Luego de que Ónix hablará con sus padres de que iría al mundo de los mortales, se dirigió a la sala del trono, dónde abrieron un portal, desapareciendo en la oscuridad. Luego de una larga tarde en familia, en el mundo mortal decidieron volver al Inframundo, ya que, ni Nube ni Ónix confiaban en el reinado de los antiguos reyes que, al llegar, se encontraron con un caos total.
—Esto es un desastre —argumentó Azazyel.
Ónix lleno de cólera se dispuso a buscar a sus padres, quienes eran los culpables de aquel desastre, y, cuando los encontró; se empezaron a escuchar los gritos furiosos del rey demonio, obligando a Nube a llevar a sus hijos a la sala de entrenamiento.
Mientras tanto, en la sala del entrenamiento, dos príncipes conversaban sobre el mundo mortal. Christopher le contaba a Azazyel que, durante su visita, conoció a una mortal que le pareció demasiada linda y atractiva, provocando que su hermano mayor hiciera una mueca de desprecio, para después decirle que salió defectuoso.
—Azazyel ¿Crees que los sentimientos te vuelven defectuoso? —cuestiono la reina del Inframundo, arqueando una ceja.
—En efecto, mamá. Solo te impiden dar todo tu potencial al momento de pelear, ya que te distraen de tu objetivo. Te vuelven débil —respondió.
—Ay Azazyel, me recuerdas mucho a tu padre cuando lo conocí. Él les decía error a los sentimientos —comento Nube —. Entonces ¿Tu padre y yo somos defectuosos? En especial tu padre —sonrió de lado.
—Mi papá no es defectuoso. Digo, es demasiado poderoso.
—Pero, me ama y los ama.
—Espera, espera, espera —interrumpió Christopher —. Mi papá una vez me contó que alcanzó aquella fase con su lado oscuro, por proteger a mi mamá —añadió con sus dos manos en sus mejillas inmutado.
—Ves Azazyel. Los sentimientos no solo te pueden volver débil. Su padre alcanzó una nueva fase al querer protegerme.
•••
Han pasado tres meses, y por alguna razón el problema con los ángeles desapareció, pero, aun así, no confío en ellos. Me parece algo sospechoso que, de la noche a la mañana, dejarán de rondar por mí reino.
Estaba tan sumergido en mis pensamientos, hasta que un chillido agudo me los interrumpió. Azazyel perseguía hacia mí a Christopher.
—¡Vuelve acá pedazo de basura! —gritaba Azazyel.
—Papá, ayúdame. No quiero morir —tartamudeaba Christopher, escondiéndose detrás de mí.
—¿Ahora qué travesura hiciste, Christopher? —regañe.
•••
Me encontraba en el mundo mortal con Sophia y su amiga, creo que se llama Lizzy. Mientras seducía a mí preciosa y atractiva Sophia, me percaté que Azazyel y Lizzy estaban muy juntitos.
Al cabo de varios minutos, Azazyel abrazo por detrás de los hombros a Lizzy, comenzándose a acercar poco a poco, los interrumpí antes de que se besaran, incluso, que hubiese pasado algo más.
—Vivan los novios —grité sin poderme resistir a mis impulsos.
—¡Viva! —siguió Sophia.
Dicho esto, ambos se sonrojaron, desviando la mirada. Al ordenarle a Azazyel que ya le diera un beso, él me fulminó con la mirada, entendiendo que debería correr, y antes de hacerlo le di un beso corto, pero tierno a Sophia.
•••
—Y eso fue lo que pasó —añadió Christopher.
Al escuchar la historia, Ónix comenzó a reírse, porque su hijo menor le espantó la novia a su hermano. Christopher imitó la acción de su padre.
Sin previo aviso, el príncipe del Averno, Azazyel arrastró a Christopher, estampándolo en la pared.
Mientras Azazyel golpeaba a su hermano, le reclamaba de que si era necesario haberse entrometido.
—Oh vamos, solo fue una pequeña broma —resoplaba Christopher esquivándolo.
—¡No me digas! Yo no me entrometo en tu estúpida relación con Sophia —agrego dándole otro golpe.
Siguieron en una ardua batalla por varios minutos más, hasta que enfadaron a Ónix, quien, antes de marcharse insulto a sus hijos.
Nube caminaba triste por los sombríos pasillos del palacio, en el Inframundo. Iba tan sumergida en sus pensamientos, que los interrumpió un abrazo por la cintura de su amado demonio.
Ambos cruzaron miradas, con aquel brillo en sus ojos, se dieron un tierno beso, que poco a poco se dulcifico a uno pasional.
Después de unas horas, Ónix se encontraba en una habitación oculta, junto a su fiel amigo, Century. El rey con sus manos entrelazadas sobre sus labios escuchaba atentamente a Century.
—No creo que debas...
—Si sigue entrometiéndose en mi reino —interrumpió —. No pienso tenerle piedad.
—Entiendo, entiendo. Pero ¿No hay forma de que hagan algún trato? —sugirió Century.
—No pienso a hacer tratos con ese sujeto. Además, haya o no trato, lo romperá; haciendo lo que quiera.
Ónix se levantó de la mesa, despertando la curiosidad de su tesoro maldito.
—¿Entonces irás?
—No creo que ese sujeto merezca mi sola presencia.
Antes de que el tesoro maldito de Ónix pudiese terminar dicha conversación, una Nube al borde del llanto, junto a sus dos hijos mayores, los interrumpió.
—¿Qué pasa? —cuestiona preocupado Ónix.
Nube quería explicarle lo sucedido, pero, un nudo en la garganta no le permitía articular palabra alguna; preocupando más al rey del Inframundo.
—¡Digan que pasa, Azazyel! —exigió Ónix.
—Alisson desapareció.
—¡Carajo! Es lo que me temía, Ónix —vocifero Century.
Ónix se limitó a gruñir, para después invocar a Century, para que se transformará de nuevo en su tesoro maldito. Una vez hecho esto, le prometió a Nube que traería de vuelta a su pequeña princesa demonio.
Ónix, junto a su hijo mayor, abrieron un portal, desapareciendo dentro de él. De un momento a otro, aparecieron en un gran prado hermoso, con un gran árbol de primavera, con flores amarillas cayendo.
El príncipe demonio no sabía en qué lugar estaba, sin embargo, Ónix sí.
—¡Ya vine, estúpida sabandija! —bramo Ónix.
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Editado: 13.05.2024