Han pasado ya tres años desde lo ocurrido en Londres, el mejor año de su vida cerrado con un broche de oro ensangrentado... A veces piensas que tu vida es simplemente perfecta tal como está ¿Por qué cambiar eso? Sencillo, no tienes elección; de todos modos las cosas cambiarían pero no siempre estamos preparados para el cambio. A veces simplemente la vida nos da con un puño de hierro así de pronto y nosotros no estamos listos, ni el entrenamiento más duro ni tus peores heridas te han hecho fuerte para ello y al recibirlo te derrumbas; esa fortaleza que tu creías era de hierro se vuelve de cristal en apenas unos segundos ¿Increíble, no? Pero todo cambio tiene una sola finalidad.
—Japón...
Exclamo la joven chica fascinada por la ciudad. En el muelle de la ciudad acababa de arribar uno de los barcos turistas a Japón; una pelinegra de ojos grisáceos como la plata veía con admiración el ambiente de este lugar, el país donde habitaban antes los ninjas y los samuráis de los que tanto solía leer en los libros. Al ponerse el puente que conectaba al barco con el muelle todos los turistas bajaron sin ningún problema siguiendo al guía turístico aunque ninguno pudo percatarse que atrás se había quedado una pasajera que se había ido a tomar su propio camino, una aventurera muy excéntrica de aspecto algo descuidado.
¿Quién era ella? Pues amigo mío déjame contarte que ella es solo alguien más, una de esas personas que tu vez cuando pasas por la calle y nada más; eso era ella para todos y era su mejor opción sin duda.
¿Qué más se puede decir de ella? No mucho, sería un gran spoiler; durante el día se la paso recorriendo la ciudad hasta terminar adentrándose a las profundidades de un bosque donde al llegar a un árbol lo primero que hizo fue lanzar su mochila a una rama y subirse después a esta recostándose, había tenido un largo viaje para poder tomar ese barco, de hecho esta vez entro como polizona y el camino fue agotador pero finalmente estaba allí, el país del sol naciente del cual siempre le solía hablar su padre; como hubiese querido que el si quiera este a su lado en estos momentos.
El cielo estaba por ponerse ya, pues las nubes reflejaban un leve color rojizo por el atardecer mientras que las aves volaban ya a sus nidos para poder descansar, saco de su bolsillo un pequeño Mp3 junto a unos audífonos inalámbricos, levantándose de la rama y caminando sobre esta empezó a cantar e imitar una coreografía sencilla.
— Imagine me and you, I do~ I think about you day and night, it's only right~ To think about the girl you love and hold her tight~ So happy together
Sus movimientos eran perfectamente coordinados pero su voz... pues... como decirlo, digamos que no era precisamente la mejor, cantaba bien, pero no lo suficiente. Mas sin embargo no podía ser más feliz, vivir fuera del sistema impuesto por el hombre era motivo suficiente como para saber que había ganado en la vida. Esa es una de las finalidades del cambio, aprender.
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Por otro lado en el aeropuerto de la ciudad un avión que venía directo desde Rusia acababa de aterrizar. Los pasajeros en ese avión no eran nada relevante o diferente; casi la mayoría eran turistas, hombres de negocios o simples personas que por una y otra cosa venían al país del sol naciente; pero en particular había un pasajero que resaltaba entre todos estos, un hombre que vestía un uniforme militar ruso de los spetsnaz; como todos este se dirigía a la cinta transportadora en donde estaban las maletas con sus cosas, no traía mucho a decir, tenía lo justo para la ocasión.
Su presencia resaltaba un poco en el aeropuerto por su aspecto, sus ojos eran de un azul pálido, combinaban perfectamente con ese semblante estoico; esas cicatrices en su rostro no ayudaban a que se viera precisamente menos tétrico, algunas personas se le quedaban viendo con asombro y temor, personas así no se ven en su día a día; menos a un spetsnaz. Cuando finalmente pudo tomar su maleta se dirigió fuera del edificio para dirigirse al hotel donde debía de quedarse temporalmente; después podría hospedarse en las habitaciones que ofrecían en el torneo.
Alguien como el sin duda no era de perder el tiempo o tomarse vacaciones con cierta frecuencia, su vida era su trabajo al fin y al cabo, ya no conocía mucho del resto; sin embargo cuando tu propio estrés llega a niveles catastróficos y se nota en tus acciones... pues... este era el caso de este pobre hombre.
— Seré directo contigo, necesitas relajarte Sergei; casi le rompes el brazo a ese pobre novato, más que una orden es un consejo, ve a desfogar esas energías, el único lugar donde te vi tan tranquilo era en ese torneo del puño de hierro; ya estas inscrito y no te puedes negar. Otra cosa mi viejo amigo ¿Hace cuánto que no vez a una mujer? No te haría mal soltar un poco de veneno.
De solo recordar eso la verdad le causaba algo de molestia pero que importaba, ya estaba aquí al fin y al cabo; bueno, al menos la habitación no estaba tan mal, esa cama se veía cómoda; dejo su maleta en una silla que daba con un escritorio y al lado dejo su abrigo; se acercó a la cama y se recostó mientras tarareaba una canción simple que escucho en el avión, happy together.
Editado: 03.03.2019