Andreína sale de la oficina, se mete en su auto recuperando el aliento y calmando su estado hormonal.
"Por Dios" no entiendo cómo pude soportar esas cuatro paredes junto a Richard Hidalgo y lo peor es que desde pequeña se me metió en la piel y en mi mente que ese hombre es mi enemigo.
"En mi piel y en mi mente, pero mi corazón no siente ese odio por él"
No comprende esa sensación placentera que siente cuando lo ve en persona, él es… "El dios de la tentación y de lo prohibido".
Es el hombre que debe acabar y dejar en ruinas, pero a la vez es el hombre que le hace sentir una inquietud dentro de su ser como si quisiera perderse en él, ser tocada por esas fuertes manos y que recorran toda su piel…
Que estoy pensando. Sacude su mente.
Ni siquiera con Juan Pablo tenía esa sensación, las cosas solo se dieron por una atracción física, porque era el estudiante apuesto y popular de la universidad, estaban en la misma clase y tenían mucho en común. Con Juan Pablo, Andreína no sentía el bombeo de su corazón, ni se ponía nerviosa cuando notaba su presencia como lo ha hecho con Richard.
Su rostro se puso pálido y su respiración volvió a acelerar. Estaba confundida, necesita despejar su mente, irse lejos donde su abuelo ni nadie la encuentre, olvidar esa estúpida venganza y vivir solo para su hija.
Le tocan el vidrio de su ventana y ella se espanta volteando la cabeza hacia la persona que tiene detrás del vidrio.
—Hola— pronuncia anonada esbozando una pequeña sonrisa cuando ve a Richard bajando su cabeza y quedando frente a ella.
—solo quería saber si tenías problemas para mover el auto— susurra nervioso moviendo sus labios lentamente. Cada vez que se acerca a la joven, su lengua se traba como si estuviera en la escuela elemental y le tocara realizar una exposición delante de todo un auditorio.
Por su parte, Andreína experimentaba un calor recorriendo su espinal dorsal y adueñándose de su cuerpo.
—¡Creo que voy a parir!— es lo primero que se le ocurre decir en medio de una nerviosa sonrisa, enciende el motor de su auto, acelerando y mirando por el retrovisor a Richard, que se había quedado sorprendido por su comentario.
—¿Qué estás haciendo conmigo? Te odio desde que tengo cinco años.(...)
En la mansión la joven leía minuciosamente cada fraude realizado de la compañía Inversiones Hidalgo, Enrique llega al despacho y se encuentra con ella.
—Hola Andreína, ¿cómo te fue con tu cliente? El juicio es en tres días, nosotros tenemos otra acusación para él—, busca entre sus papeles una transacción de un dinero a las Bahamas realizado hace dos días.
—¿De dónde sacaste este expediente?— replica ella con enojo.
—¿Te refieres al dinero lavado?. Se tuvo acceso a su cuenta desde el dominio que nos ha enviado Bruno Coppola y jaque mate le dimos al blanco. Me pregunto ¿cómo se va a defender?. Mínimo le dan 20 años de cárcel por evadir impuestos de otro país, lavado de activos, fraude fiscal, etc. etc.—, exclama satisfecho, buscando en la isla un vaso de alcohol.
—¡Lo sabía estas acusaciones, todas son falsas! ¿Por qué juegas sucio? Cuando me dijeron acabar con él, pensé que era una pelea limpia.
—Jajjaja, bienvenida al mundo de los poderosos. Abre los ojos muchacha, en el campo de la justicia solo sobrevive el que mueve las fichas primero. El que se duerme se lo comen vivo y gana el que mejor jugada tenga.
—No busques más respuesta, lleva esto al juicio y nos deshacemos de él en una sola partida.
—¡No lo haré! Demostraré su inocencia sin fraude, ni pruebas inventadas— responde ella, mirándolo fijamente.
—tu abuelo espera mucho de ti, ya lo defraudaste una vez— le señala con su dedo la barriga —¡no lo vuelvas a defraudar!— le dice en modo de advertencia, se toma el trago de un sorbo y sale del despacho, dejando los documentos en el escritorio. Andreína se lleva las manos rascando su cabeza.
En la noche la joven recibe la visita de sus amigas Renata y Liana. Las tres están en la habitación de la joven y buscan desmantelar todo el fraude montado hacia Richard Hidalgo.
Ellas conocen a varios ingenieros de sistemas que saben hackear cuentas y entrar a dominios de página con alta seguridad. Se comunicaron con Jonathan y con Eugenio, ambos las están ayudando para tener acceso a la información que Andreína necesita.
—Quiero saber más de tu cliente, ¿cómo es él? ¿Está soltero?— pregunta Liana.
—es el soltero más cotizado, guapo y empedernido— se expresa Renata. Liana y Andreína la miran rodando los ojos— no me miren así lo estoy leyendo en esta publicación de Google— se defiende ella.
—no le gustan los compromisos— exclama Andreína acostándose en la cama— es guapo— suspira, —tiene una voz grave y sensual y… también es un malgeniado— dobla su cuerpo a medio lado acariciando su gran panza.
—Andre tú me dijiste que era tu enemigo, ¿cómo es que ahora te veo suspirando por él?
—¿qué? No lo hago— responde con voz ronca y ruborizada. —es solo mi cliente y debo mantenerlo lejos de mí… Muy lejos. (...)
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Editado: 13.08.2023