RAZIEL
Las únicas veces que usaba algo parecido a un pantalón era en clase de educación física.
Esta es mi clase menos favorita, no solo porque tengo que hacer ejercicio sino porque no me quito la sudadera del uniforme y tengo que recogerme el cabello. Me siento como una tonta.
—Bien, vamos a agruparnos, ¿sí? —El profesor sostiene un balón contra su cadera—. Hagamos grupos de tres, les daré un minuto para que se junten.
Esta es otra de las razones por las que odio estar aquí. En esta clase no está ninguno de mis amigos así que siempre espero que todos se unan con alguien para que el profesor me asigne con quienes sobren.
—Ustedes dos, vayan con ella —no levanto la mirada, solo espero que dos de mis compañeros se acerquen sin ganas conmigo.
—Ah, ¿de verdad? —Reconozco esa molesta voz—. ¿Con la loca?
Es Carter, se coloca frene a mi junto con Harper quien me mira un segundo y mueve sus ojos lejos de mí. No respondo nada, solo ignoro su comentario como siempre lo hago.
—Bien, ahora que todos están juntos —se acerca a una bolsa roja a un lado, deja el balón y comienza a caminar hacia el primer grupo—. Vamos a saltar la cuerda.
Les entrega una cuerda al primer grupo, luego sigue con los demás. Llega con nosotros y es Harper quien la toma.
—Vamos a hacerlo todos al mismo tiempo, quien se equivoque tiene que hacer diez sentadillas. —explica.
Carter bufa y coloca su brazo sobre el hombro de Harper. —Pan comido, mis muslos de acero pueden con cualquier cosa.
Suspiro, ¿de todas las personas tuvieron que ser ellos mis compañeros? — ¿Quién salta primero? —pregunta Harper viéndome.
Yo no respondo, Carter me señala. —Que sea ella.
El profesor pide que nos ubiquemos, yo me coloco en medio de la cuerda pero no me decido a qué lado ver. No quiero estar de frente a Carter ni a Harper.
Entonces le arranco la cuerda a Harper. —Ponte tu —prefiero que sea él.
Harper suspira pero no reniega, se mueve con vista hacia Carter y yo sostengo el extremo mientras espero que el profesor nos ordene que debemos empezar. Toma su silbato negro y emite un sonido, giramos la cuerda y Harper salta.
El profesor vuelve a sonar su silbato, Harper no falla. El profesor avanza un poco más rápido cada vez, ya vamos por la décima vuelta cuando el pie derecho de Harper se enreda con la cuerda.
Él se mueve a un lado y comienza a hacer las sentadillas, mientras tanto Carter se ríe de él. El profesor sigue con su silbato para el resto de las personas hasta que todos se han confundido.
—Bien, cambien de compañero —pide.
Yo no suelto la cuerda, Carter tampoco. Harper se acerca a él y le hace una seña. —Ve tú, muslos de acero.
Carter se coloca viendo hacia mí y me guiña el ojo. —Hazlo bien, Razor Cuts.
Ese tonto apodo de nuevo.
Todos giramos la cuera con la señal del profesor. Carter salta con una sonrisa de autosuficiencia, yo prefiero ver a sus pies esperando que se confunda en cualquier momento.
La mayoría se ha tropezado, solo queda Carter y una chica llamada Rachel, al otro lado. Yo tengo que admitir que me estoy cansando, ya no quiero seguir girando el brazo más y más rápido.
El resto de mis compañeros están parados viendo de un lado hacia el otro, mueven sus rostros para ver quién va a perder primero. Carter está sudando ya, escucho su respiración y el profesor sigue acelerando el ritmo con su silbato.
Harper gira su brazo un poco después que yo y es así que Carter pierde, tropezándose con la cuerda. Rachel celebra como si esto hubiera sido una competencia olímpica.
— ¡Idiota! —Carter me grita—. ¿No puedes ni siquiera hacer eso?
Junto mis cejas. — ¿Te enojas por esto?
El profesor lo señala. —Ey, Carter. Tranquilo.
Carter se acerca y me arranca la cuerda de la mano, lastimándome un poco con la fricción. —Ahora vas tú, a menos que quieras la cuerda para colgarte.
Normalmente le respondería pero estoy cansada y mi cerebro me recuerda que si no contesto, él dejará de molestarme eventualmente. Solo tengo que mantener un rostro tranquilo, sin emociones y así él no ganará.
Rasco mi cuello mientras me coloco en el medio de ellos para saltar. Me quedo de frente a Carter, no voy a dejar que me intimide. Carter me guiña un ojo para molestarme, yo respiro profundo y espero que el profesor empiece con su silbato.
Lo hace, yo salto concentrándome en no tropezarme. Al octavo salto el profesor comienza a acelerar el ritmo del silbato, y es en el doceavo salto cuando Carter sube la mano y la cuerda no pasa por la altura de mis pies sino por encima de mis rodillas. Sin poder evitarlo, me caigo de lado y me golpeo la cadera.
Carter se ríe, satisfecho por su acción. Yo cierro un poco los ojos, resistiendo el dolor mientras aprieto los labios. —Perdóname Razor, cosas de la vida —suelta Carter.
Me levanto lentamente, el profesor me da una mirada rápida asegurándose que esté bien. Yo sacudo mi pantalón y suspiro.
Carter estira su mano y me señala. —Haz las sentadillas.
No le contesto, aún me duele la parte donde caí. Soy buena soportando el dolor físico, mejor dicho, para no mostrarlo. Es algo que he aprendido a fuerzas, no algo que quiero hacerlo. Si esto me hubiera ocurrido cuando era niña seguramente hubiera llorado, ahora ya no hago eso.
Carter vuelve a abrir su boca: —Vamos, apúrate, ¿o tienes miedo que te vea el trasero? No hay mucho que ver.
Bien, es suficiente. Mamá suele hablarme sobre la paz, el amor y todas esas cosas. Papá es un hombre tranquilo, mi abuela y todos los demás lo son igualmente pero yo no. Yo necesito actuar cuando este tipo de cosas suceden, odio tanto las personas como Carter.
Así que tomo la cuerda que estaba tirada a mi lado, la doblo por la mitad y me muevo hacia Carter. — ¿Quieres que te haga lo que todos dicen que hago?
Carter puede ser un idiota engreído pero no es más que una fachada, sé que le da miedo cuando digo estas cosas. —Cállate.
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Editado: 07.04.2023