Existe un pesar que bordea mi pecho.
Estás pero no estás.
Apareces en mis sueños y luego te vas.
Te quiero, sin duda te quiero.
He probado tus húmedos labios,
tomado tu cuerpo entre mis manos,
conocido el placer de tu masculinidad,
pero solo ha sido en mis fantasías nocturnas,
esas que son las más bajas y calladas,
de las que nadie se ha de enterar.
Estás, pero no estás.
Solo existes mientras duermo
y al amanecer todo se va.
¡Que ya termine el desconsuelo de no verte!
Se vuelve insoportable tener que despedirme
cada mañana,
cada despertar que intento prolongar.
Muero y no muero.
Nada es real, pero todo lo siento.
Estás, pero no estás.
¿Quién eres? ¿Acaso existes?
Di tu nombre, mi amante escondido.
Bella quimera que me aborda,
que me vuelve insufrible,
esperando, contando las horas
para que, al cerrar los ojos,
te vuelva a evocar.