Con la llegada de la noche los novatos fueron seleccionados para vigilar desde las torres el árido desierto, Bake sintió que aquello era una estupidez ¿Qué podía haber en un lugar desierto cómo Marte? Aun así, obedeciendo las ordenes de Arizona, George y Bake tomaron el primer turno bajo la supervisión de Cheese quien se mantenía concentrado en arreglar una vieja computadora de bolsillo mientras escuchaba la música pop de Japón en un viejo radio de pilas.
Bake y George miraban la profunda oscuridad que daba de frente a ellos, detrás las pocas luces de la ciudad iluminaban levemente el planeta cómo una pececillo fluorescente en el basto océano de estrellas resplandecientes. Ambos armados con las modernas pistolas laser caminaban alrededor de la torre escuchando la canción que Cheese oía, parecía que el sonido retumbaba entre las paredes de las rocas cercanas y regresaba a ellos cómo una enorme bocina, era una sensación que atraía a la mente a recordar viejos tiempos.
—Es increíble cómo este sitio realmente te recuerda a Texas o Sonora ¿no?—preguntó George recordando los sitios donde solían ponerlos a entrenar.
—Si, se parece al campo de entrenamiento de Sonora, recuerdo cuándo nos llevaron, bebiste tequila hasta vomitar sobre el escote de esa chica…Angelica— dijo con una risilla Bake.
—Si, después de eso dejo nunca me volvió a buscar—respondió George riendo sonoramente.
Los recuerdos de cadete no parecían tranquilizar las sensaciones de soledad que el desierto negro y silencioso producía hasta en los más experimentados, realmente era complicado imaginarse una tranquilidad tan absoluta que no abrumara. El calor seco que volvía a surgir con el paso de la noche arrullaba al resto de los cadetes en los edificios, un sitio sin ley, un desierto sin más que no parecía acallar su salvajismo a pesar de la música que retumbaba entre las paredes de las montañas.
Según contaba Arizona en sus cuitas de veterano experto, Marte era rojo cómo la sangre pues cómo en los viejos tiempos cuando los vaqueros peleaban contra los indios en las tierras del oeste, así, Marte era el oeste indomable del Sistema Solar.
De repente una serie de aullidos interrumpieron las meditaciones de los chicos quienes se pusieron alerta a los agudos alaridos cómo aullidos de coyotes que resonaban desde las montañas rocosas hasta chocar con los edificios de la base.
—Bake ¿escuchaste eso?—preguntó George ajustando su vista para distinguir entre la oscuridad de que se trataba el sonido.
—George no seas idiota, aquí no hay más vida que nosotros, ¿Qué esperas escuchar? ¿coyotes? ¿caníbales?— interrogó Bake tratando de calmarse el mismo ante los misteriosos ruidos.
—No son coyotes ni nada por el estilo y yo la verdad tampoco creo que sean caníbales— respondió Cheese sin levantar la mirada de su tarea.
—¿De que estas hablando?—preguntó Bake oyendo aún más cerca los alaridos.
—Yo llegué aquí hace unos seis años, en aquel entonces Arizona ya estaba loco, desde el principio era extraño todo, pocos soldados a pesar de que ninguno había sido mandado a la acción, ningún superior había venido a hacer revisión en décadas y sobre todo los aullidos que ustedes oyeron—agregó Cheese picando al curiosidad de ambos chicos.
—Al igual que ustedes la primera vez que oí a Arizona hablar de los caníbales me convencí de que estaba loco, la primera noche que pasé de vigía pensé que era una alucinación mía y cuándo vinieron, bueno… me convencí—dijo Cheese parando su trabajo para mirar con enormes ojos a los chicos.
—¿Viste a los caníbales? —preguntó George de repente temblando de pies a cabeza.
—He ido a otras misiones antes de Marte, he visto alienígenas que pueden leer la mente, alienígenas que levantaban objetos y otros más que no tiene forma física, pero todos tiene una forma de explicar de dónde viene lo que hacen.
En todo ese tiempo siempre eran maquinas o habilidades genéticas, un Brotozito me explicó una vez que ninguna una especie alienígena controlar elementos sin maquinas o dones genéticos. Pero estos seres que habitan en el desierto son distintos, pueden volar tan rápido como si tuvieran jets, han destruido tecnologías nuevas sólo con acercarse y ni hablar de las tormentas que vienen con esas cosas— agregó Cheese mirándolos finalmente con cierta preocupación.
—Yo pienso que algo más habita entre estas zonas sin vida, algo que gusta de cazar soldados para luego devolver cosas extrañas en su lugar— agregó Cheese con cierto misticismo.
—¿Qué clase de cosas? —preguntó George con un hilo de voz.
—Cosas que sólo has leído en las viejas historias de miedo—respondió Cheese.
George temblaba de pies a cabeza al borde de salir huyendo hacia el primer despegue que estuviera disponible pero Bake estaba más interesado en saber si habían atacado la nave y cómo habían logrado sobrevivir a los ataques de lo que para él eran claramente rebeldes que usaban tecnología mas avanzada y se escondían en el planeta rojo.
—¿Dices que eso que habita ataca la base?—preguntó Bake con curiosidad.
—Sí, vienen cada cierto tiempo cuándo la luna comienza a salir y está en su fase completa y créanme que no quiere ver lo que pueden hacer, todos piensan que Marte es una tierra tranquila, les aseguró que nada en el Valhala se compara con lo que hay aquí— dijo Cheese a manera de amenaza.