Pequeña Mia.

1.El viaje.

-Mia levántate, perderemos el vuelo si no estamos allá a las 9!- Dijo mamá tirando de mis sabanas haciendo que casi cayera de la cama.

 

-Mamá son recién las 7.-Murmuré tallándome los ojos

 

-Mia, son las 8, te dije que arreglaras tu reloj.

 

-Mamá, no quiero irme, por favor, apenas aprendí a hablar el idioma, ¿cómo crees que podré hacer amigos?- Dije levantándome y yendo al armario para sacar la ropa que había dejado solo para hoy ya que la demás estaba guardada en mi maleta.

 

-Tranquila cielo, podrás hacer amigos, solo piensa positivo por favor.

 

-Está bien.- Respondí rodando los ojos cuando mamá estaba saliendo de mi habitación.

 

Fui directamente a la ducha, di el agua y espere que se calentara para poder meterme dentro, después de ingresar dentro de la ducha, proseguí a mojar mi cabello hasta que quedará empapado para poder echar mi shampoo de frutos silvestres.

 

Al salir de la ducha, envolví mi cuerpo en una toalla y mi pelo en otra, fui secando cada parte de mi cuerpo hasta quedar completamente seca y poder vestirme, entre a mi habitación para tomar la ropa que había dejado arriba de mi cama, me puse unos jeans azul oscuro tiro alto, un sweater negro, una chaqueta verde color verde musgo y unos botines color café.

 

Me miré en el espejo y comencé a pensar ¿Cómo serán las chicas allá? ¿Me criticaran? ¿Me aceptaran? Muchas preguntas sin responder, la verdad había investigado como eran las chicas allá, eran rubias y altas y ese era mi temor, mi autoestima estaba demasiado baja, yo era todo lo contrario a eso, pelo café, de estatura baja, aproximadamente media 1,58, tenía unas cuantas pecas que apenas se notaban, era de piel pálida y de ojos color verde claro.

 

Salí de mis pensamientos cuando mamá me grito desde abajo que ya nos íbamos, mire por última vez mi habitación y luego di la vuelta para salir.

 

Subí a la parte trasera del auto con mamá, ella me miro por unos segundos para luego hablarme.

 

-Hija, recuerda que esto es para tener una mejor vida, para poder darte una mejor vida.

 

-Mamá, nos iremos a un pueblo en medio de la nada en un país en el que solo hace frio, no creo que eso sea una mejor vida.

 

Mamá solamente se mantuvo callada no respondió a lo que acababa de decir.

 

Al llegar al aeropuerto, fuimos directamente a la puerta de embarque, habíamos llegado justo a tiempo cuando ya habían dado el último aviso de ingresar al avión, ni si quiera había alcanzado a tomar desayuno y no comer me ponía de muy mal humor.

 

Era un viaje de casi 15 horas, ojalá haya comida de buen gusto en el avión o si no juro saltar con paracaídas para poder comer algo que me satisfaga.

 

Con mamá hablamos mucho en el camino, diría que hasta cambio mi opinión de irnos a vivir allá, me conto que es un pueblo que está en el valle de la muerte, en Rusia, pero que había un pequeño centro comercial y que para ser un pueblo en medio de la nada la tasa de personas que vivía allí era muy alta, se preguntaran porque mamá decidió mudarse tan lejos de Estados Unidos, pues mamá es cirujana cardiotorácica, en el hospital que trabajaba le ofrecieron el trabajo acá y ella acepto, también me dijo que necesitaba un cambio de ambiente porque la gente que la rodeaba ya no le estaba cayendo muy bien, así que cambio mi opinión más que nada porque al menos ella se sentirá mejor y más a gusto acá

 

También se preguntaran como vamos a hablar acá en Rusia, pues bueno, mamá me aviso con anticipación el cambio y me dijo que tomaríamos clases de Ruso dos veces a la semana durante todo un año.

 

Ahora estoy mirando por la ventana, mientras sigo pensando cómo será mi vida cuando llegue ahí.

 

 

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Acabamos de descender del avión en la ciudad que está más cercana al pueblo y ahora mamá llamo un taxi para ir a la parada de autobuses. Mientras, estoy pensando e imaginando cómo será la casa que compro mamá, solamente me dijo que la compro pensando en mí.

 

-Mia, ya llego el taxi cariño, vamos.- Dijo mamá mientras se daba la vuelta para ir hacia el taxi que nos esperaba.

 

Con pereza me levante de la banca y tome mi maleta para ir caminando detrás de mamá hacia el taxi.

 

Al subirnos al vehículo, mamá le dio la dirección al caballero y este asintió avanzando por las calles de esta ciudad la cual no sabía cómo se llamaba.




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