Perdidamente

Capítulo 1

Entro al edificio donde vivo y ubico a Sarah, la recepcionista, sentada mientras lee una revista. Al escuchar mis pasos, me mira y me da un repaso con la mirada, mientras niega con la cabeza.

—Hola, Sarah—la saludo, sacándome la capucha de la sudadera, ella me sonríe y deja la revista apollada en la recepción.

—Hola, Anna, ¿qué pasó hoy en tu vida tan interesante?—pregunta, usando un todo irónico en la última frase.

—El idiota de Drake me engaña —le digo y ella cambia su expresión radicalmente; de una sonrisa pasó a una expresión neutra—. ¿Te lo podes creer? Soy tan patética, ¿como no me di cuenta antes?

—Anna, querida, si hay alguien patético acá es el no vos—le sonrío—. Vos confiabas en el, el fue el idiota que no te valoró como la mujer que sos—niega con la cabeza decepcionada—. Es genial como un hombre la puede cagar y después vuelven arrepentidos. Un claro ejemplo; Marcos, ¿te conté que volvió a llamarme? —niega con la cabeza, frustrada—A ese idiota junto a Drake, tendríamos que darles unas buenas bofetadas o una patada en sus genitales, cualquier opción es buena.

Sarah y yo somos amigas desde que me mudé al edificio, digamos que tenemos una linda amistad.

—Los hombres son unos cínicos —digo negando con la cabeza, mientras me acerco a la recepción, ya que me había quedado parada delante de puerta de entrada mientras me secaba los zapatos en el tapete—. ¿Algo para mi?—pregunto refiriéndome a la correspondencia.

Ella niega, pero se acerca de forma confidencial, yo la imito—Lo que si hay es un chico nuevo, bueno, no es un chico, es todo un hombre, parece un modelo sacado de una revista de Calvin Klein—se muerde su labio inferior—. Es todo un sueño. Yo le doy unos veintiséis o veinticinco años. Y la verdad estoy feliz de que al fin haya alguien decente—se vuelve a sentar en su asiento de forma normal. Yo niego con una sonrisa—. Ya estaba harta de tantos viejitos.

—Bien por ti, Sarah.

Ella me guiña un ojos mientras que entro al ascensor, ella pareció acordarse de algo, pero las puertas se cierran y rompen todo contacto visual.

 

(...)
 


Golpean la puerta y voy sabiendo que es Andy, ¿cómo lo sé? Solo ella golpea la puerta de esa forma. Dice que prefiere tener nuestro propio golpe por si algún día la estoy esperando y tocan a la puerta sepa si es ella, un vecino o un ladrón. Siempre tan considerada.

Abro la puerta y la encuentro con una sonrisa y dos potes de helado.

—Espero que me cuentes como te diste cuenta de que Drake es un idiota—dice entrando con toda la confianza del mundo. Yo asiento mientras me dispongo a cerrar la puerta.

—Todo con lujo de detalles—digo, mientras la sigo hasta la cocina.

Andy apoya los dos potes de helado en la barra y yo me dispongo a buscar dos cucharas. Le entrego una y ambas nos dirigimos al sofá.

—Cuenta, mi querida Anne—ruedo los ojos ante su apodo.

—¿Te acordas de Mackenzie?—pregunto dándole una cucharada a mi helado, ella asiente—Bueno, resulta que salió a un antro el sábado, o sea ayer, y vio a Drake con una chica.

—Una chica... —dice más para ella misma—¿Y que hacían?—pregunta dándole una cucharada a su helado.

Ruedo los ojos.

—¿En serio, Andy? Se liaban, no lo se, bueno si lo sé... ¡ash! Es un maldito idiota, y ni siquiera fue la primera vez, ¿entendes?

Andy niega con la cabeza, pareciendo molesta—¿No digo yo que son todos iguales?—pregunta—Todos nos dan esa imagen de que son unos angelitos, con su hermosa sonrisa, sus abrazos en los que nos hacen sentirnos protegidas, sus estúpidos piropos, y después, boom, se aburren, te engañan o simplemente son unos idiotas con sus amigos o familiares—rueda los ojos. Yo asiento dándole la razón.

—Para que negarlo—me encojo de hombros—¿Que pasó al final con John?

Ella parece frustrarse ante mi pregunta—Otro idiota para la lista—dice—¿Te podes creer que tenía novia? No, bueno, no solo una novia, claro que no, el combo viene completo, ¡tiene gemelos! —abro mi boca asombrada y luego comienzo a reírme. Ella me fulmina con la mirada y come otra cucharada de helado.

—¿Que tenemos para que nos vean la cara de estupidas? —pregunto y ella se encoje de hombros—A mi me engañan y vos fuiste el cuerno—niego con la cabeza y ella suspira como si no pudiera creerselo—. Somos unas ridículas.

Ella se apresura a negar—Oh no, cariño, ellos son los ridículos, ¿quién engaña a su mujer? Ah, y encima teniendo hijos el muy mal parido—dice más para ella que para mi, vuelve a mirarme—Ellos son ridículos, Drake tiró a la basura una relación de un año por un capricho, y este idiota hizo lo mismo, la diferencia es que vos no fuiste el cuerno, y que no tenes hijos, por suerte.

Eso me saca una sonrisa—¿Te imaginas yo como madre?—pregunto y ambas compartimos miradas antes de comenzar a reírnos.

—Cariño, no serias tan mala madre, ahora, ¿te imaginas a mi como madre? —niega con la cabeza, mirando su helado—No gracias, paso.

—Yo también, niños corriendo por toda la casa, gritando, con sus caprichos... no gracias.

Asiente dándome la razón—Cierto, pero mi hermana dice que son una bendición y que sería lindo, ah y que te dan felicidad.

Me encojo de hombros—Para algo tengo a mis sobrinos. 

 

(...)


Miro por la ventana de mi balcón como la lluvia aún no para. La verdad es que me encanta este clima. Le doy un sorbo a mi café y abro una ventana. No hace tanto frío—o al menos esta vez estoy más abrigada que hoy al medio día—Me recargo en el marco de la ventana mientras sigo mirando para afuera; los autos pasan y algunas personas corren, pelean por los taxis... Estos días así, en ocasiones, Drake venía y los pasábamos juntos.

Hablando de el innombrable, me ah estado llamando y enviando mensajes. Tuve que bloquearlo porque casi le contesto, si, soy una estúpida.

—Estupido Drake—digo al aire—. ¿Por qué tenías que ser un idiota? —pregunto, claramente sin obtener respuesta porque estoy hablando sola, le doy un sorbo a mi café, con el cual casi me ahogo cuando si me contestan.




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