—Tengo tantas ganas de estamparle la cartera contra la cara, pero mi cartera no merece tal deshonra —farfulló Haide en voz baja.
Estábamos en la cafetería, sentados en la mesa que siempre ocupábamos. Haide se estaba atragantando con una dona mientras le ponía mala cara a la parejita frente a nosotras, los cuales sin descaro alguno se miraban y decían cositas lindas entre ellos, como si lo que había pasado el fin de semana nunca hubiese ocurrido.
A lo lejos pude ver a Elián acercarse con una mueca en el rostro, se sentó a mi lado e hizo sonar su bandeja al dejarla sobre la mesa, la parejita que no lo habían visto llegar, dieron un sobresalto. Elián le saco la lengua a ambos y ellos hicieron lo mismo.
—¿Qué es lo que hace Karsten que no viene? —me queje en voz alta, intentando que el incómodo silencio que se había formado desapareciera.
—La última vez que lo vi estaba hablando con Bianca —murmuró Lisa peinando el cabello de Sebastián de forma casual.
—¡¿Qué?! —Al dar esa pequeña exclamación los cuatro voltearon a observarme un poco sorprendidos, carraspeé la garganta y sonreí a modo de disculpa—. Digo... ¿Qué quisiste decir con eso de hablar con Bianca?
—Hablar Sasha, tener una conversación. Cuando dos seres humanos conscientes de su capacidad intelectual intercambian oraciones a modo de... —ironizó Sebastián y yo le saqué el dedo del medio.
—Nadie te lo pregunto a ti, hablo con Lisa, silencio.
—Tampoco lo trates así —renegó Lis con mala cara.
—Se lo merece —me apoyo Haide y ella la miro indignada.
—Sebastián no les ha hecho nada a ustedes.
—Pero a ti si, y es como si nos lo hubiera hecho a nosotras —le contradijo la morena.
—¡Ustedes no tienen por qué meterse en mi relación!
—Solo queremos cuidarte de este patán.
—¡Oye! —se ofendió Sebastián.
—Bueno Haide, Lisa tiene razón, no podemos meternos en su relación, aunque ella ya sabe que no estamos de acuerdo —empuje levemente a Haide del hombro para que volviera a su lugar y ella a regañadientes me obedeció.
—No me importa —Lisa hizo un puchero hundiéndose en el asiento.
—¡Es que es una terca! —exclamo Elián y Haide alzo el puño en señal de apoyo.
—¡Dejen de molestarla! —defendió Sebastián y yo nada más pude farfullar de cansancio, otra vez, decían de todo y no me prestaban atención, hasta ahora no sabía dónde estaba Karsten, tenía que rescatarlo de las garras de esa víbora.
—Lis —me pare de mi lugar y me acerque a ella, los demás seguían discutiendo como ya les era un poco costumbre—. ¿Dónde mencionaste que estaba Karsten?
Lisa levantó la mirada y enarco la ceja incrédula— ¿En serio estás pensando en él en este momento? ¿No ves acaso que se quieren matar? —señalo a la mesa en donde Haide amenazaba a Sebastián con un tenedor de plástico y él retrocedía espantado.
—Tú puedes con ellos, ya sabes como son —le guiñe un ojo a modo de confianza y ella dejó salir un suspiro por sus labios.
—Estaban en el salón de arte.
Le di una sonrisa y un beso en la mejilla antes de salir corriendo a donde él se encontraba.
Todo era por el plan, claro. Nadie debía saber que él estaba un poco encaprichado con la odiosa esa, por lo menos por ahora, ya luego, me convenía que los observaran juntos todo el tiempo.
La puerta del salón estaba entre abierta, y como chismosa que soy, los espié solo un poco.
Ambos estaban sentados en unas banquetas altas, uno frente al otro, Bianca me daba la espalda y Karsten aun estando frente a donde me escondía, no me vio. La Blanca Nieves del demonio tenía su mano apoyada en su pierna y la subía de arriba abajo en forma de consuelo o eso me pareció (Y eso esperaba)
—Dice que quiere que nos reunamos —le dijo Karsten con la mirada clavada en sus zapatos.
—¿Tú quieres reunirte con él? —le pregunto ella y él levantó la mirada únicamente un segundo antes de cerrar los ojos y suspirar.
—Es mi padre —término por decir.
—Y también un maldito.
—Sí, también, pero me dio la vida.
—Eso no lo convierte en tu padre.
—Si, si lo hace, además que no es solo eso, ya lo sabes. Los recuerdos que tengo con él son realmente buenos, él era el mejor, era increíble conmigo y con Ajax.
—Pero luego dejo de serlo.
—No, no dejo de serlo, solamente... Nos tuvimos que ir y él nunca nos buscó, creo que fuimos como una carga pesada para él todo el tiempo, cuando nos fuimos dejamos de pesarle.
—Karsten... —murmuró Bianca con la cabeza agachada intentando tocar su mano y Karsten la quito de inmediato.
—No, Bia, no me tengas pena, sabes que odio eso.
—Vamos Karsten, no te pongas así, no lo vale. Tu mamá siempre ha dicho que es mejor que este al otro lado del planeta, él no...
—Ese es exactamente el problema —Karsten levanto la mirada y Bianca que estaba a media oración, se detuvo abruptamente—, ya no está al otro lado del planeta.
—¿Escuchando conversaciones ajenas? ¿Por qué no me sorprende en lo más mínimo? —la voz de WiK me hizo dar un sobresalto, lleve mi mano a mi pecho tratando de calmar a mi pobre corazón que con su interrupción casi le había dado un paro cardiaco.
Volví mi rostro a su dirección y lo miré mal—¿Qué rayos te pasa? ¡Casi me matas de un susto!
—Te mataba yo del susto o te mataba Bianca al descubrir que escuchabas su conversación a hurtadillas.
—¿Por qué tienes que interrumpir en la parte más interesante? ¡Largo! — exclamé señalando el pasillo vacío, WiK siguió con la mirada mi brazo extendido y se rio.
—No me voy —refuto cruzándose de brazos y plantándose más firme sobre el piso—, estoy esperando a mi novia. ¿Qué haces tú aquí?
—Lo mismo que tú, obviamente —tire mi pelo hacia atrás y me cruce de brazos al igual que él—. Espero a mi novio.
—Aja, ¿Y también escuchas sus conversaciones con otra chica? ¿Eso te pone insegurita? —inquirió de forma burlona.