Pequeña Mia.

5. Supermercado

Una pequeña pero áspera lengua se esparcía por toda mi cara, me desperté y me fijé que Ty me estaba molestando, supuse que tendría hambre.

 

Mire la hora y me fije que eran las 12, genial, había faltado a clases.

 

Me levante para alimentar a Ty y luego subí a mi habitación nuevamente.

 

Hoy sería un lindo día, vería a Mikhail de nuevo, sentía algo súper especial por él en el muy corto tiempo que llevábamos conociéndonos, aun me costaba asimilar que él era alguien temido en la escuela, siendo que era alguien muy dulce, al menos conmigo.

 

Estoy frente a mi armario para ver que puedo utilizar el día de hoy, la verdad es que quiero lucir bastante guapa pero a la vez me quiero sentir cómoda con lo que vaya a ponerme, afuera hace un poco de frío y pero como estaremos en casa ocupare algo fresco.

 

Opté por unos short de color negro, un sweater color beige con brillos dorados y unas vans negras.

 

Me fui directamente al baño para ducharme rápido y para ir a la tienda a comprar cosas para comer.

 

Me despoje de mi pijama y me metí a la ducha, dejando que el agua recorriera mi cuerpo, me enjabone, me eché shampoo y acondicionador en mi cabello, me enjuague y salí de la ducha para envolverme el cabello con una toalla y el cuerpo con otra.

 

Salí a mi habitación y rápidamente me vestí y me maquille, me puse un color rojo oscuro en los labios y me eché mascara de pestañas y delineador, ya iban a ser las dos de la tarde y quedaba solamente una hora para que Mikhail llegara, tomé mis llaves, mi bolso y salí lo más rápido posible de casa para ir a un supermercado que quedaba cerca.

 

Cerré la puerta tras de mí y emprendí camino hacia el supermercado.

 

Iba caminando por la solitaria calle, la verdad es que aquí casi nunca pasaba gente, siempre estaba todo desierto, pero era mejor así, no tener que escuchar ruidos de vehículos o de personas que pasaban hablando era satisfactorio, camine por durante unos quince minutos hasta llegar al supermercado, ¿Qué le gustara a Mikhail? ¿Le gustaran las gomitas? ¿Los chocolates? ¿Los nachos? No sabía que comprar para la tarde de hoy, pero creo que lo mejor sería comprar palomitas y otro par de cosas para comer mientras veíamos películas.

 

No alcanzaba las gomitas con forma de osito, estaban muy arriba y el ser bajita no me ayudaba mucho.

 

–¿Necesitas ayuda, linda?–Escuché una voz detrás de mí.

 

Me gire a ver quién era, era un chico, pelo color rubio oscuro, blanco como la nieve, ojos color amarillo intenso y era demasiado alto comparado conmigo.

 

–Sí por favor, no alcanzó aquellas gomitas que hay ahí.–Señale arriba de la estantería.

 

El chico las tomo y las puso en el pequeño carrito que llevaba para hacer las compras.

 

–Gracias, ¿Cuál es tu nombre?–Pregunté mientras lo miraba.

 

–Mi nombre es Matvey Gusev, ¿Y el tuyo linda?–Me miro con un sonrisa.

 

–Me llamo Mia, Mia Moore, gracias por ayudarme a coger las gomitas, me tengo que ir, espero que nos veamos algún día Matvey.–Estreche su mano que estaba demasiado congelada y di la media vuelta para irme.

 

–Adiós Mia, espero verte pronto.–Dijo con una sonrisa un tanto extraña.

 

Fui a las cajas para pagar las cosas que llevaba y salí lo más rápido posible del supermercado para llegar a casa, ya iban a ser las 3 y no quería que Mikhail estuviera afuera esperándome mientras yo iba de regreso a casa.

 

Camine en tiempo record, si de ida fueron quince minutos de vuelta fueron unos ocho minutos, mis cortas piernas hicieron el esfuerzo de ir lo más rápido que pudieron para llegar a tiempo, pero de nada sirvió, pues Mikhail estaba recargado en una moto mirando fijamente hacia mi casa.

 

Me acerqué lentamente y sin hacer ningún ruido para asustarlo, pero no sirvió mucho mi plan, en tres segundos ya me tenía acorralada entre la moto y su cuerpo.

 

–¿Intentando asustarme pequeña?–Sonrió de manera burlesca.

 

–Sí, pero… como puedes ver no lo logré.–Hice un puchero.

 

-Nunca podrás lograrlo–Susurró en mi oído haciendo que mi cuerpo se estremeciera por completo.

 

–Nunca digas nunca.–Dije empujándolo levemente para tomar las bolsas y correr rápidamente a la puerta de mi casa mientras sentía sus pasos detrás de mí.

 

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