Pasos en la habitación de al lado

-7-

- Abre la puerta Beth, no quieres que le pase algo a Brais ¿verdad? 

Mi pulso se detuvo por un momento. ¿Brais? ¿Este tipo sabe algo de él? O peor ¿Él lo tiene? ¿Le habrá hecho algo? Miles de preguntas comenzaron a rondar mi mente.  

- ¿Qué le hiciste a Brais? -dije con desesperación desde el otro lado. 

- ¡Abre la puerta ahora! 

- Vete, estoy llamando a la policía. 

Marqué el número con rapidez . 

- Oficial, por favor venga. Hay un tipo raro del otro lado de la puerta. Creo que quiere matarme –fue lo primero que salió con total miedo por mi boca. 

- No se preocupe señorita Elizabeth, vamos para allá. 

El tipo seguía insistiendo tocando demasiado fuerte la puerta hasta que habló y dijo: 

- Bien, por las buenas no funcionó. Tú lo quisiste así. 

Luego de esas palabras comenzó a patear la puerta de forma agresiva con intenciones de tirarla abajo. Instintivamente empecé a ver a mi alrededor un objeto de defensa para poder atacarlo si lograba botarla. Lo único que pude encontrar fue un jarrón de cerámica que me ayudaría (o eso esperaba) para poder atacarlo en caso de ser necesario. 

Me encondí en el armario de la entraba al escuchar un estruendo indicando que la puerta había sido derribada. Pude ver entre las rejillas como el hombre encapuchado avanzaba por la casa buscándome. La habitación, el baño, el balcón, la cocina. Pasaba cada vez más cerca de mí. Lo vi formar contacto con la puerta del armario en donde me hallaba y se acercó a paso lento. Pude ver en su mano un arma. Probablemente una pistola pequeña.  

Tomó el picaporte del armario y comenzó a abrirlo. Azotó la puerta contra la pared y mi cara de pánico total se hizo presente. Lo único que pude hacer fue estrellarle el florero en la cabeza. “Bien, eso me dió algo de tiempo” pensé. Corrí con la intención de salir del apartamento en busca de ayuda, pero el tipo fue más rápido y tomó mi muñeca impidiendo que pudiera siquiera salir. 

Me tiró haciendo que perdiera el equilibrio y caí estrepitosamente al suelo.   

- Te dije que abrieras. No tendría que haber sido tan duro contigo. Pero no, la señorita prefirió por las malas y míranos aquí.  

- ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que te hice? -le respondí gritando. 

- Oh querida Beth –dijo acercándose a mí y poniéndose a mi altura. 

Retrocedí por inercia, mala idea. Choqué con el sofá impidiéndome alejarme más. 

- Primero, fue muy grosero de tu parte golpearme así. ¿Ves esto? –dijo apuntando la sangre que salía de su herida en la frente -tú, maldita desquiciada, me lastimaste. Segundo –dijo tocando mi mejilla para luego apretar mi mandíbula -no es la mejor manera de recibir a alguien. 

- Vete al diablo, loco -escupí su cara con desprecio y valentía que, en esta situación, ni idea tenía de dónde habían salido. 

- Oh no, grave error -cambió su semblante a uno que me congeló la sangre y aumentó mi miedo -Pagarás por esto...

 

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