Pensé que sería Feliz

Capítulo 4.

Pequeñas copias baratas de las mean girls.

—Y... ¿Me vas a contar tu grandiosa idea o te quedarás sonriendo diabólicamente cinco minutos más? —Al escuchar lo que dijo, mi sonrisa se desvaneció por completo.

—Sí, pero déjame procesarlo, es que aún no me creo que toda esa historia linda la haya protagonizado la maldita Blanca nieves, siendo tan malvada como es ella —opine pensativa.

—¿Maldita Blanca nieves? —Preguntó con diversión en su voz— ¿Esa no es la protagonista de una película de Disney? ¿La que se durmió por comer una manzana?

—Esa misma pero en una versión malvada.

—Bianca esa una buena chica solo cometió algunos errores —suspiró.

—Muchos errores, diría yo —chasqueé la lengua—, pero qué más da —le reste importancia, tirándome en la cama, con la mirada clavada en el techo—. Encima de mi escritorio hay un cuadernillo amarillo, tómalo y escribe lo que te voy a decir, necesito tener los detalles muy claros, antes de organizar todo lo que tengo planeado.

Escuche como se movió de su lugar para buscar lo que le había pedido—"Solo quiero que te veas como yo te veo, y sepas de esa manera cuanto yo te quiero. Que sepas lo que yo daría por quedarme... Que sepas lo que yo daría por besarte..."

Un grito ahogado salió de mi garganta cuando lo escuche leer ese pequeño párrafo. Me pare de inmediato e intente quitarle del cuadernillo de donde había leído eso que para mí era muy privado.

—No sabía que la linda SashaMills era toda una romántica —Sostuvo el cuadernillo por encima de su cabeza con una sonrisa pedante y yo solo pude enojarme más.

—Te dije cuadernillo amarillo, no azul, no tenías por qué agarrar eso ­—me pare sobre la cama tratando de ser más alta que él y poder alcanzarlo, pero cuando lo intente él retrocedió y yo caí de cara al piso.

Karsten empezó a reírse a carcajadas, antes de dejar el cuaderno a un lado e intentar ayudarme a levantarme del suelo. Ojalá mi dignidad se pudiera recoger de la misma manera.

—¿Te dolió mucho esa caída tan dramática? —me ofreció una mano.

—¡Insolente, Idiota, Imbécil, y cualquier insulto que empiece con I! —exclame, indignada.

—¿A eso le llamas insulto? —se burló.

—No, solo estoy guardando los más horribles para cuando hagas algo peor.

—¿Y cómo sabes que haré algo peor? —entrecerró los ojos y puso sus manos en la cintura, en una pose desafiante.

—Fácil, todas las personas son como cajitas bonitas con muchas cosas malas dentro, siempre traen problemas y problemas.

—¿Todas las personas? ¿Te incluyes ahí?

—Pues claro, no soy ninguna santa, aunque al parecer lo parezco, todos los chicos se arrodillen ante mí —mencione, pensativa.

—Que tal ego —murmuró con una sonrisa no tan disimulada.

—Acostúmbrate, conmigo siempre tendrás una porción de narcisismo diaria.

—Lo dices como si fuera algo bueno —bufo divertido.

—¿A caso no lo es? —cuestione, mirándome al espejo y arreglándome el pelo, que por la caída se había despeinado.

—Mmm... no.

—¡Ay no! —Me dio la vuelta de inmediato y lo miré cansada—. No me digas, que eres de los que prefieren chicas inseguras y fáciles de manipular. Ese tipo de chicos me caen tan mal —resople un mechón de pelo que cayó en mi cara e intente acomodarlo detrás de mi oreja pero se salió.

—No es lo que he dicho —Karsten se acercó y acomodo el mechón correctamente—. Solo digo que no deberías verlo como algo bueno. Es un trastorno de personalidad, y las personas que lo sufren, no la pasan bien.

—A lo mejor yo sufro de eso, tú qué sabes —me cruce de brazos y enarque una ceja, de forma burlona.

—Oh créeme, no eres narcisista, aunque quieras parecerlo —se rio.

—Se ve que sabes mucho del tema ¿Será que tengo a un narcisista frente a mí? —imite su gesto.

—No, pero digamos que estoy bastante relacionado con ese tema —asintió, dándome algo de razón.

—¿Algún amor pasado que te dejo marcado? —cuestione pícaramente.

—No —sonrió—. Mi único amor es Bianca, y ella está muy bien.

—Vamos ¿En serio, Bianca? No le veo nada de bueno, es tan odiosa, que... —no me dejo terminar.

—Tiene defectos, sí, pero es buena persona y tiene grandiosas virtudes.

—¿Bianca? ¿Virtudes? ¡Qué va! —me burle—. Menciona alguna válida ¿A ver?

—Bueno —lo medito un segundo—. Cuando le importa algo, lucha con todo lo que tiene para conseguirlo. Tiene un carácter rígido, y jamás deja que la pisoteen. Es fuerte y valiente, no se acobarda ante un problema o situación difícil. Siempre trata de proteger a las personas que le importan. Hay veces en que hasta los pone por encima de su propio bienestar. Es simplemente genial.

—¿Seguro que describiste a Bianca? Más parece que me has descrito a mí —dije de broma. Aunque en realidad no era tan de broma, realmente sentía la descripción muy mía.

—¿Ah sí? ¿Tú eres así? —enarco una ceja, divertido.

—Eso es lo que dicen —me encogí de hombros.

—¿Y qué dices tú?

—Yo... creo que tienen razón.

—Mmm... ese es un motivo más que suficiente, como para que intente averiguarlo.

—Pero ten cuida —advertí, intrigante.

—¿Por qué? —sonrió con gracia.

—No vaya a ser que termines enamorándote de mí —me acerque un poco y trate de intimidarlo.

—Quizás, tú te enamorarías de mí antes que yo de ti.

—Eso no va a pasar, yo tengo mis planes muy claros —me burlé.

—Los sentimientos no se detienen solo por un plan, cariño.

—Puede que no, pero si los reprimen.

—O sea, que acabas de admitir que si llegases a sentir algo por mí, reprimirías tus sentimientos —afirmo pensativo—. Es bueno saberlo.

—Quédate tranquilo, eso no sucederá... —lo miré de arriba—... no eres mi tipo.

—¿Ah no? ¿Entonces porque me escogiste a mí y no a otro que te guste más?



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En el texto hay: romace, novelajuvenil, cliche

Editado: 18.03.2022

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