Pequeño Piloto

Entrenamiento para llegar a las estrellas

Tras el primer lanzamiento, la verdadera carrera espacial comenzó en la tierra, los años pasaron tanto en la tierra cómo en el espacio. Ese lanzamiento fue un precedente para que la humanidad pusiera todos sus recursos en alcanzar a sus lejanos vecinos, con la promesa de que se volverían a encontrar entre las estrellas.

Nadie imaginaria que este acto pondría a la tierra en la mira de cientos de otras civilizaciones que ya surcaban los cielos y veían en la piedra azul un potencial de negocio. Eran aún muchas las especies que desconocían su lugar en el universo y cuándo una lo hacía sólo era cuestión de tiempo para que especies más avanzadas les marcaran en sus mapas y planes de la Federación de Comercio.

Pronto el planeta tierra fue registrado con un número de serie que servía para entrar en acuerdos Inter espaciales con otros planetas, de comercio, cultura y demás burocracia que no perdonaba a ninguna especie por muy noble que fuera. En voz de las especies más avanzadas, “el universo tiene recursos, los recursos se usan para todos o para quien llegue primero y una vez que estas dentro te toca de la tajada”

Aún con muchos humanos en contra, pronto dejo de ser novedad la gran cantidad de periódicos intergalácticos que llegaban al planeta informando de todos los movimientos políticos de la tierra con la Federación. Pronto el tiempo mostro cuan equivocados estuvieron los humanos al haber aceptado las condiciones que la Federación impuso, tanto sus beneficios cómo sus obligaciones.

Valia, planeta a más de mil años luz de la tierra había entrado en discrepancias con los Solares, una especie dedicada a buscar la perfección a través de destruir planetas reconstruyendo el ADN de sus habitantes para crear bestias sin cerebro que pudiera controlar fácilmente. La Federación había entrado en un debate pues la mitad de los comisionados apoyaban la supervivencia de un planeta mientras los otros apoyaban al otro llevando a la Federación a una guerra intergaláctica.

La política no es un misterio y tras romper relaciones y dividirse en La Comisión y la Federación la tierra quedó bajo las ordenes de esta última quienes solicitaron a los gobernantes de esta la participación de sus soldados más valientes para combatir esta guerra entre las estrellas.

En la tierra, la opinión pública tambien se vio polarizada ante tales eventos, muchos negaban que fuera obligación de los humanos en participar en una guerra de alienígenas pero otros más fascinados por dejar el sistema solar se reclutaban fervorosamente en las oficinas de la Federación más cercanas.  No eran pocos estos últimos que desde hacía un par de años viajaban en las naves comerciales que despegaban desde Cabo Cañaveral a los planetas más cercanos.

Pero el hambre de exploración del hombre era más y el sistema solar estaba quedando chico a muchos jóvenes que querían ir entre las estrellas a buscar fortuna en civilizaciones lejanas y exóticas.

Bake Venice era uno de esos soñadores que desde niño se imaginaba en planetas extraños cazando animales de seis ojos con pieles amarillentas y cebosas, enamorando lindas alienígenas de pieles azules o capturando la energía estrellas fugaces en contenedores de diamante.

Con el pasar de los años un deseos se sumo a sus deseos de aventura,  quería regresar a la tierra con un frasco de polvo espacial para el amor de su vida Emily Blundeski. Emily era una chica del barrio de encantadores cabellos rubios y ojos caramelo, alta, delgada y el amor de una centena más de chicos que hubiera echo lo mismo que Bake si no fuera porque la posición política de sus familias no los dejaba.

Eran muchas las ocasiones que la chica habían mencionado tal obsequio y la promesa de desposarse con el primero que le trajera el encargo, pues un solo puño de polvo de estrellas podía usarse para todo tipo de cosméticos que las tiendas selectas del centro fabricaban a precios exuberantes y que decían tenían el don de mantenerte siempre de veinte años.

Bake soñaba con más, un sólo frasco haría que ella lo notara, una roca o un cuarzo de los planetas fríos la convertiría en su novia y se la traía la piel de alguna especie espacial sin duda alguna sería su esposa. El amor de Emily y su sueño de infancia embonaban a la perfección, amaba la idea de que Emily amaba el espacio tanto cómo él y que un día ambos formaran una vida en una colonia lejana.

Desde niño Bake se forjaba una idea de él mismo preparándose en la Estación Espacial Internacional en botánica o ingeniería, para después en la Luna dar el salto hacía las Colonias en Marte o Saturno y finalmente llegar a los agujeros de gusano rumbo a lo desconocido.

Sólo un problema parecía querer detener a Bake… era demasiado delgado, sus cabellos castaños y rizados le hacían lucir de aspecto un poco torpe y su nariz sobresaliente le hacía lucir, según el primer reclutador que lo vio “cómo todo un tonto”.

Pero los niños crecen y Bake se esforzaba todos los días por ser indispensable para la Fuerza Militar Federal, sin embargo,  no era muy aplicado su mayor fuerza consistía en su brillante capacidad de análisis. Además de que en su adolescencia se dedicó a prepararse para la certificación de colonización que le daba una ventaja sobre cadetes con menos experiencia en ambientes hostiles.

Así en cuanto la oficina de reclutamiento volvió a instalarse la ciudad de Detroit Bake fue el primero en dirigirse a la oficina para enlistarse como cadete en la División de Aeronáutica y Espacio. Pese a la contrariedad del piloto que le miraba de arriba a abajo este fue inscrito en la Fuerza Militar Federal bajo la especialidad de colonización y supervivencia.



#11261 en Fantasía
#23790 en Novela romántica

En el texto hay: romance, brujas, sci fi

Editado: 09.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.