Al ver el peligro frente a nosotros, nuestro instinto es escapar. Correr, buscar algo con qué protegernos, gritar, desesperarse y mucho más con el propósito de sobrevivir. Y está bien tener este tipo de instinto, ya que nos puede servir para situaciones de peligro como intento de robo, agresión u otros. Pero, ¿Y si de lo que escapamos no es verdad? ¿Qué tal si es una simple fantasía? ¿Algo imaginario? Entonces, ese instinto se vuelve nuestro enemigo.
Pensemos cuántas veces escuchamos las noticias sobre lo que está pasando afuera en el mundo: "Miles de casos de infectados en tal lugar", "Han muerto docenas de personas en tal ciudad", "Se sospecha que este virus va a seguir avanzando", etc... Todo esto nos está afectando. De una u otra manera.
Los sentimientos de angustia se hacen presentes...
"... Mi madre vive en ese lugar, no contesta el teléfono, ¿Qué tal si fue infectada ya? ¿Y si no está siendo atendida? ¿Y si...?"
...La desesperación toma posesión de nuestro cuerpo...
"... Tal vez debería comprar más comida de la usual, por si nos encierran definitivamente, por si nos aplican toque de queda, por si..."
...Y la ansiedad también está ahí.
"¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer? Podría lavarme las manos 6 veces al día, sí, para evitar infectarme. Me bañaré 7 veces y así estaré a salvo. También voy a ..."
¿Es realmente lo que está pasando o somos nosotros mismos? En esos momentos, confiar en nuestra mente y dejarnos absorber por ese monstruo enorme que nos intenta atrapar es cada vez más y más aterrador.
Yo también siento angustia, temor, ansiedad y muchas cosas más.
"Eres una adolescente, ¿Qué puedes saber tú de lo que pasa por la mente de los adultos? ¿Qué sabes tú de problemas?"
Desde pequeña he reflexionado que los problemas de uno no van a ser iguales al del otro, yo no voy a sufrir lo que siente mi vecina, ni mi padre, ni mi hermano ni de nadie más. Los que yo tengo son míos, y sólo míos. Claro, eso no significa que tenga que arreglarlos sola, sino que, a mí parecer, no puedo decir que mis problemas son más grandes que los de alguien más, sólo estoy tratando de superar los propios a mi manera. Y ya. No hay nada más qué decir.
Ahora, si pienso en ello, ¿Qué estoy haciendo realmente con mis problemas? ¿Los estoy enfrentando? ¿O los estoy dejando de lado?
»Sólo busco una salida«
Puedo decir eso simplemente, sin embargo, ¿Qué estoy haciendo con ellos? ¿Busco una salida para escapar o busca una salida para tener una respuesta? ¿Cuál es la más honesta de las dos? ¿La que implica escapar o la que implica luchar?
Entre el silencio de mi hogar, me refugio entre mis pensamientos. Tengo está extraña sensación de hacer lo correcto. Pero a la vez no. Lo que queda para mí es sólo un millar de aves que cantan letras de canciones, rodeando mi mente. Y tengo dos puertas frente a mí también, cerradas con seguro, y yo tengo la llave en la mano. ¿Cuál debo escoger? Sé que cada una me lleva a un cuarto distinto, ya que sólo puedo suponer qué está adentro, no puedo verlo. Si abro una, la otra no podré.
No puedo escapar de lo que pasa allá afuera, pero sí puedo tratar de superarlos. Problema tras problema se presentan, y yo repito "¡Ayúdenme!", ¿Alguien me escucha? Tal vez sí, tal vez no. Todo depende a quién llame. Eso es lo que presiento.
Quizás, si pienso cada vez más y más profundo, llegaré a un abismo sin fin. El cielo se oscurece lentamente, dando un llamado a dormir y seguir soñando... ¿Soñar no es escapar de la realidad, cierto?