Pequeño Piloto

Confusiones

—¿A dónde vamos? —gritaba una de las compañeras de Hunter mientras sobrevolaban el desierto entero.

—No lo sé, no puedo detectar su magia en ningún sitio, su maldita selva esta creciendo a pasos agigantados y cubre todo su rastro—respondió Hunter viendo como poco a poco el enorme planeta rojo se cubría de verde.

—¡Capitana, hemos encontrado un rastro! —gritó una de las subordinadas de Hunter indicando el sendero a la entrada secreta del Reino de los Gatos.

—No me sorprende su traición, en marcha, debemos regresar a la aldea, esto representa un acto de guerra—exclamó Hunter encaminando a las demás de regresó a la aldea.

****

Lady Fitz resulto ser una gran aliada para Samantha, tras haber estudiando un poco el extraño fenómeno que su magia habia causado en el reino, Samantha regreso a su habitación para prepararse para romper el hechizo de William. En sus aposentos, Lady Fitz entregó una serie de telas a Samantha asegurándole que el vestido que gustes de un figurín impreso que tambien llevo, sería elaborado al momento.

Con propiedad y decoro Lady Fitz daba consejos sobre el recato y las costumbres de los gatos en las citas a Samantha, desde sentarse con solo los pies cruzados hasta comer sólo usando palillos. Tras revisar las muestras y escoger un vestido de primavera con canesú de seda fina en color verde menta Lady Fitz dejo a Samantha para que se peinara y maquillara.

 Samantha no era afecta a este tipo de labores propias por lo que con ayuda de la hierba gatera se hizo un sencillo retoque de su rostro y ojos, cuando de repente sus acciones fueron interrumpidas por la puerta de la habitación abriéndose de nuevo. Era Lady Fitz que regresaba con un grupo nuevo mucamas que entraron cagando en sus patitas no sólo el vestido solicitado sino tambien un par de prendas extra con detalles que Lady Fitz descubrió le habían gustado a Samantha, todo se encontraba fresco y planchado con un dulce aroma a suavizante de telas.

—¿No esta almidonado o sí? —preguntó Samantha de repente recordando lo áspero de aquel producto y cómo lo odiaba en su piel.

—¡Ningún gato almidona la ropa señorita bruja! Eso es dañino para nosotros—dijo la gatita superiora de nuevo sequito.

—El ideal es el suavizante de telas, sujeta mejor los pelitos a la ropa y tenerlos en ella es un acto bien visto entre nosotros—agregó Lady Fitz con una tierna sonrisa.  Samantha entonces miró que en efecto, su vestido verde se veía ahora invadido por delgados y pequeños pelitos grises propios de su nueva amiga.

-Ya me di cuenta- dijo Samantha tratando de quitarlos discretamente pero rindiéndose ante la eterna tarea.

Mientras se vestía detrás de un biombo oriental Lady Fitz esperaba paciente a que Samantha terminara, desde el momento en que vio la mirada que ella dirigía al príncipe. Lady Fitz no podía dejar de pensar que Samantha era la indicada, el joven amo no parecía pertenecer al Reino de los Gatos, Ely siempre lo habia sentido así, veía pues en Samantha una oportunidad para que el tambien pudiera ser libre del horrible destino que la Reina Anne le habia impuesto antes de siquiera hablar.

—Creo que tu no eres una adquisición—dijo Lady Fitz.

—No creo, más bien, soy el medio para obtener un fin,  me odia por ser una bruja aunque no odia mi presencia en su reino y lo que causo en él—respondió Samantha.

— Su vida no ha sido tan fácil Lady Lavoiser, era sólo un niño cuando perdió a su madre y desde entonces se ha esperado demasiado de él, creo que él te necesita de buena manera—dijo Lady Fitz cuando Samantha salió del vestidor.

Las patitas suplicantes de Lady Fitz dejaban pensando a Samantha, era cierto que una vez que lo conoció resulto no ser tan desagradable pero aun tenía una misión. Bake seguía en el desierto y la necesitaba, era su amor verdadero, el destino lo habia decidido así, si habia decidido quedarse en el Reino de los Gatos era por que no podía escapar pero eso no hacía que olvidara al razón de adentrarse en el desierto.

—Soy una bruja, no podrían aunque lo intentaran, las brujas podemos morir de amor, si encontramos al indicado y no le correspondemos y viceversa. Mi madre murió así y cuando era niña quería evitar que eso me sucediese a mí por eso me hechice a mí misma— tartamudeaba Samantha echándose a llorar desconsoladamente. 

—¿De que estas hablando? —preguntó Lady Fitz conmovida ante la escena.

Las brujas no lloraban, nunca las habían visto hacerlo, pero Samantha era diferente. Una bruja que lloraba era algo que jamás habia visto lo que confirmaba par Lady Fitz que Samantha era especial.

—Mi corazón está marcado por la fortuna para un hombre predestinado, aunque quisiera no podrían dárselo a su príncipe, si lo hiciera, los dos pereceríamos. Puedo romper el hechizo con un beso pero no puedo quedarme con él, de lo contrario mi amor verdadero moriría y yo con él, lo siento Ely, no quería que esto sucediera así—agregó Samantha apesadumbrada con lagrimas en los ojos.

 William que habia escuchado todo desde el otro lado de la puerta miraba por el pomo de la cerradura, miro el rostro de Samantha, él aún sin un corazón podía entender el dolor de Samantha, el de saber no amado por alguien que te importaba.  En su vacío, pese a la falta del valioso órgano William sentía la herida punzante de la ausencia, deseaba ser un mayor consuelo para Samantha deseaba ser quien le alegrara el día, deseaba estar con ella aún sintiendo el vació.



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En el texto hay: romance, brujas, sci fi

Editado: 09.10.2021

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