Abrí los ojos lentamente y examiné todo lo que había a mi alrededor. Estaba tumbada sobre las vías de un tren, atada, incapaz de moverme, la cabeza me dolía demasiado. Lo único que me rodeaba eran un montón de árboles, estaba mojada porque me había metido en un río con alguna esperanza de escapar de él. Un pañuelo cubría mi boca por lo que lo único que pude proferir fue un grito ahogado.
No había nadie a mi alrededor lo que hundía mis expectativas de buscar ayuda para desatarme y sobrevivir. Veía mi muerte demasiado cerca. Comencé a lamentarme de no haber hecho caso a Hugo e ir a enfrentarme a él yo sola; seguro que si Hugo me hubiera ayudado posiblemente no estaría aquí tumbada. Empecé a recordar a toda la gente que me importaba: mi tío, Elisa, Luis, Hugo, Michael incluso me detuve a pensar en Iván.
No había finalizado ni el artículo ni mi trabajo lo que me hacía sentir peor que antes, puesto que, no me gustaba dejar ningún cabo suelto. Odiaba no alcanzar mis objetivos y éste se me había ido de las manos.
Unas luces se veían a lo lejos, era un tren dispuesto a pasar y llevarme por delante. Conseguí zafarme del pañuelo y comencé a gritar.
Me desperté sobresaltada y me senté en la cama. Sólo ha sido un sueño - pensé para mí. Eso creía pero me equivocaba.