaba segura de saber con certeza si lo que sentía por él era una simple amistad, o si era algo más...
Pero ahí estaban ambos, de nuevo siguiendo un camino peligroso, metiéndose en un asunto en el cual ningún sumiso querría meterse. Riley empezaba a creer que tanto ella como Aiden no eran los perfectos sumisos, pues demostraban comportamientos ajenos a su rango y naturaleza.
Además de eso, sentía algo egoísta por arrastrarlo en esto, pero, sabía que no podría hacerlo sola, y de alguna forma no quería estar lejos de él. Eso, le pareció extraño. Quizás debía ser algo natural, después de todo, habían pasado mucho tiempo juntos, serïa normal que ella se acostumbrara a su presencia.
—Es hora— les dijo Aria antes de alejarse con Liam y Alexei hacia la zona de asientos.
—Es hora— le repitió a Aiden.
Él se acercó por detrás, tanto que ella sintió la dureza de su pecho rozar contra sus hombros, fue un acto inocente, pues Aiden se veía más nervioso que de costumbre. Riley giró levemente su cabeza y vio el perfil de su rostro, la suave línea de su mandíbula, los mechones de cabello, de ese oscuro marrón, que caían por su frente, aquella cicatriz en su ceja que le daba un aspecto casi rebelde.
Aiden percibió su análisis y volteó de inmediato su rostro, el azul de sus ojos tenía de nuevo ese brillo que ocultaba esa fuerza desconocida, Riley reparó en sus labios ligeramente abiertos, rellenos y marcados por líneas de lo que ella podía adivinar eran heridas pasadas.
—Debemos ir a nuestro lugar— dijo, y ella podía jurar que eso no era lo que había querido decir.
Ambos se posicionaron en una pared lateral, a varios pies de una de las puertas de las aulas, atentos, alertas, sintiendo el cosquilleo que da una cacería, aunque no esta vez, ellos no tendrían una presa.
Riley localizó a Joey sentado a la derecha de su Alfa, Thomas Brown.
—Está en el asiento de lugarteniente— la voz de Aiden bajó tanto que supo que sólo la había oído ella— me pregunto qué le habrá sucedido al verdadero lugarteniente.
Quiso responder, pero su oído captó el acercamiento de otro Alfa hacia Thomas, un hombre al que no pudo identificar.
—Señor Brown— le dijo— espero que todo esté bien en vuestro clan.
—Gracias por su preocupación señor Lenard, todo va bien en el clan White Armor.
—¿Por qué no se ha presentado su lugarteniente?— aquella pregunta estaba cargada de una falsa curiosidad, como si aquel hombre tuviera sus dudas sobre el hombre ausente.
—Está enfermo del estómago— respondió Thomas— le ordené que se quedara por hoy, no puedo traer a un hombre débil a la sesión, por eso Joey lo está reemplazando.
—Oh, entiendo— el hombre miró serio a Joey y luego volvió a dirigirse a Thomas— espero que se mejore.
—Yo también.
—Misteriosamente el lugarteniente se enferma— susurró Aiden— ¿Qué piensas?
—Cualquiera puede comer algo en mal estado y enfermarse.
—Sí, pero apuesto a que si le sucediera a Liam él asistiría aunque tuviese que llevar una cubeta colgada al cuello. Y estoy seguro de que Aria no se lo impediría.
Tenía razón, pensó buscando con la mirada la figura de Liam, un lugarteniente era el representante del clan, el sucesor del Alfa, nadie en ese puesto querría perderse la oportunidad de mostrarse.
El orgullo era algo muy poderoso.
Pero Liam jamás se enredaria en luchas de poder, pensó, él no pensaba en el día en que tuviese que tomar el lugar de Aria. Aquel hombre, que era tan serio y reservado, tan frío que era incapaz de llegar a él, evitaría a cualquier costo convertirse en Alfa, por esa razón protegía a Aria con tanto recelo que hasta parecía que ella le interesaba.
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Editado: 06.09.2018