Pequeña Dory

2. Se mi novia.

Gloria envió un mensaje de texto a su tía Asunción para comunicarle que estaba de camino. 

Dory, sentada entre su mamá y Santiago, miraba ilusionada por ambas ventanillas. Estaban pasando con el coche por una calle adinerada y frente a cada casa se alzaban grandes arboledas que impedían ver más allá, pero que dejaba intuir que el terreno y la casa debían ser muy grandes. 

Dory era pequeña y todo a su alrededor le parecía aún más grande. 

 

— Gloria. — Santiago la llamó y Gloria lo atendió. — ¿A qué va a esa casa? 

 

— Mi tía trabaja en ella y me ha conseguido trabajo como parte del servicio. — Respondió Gloria, sin miedo a ser sincera con él. 

Santiago se había portado bien con su hija y con ella, no le parecía mala persona. 

 

— ¿Del servicio… ? — Reflexionó Santiago y miró a la niña. — ¿Qué hay de ella? ¿También trabajará? 

Gloria acarició el cabello de su hija. 

 

— Me han permitido tenerla conmigo siempre y cuando no desatienda mis tareas. 

Daniel, al volante del vehículo, dedicó una mirada a la madre e hija. 

 

— Dory. — Santiago se inclinó hacia la niña y se tapó las orejas con las manos. — Te cubres las orejas un momento. — Gloria se quedó extrañada y Dory miró a su mamá. — Solo será un momento. 

Gloria asintió. 

 

— Tápate los oídos, cielo. — Le dijo Gloria a su hija y la pequeña obedeció mirando a Santiago. 

 

— ¿Así? — Le preguntó Dory y Santiago le sonrió y asintió. 

 

— ¿Qué es lo que pasa? — Gloria se sintió insegura. 

 

— La casa a la que va es la mansión de mis padres. 

 

— No… — Gloria negó con la cabeza sin creer en esa coincidencia. 

 

— Lo es. — Apoyó Daniel la información de Santiago y Gloria se quedó callada. 

 

— Soy algo así como el hijo rebelde y hace ya algunos años que mis padres quieren casarme sin mi consentimiento. 

 

— ¿Qué tiene eso que ver conmigo? — No lo comprendió Gloria. 

 

— ¿Quiero que finja ser mi prometida y que diga que Dory es hija mía? No te preocupes, solo será por dos semanas y voy a aclarar todo con mis padres el último día. Le prometo que no saldrá perjudicada y que no perderá su trabajo. 

 

— ¿Por qué quiere hacer eso? 

 

— Van a hacerme ir de cita en cita toda la Navidad y no me apetece. — Santiago sonrió y acarició la cabeza de Dory. — A cambio, tu hija y tú tendréis una Navidad inolvidable.

Dory bajó sus manos y miró a su mamá. 

 

— Mamá, ¿ya puedo bajar las manos? — Le preguntó Dory, cansada de tener los brazos levantados. — Me duelen los bracitos. — Le comentó a Santiago con una sonrisa y él sonrió. 

 

— Si elige no hacerlo no pasará nada. No diré nada que te incomode, ni tendrás que renunciar al trabajo. — Le habló a la madre de la niña. 

 

— Necesito el trabajo y no puedo dejar mal a mi tía Asunción… 

 

— Yo me encargo de Asunción. — Respondió Santiago. — Daniel, llámala y dile que cuando lleguemos a casa me siga la corriente. 

 

— Sí, señor. — Contestó Daniel, parando el coche a un lado de la calle y saliendo de él para hacer la llamada. 

Dory no perdía detalle de la cara de su mamá y la abrazó. Gloria miró a su hija, abrazándola también, nunca había podido darle una verdadera Navidad y la besó en la cabeza asintiendo después a Santiago. 

 

 

Al bajar del coche en los jardines de la mansión de la familia Rey, Gloria agarró la mano de su hija. 

 

— ¿Vamos a vivir aquí, mami? — Preguntó Dory, meciendo su mano con la mano de su mamá. 

Gloria se agachó agarrándola de los brazos. 

 

— Por ahora, sí. — Le sonrió y frotó sus brazos. — Sé buena. 

 

— ¿Listas? — Les preguntó Santiago y Gloria se levantó. 

 

— ¿Seguro que esto va a salir bien? ¿Cómo podría tener una novia y una hija sin que sus padres lo supieran? 

 

— No soy de contar todo lo que hago a mis padres. — Sonrió Santiago y le tocó la punta de la nariz a Gloria. — Confía en mí. — Gloria se sintió incómoda y Santiago se puso serio. — Se supone que somos pareja, vamos a tener que tomarnos de la mano y esas cosas. Tranquila, no voy a besarla ni nada por el estilo. 

 

— No estoy segura de poder hacerlo. — Gloria se acobardó y cargó en brazos a su hija. — No creo que sea buena idea. 

 

— Está divorciada o se ha quedado viuda, ¿verdad? — Le dijo Santiago y señaló la mano de Gloria. — Todavía tiene la marca de un anillo en el dedo. 

Gloria levantó su mano mirando la señal que dejó su anillo de casada, hacía relativamente poco que se lo había quitado. Dory miró inocentemente la mano de su mamá. 

 

— Eso no tiene nada que ver. — Respondió Gloria, ocultando su mano. 

 

— Le pagaré al final de las dos semanas. Una madre sola con su hija y empezando en otra ciudad necesitará dinero, ¿verdad? — Santiago sonrió y Gloria asintió. — Confía en mí. Lo único que tienes que hacer es vivir dos semanas como mi novia. — Se puso a su lado y le pasó un brazo por detrás de la espalda, apretándola sutilmente con su mano. — Si mi madre pregunta, nos conocimos hace cinco años en la Universidad. 

Le frotó el brazo y Gloria asintió. 

 

— De acuerdo. — Dijo y Santiago la soltó. 

 

— Perfecto. — Dio una palmada y señaló después a la pequeña Dory. — ¿Cuántos años tiene Dory y cuándo es su cumpleaños? 

 

— Cuatro. — Dijo Dory levantando ese número de dedos de una mano. 

 

— Nació el quince de febrero. — Contó Gloria. — Un mes antes de tiempo y por cesárea. — Dejó a su hija en el suelo y le terminó de contar datos importantes. — Mi cumpleaños es el veintidós de noviembre y tengo veintitrés años. No tengo padres, solo a mi tía Asunción. 



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En el texto hay: familia, drama, amor

Editado: 01.03.2024

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