Pasos en la habitación de al lado

-8-

Muy lejos de los suburbios... 

¿Dónde estoy? ¿por qué me duele tanto mi cabeza? ¿estoy muerto? Probablemente, pero ¿qué es ese sonido? Abrí de a poco mis ojos sintiendo una pesadez sobre ellos. Aguarden, no puedo moverme. Mis pies... están estáticos al igual que mis manos. Comencé a recobrar de a poco el conocimiento y cuando ya pude abrir por completo mis ojos, empecé a examinar el lugar donde me encontraba. 

Podía distinguir una mesa bastante elegante junto una lámpara refinada sobre ella. Una alfombra de lo que parecía ser un oso (pobrecillo, nunca me han gustado estas cosas) y algunas cajas con cosas desconocidas. 

- ¿Dónde estoy? -dije en susurro. 

Como si mis pensamientos fueran escuchados, alguien entró por la única puerta que había. Era un hombre corpulento que venía con un cubrebocas, una gorra y ropa que parecía de militar. 

- Vaya, creí que aún me quedaba un poco de tiempo hasta que despertaras. En fin, supongo que te estarás preguntando “dónde estás, quién soy y por qué estás aquí”. Bueno, es muy sencillo.  

- Ajá, sigue. 

- Bueno. Como sabrás, a tu amiga “Beth”, le han estado llegando algunas cosas. 

- Sí... 

- Pues bien, eres el rehén. Te usaremos para atraerla a ella y luego matarla. Tú vida, no me importa en lo más mínimo. Es insignificante... 

- ¿Auch? 

- De poco peso e interés... 

- Bien, ya comprendí. 

- Inútil... 

- Sí, ya... 

- Ineficaz... 

- ¡Que sí, ya entendí la referencia! -lo interrumpí indignado y ofendido, pero aliviado. 

- Bueno. A ti, no se te hará nada a menos que tú cooperes. ¿Capisci? -dijo haciendo un gesto raro con las manos. 

- ¿Okey? 

Procesé un poco más lo que acaba de oír... 

- Espera, ¿qué? ¿matarla? ¿por qué? 

- Eso no te incumbe. Nuestros propósitos con ella no debes por que saberlos –dijo mientras se acercaba a la pequeña mesa sacando de su cajón algo que no alcancé a ver –mientras, creo que es hora de divertirme un poco contigo. 

- ¿Qué me harás? ¿no dijiste que no me harías nada? ¿romperás tu palabra? ¿acaso no eres un hombre que cumple lo que dice? Me das vergüenza.... 

- Calma, calma. No tengo permitido hacerte nada hasta que reciba órdenes. Quería jugar contigo –se dio vuelta y me mostró una caja que logré ver bien. 

- ¿Esa es tu caja con tus herramientas para tortura? Te digo desde ya que no me tocarás ni un pelo. Me enseñaron karate y un poco de taekwondo, no te conviene hombre... fuerte y.… con más masa corporal que yo... que, fácilmente... puede romperme como un palito. No te tengo miedo ¿oíste? Pero, si quieres podemos conversar las cosas, como hombres civilizados. 

- Tranquilo viejo -inclinó un poco la caja y dijo - ¿quieres jugar al ludo? Es entretenido, aunque no puedo desatarte, pero puedo jugar por ti y seguir tus indicaciones. Estarás aquí un buen rato. 

- Oh... je, claro. ¡Pido el verde! 

- No es justo, yo quería ser el verde. Bien –dijo con mala cara y se sentó, acomodó una mesa y una silla frente a mí para poder jugar. 
 

Que agradable sujeto, creí que me mataría... bueno, aún no lo puedo descartar. Pero, no sabe en lo que se metió, soy el mejor jugador de ludo de la historia...

 

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