El colegio estaba lleno a reventar.
Me parecía rarísimo estar aquí un día domingo, pero al parecer toda esta gente, tenía por costumbre hacerlo en los eventos deportivos.
Mierda, hasta ahora no había venido a ninguno, ni siquiera los que eran obligatorios por currícula. Siempre había encontrado la manera de escaquearme, y mírenme ahora, sentándome en las gradas por mi propia voluntad.
Aún no sabía bien qué hacía allí.
Me calcé más mis gafas oscuras y me escabullí donde nadie pudiera verme, pero era imposible. Eran caras conocidas por todas partes. Y por supuesto, con mi suerte, fui a ubicarme justo detrás de Juani y todo su grupito.
Como porristas profesionales, alentaban a los chicos que estaban en el campo de juego con sus grititos agudos, llamándolos a todos por su nombre. Sonreí de lado.
Eran ridículas.
Miré la cancha, pero por más que lo busqué, Thiago no estaba entre los titulares que jugarían en el primer tiempo. Por un lado, así era mejor. Tendría tiempo de recuperarse de… lo que le había hecho en su cuarto minutos antes de salir.
Crucé las piernas con fuerza recordándolo y me abaniqué, sintiendo de repente mucho calor.
Estaba concentrada en mis recuerdos, y no me di cuenta de que reventaba el globo de mi chicle con mucha fuerza, llamando la atención de mis vecinitas de asiento.
Las tres me miraron poniendo mala cara, como si hubiera hecho algo de lo más ofensivo, y después volvieron a mirar hacia delante.
—Hicimos planes para después del partido. – dijo Juani, claramente queriendo que yo la escuchara. —Thiago me escribió anoche y dijo que podíamos ir a comer algo juntos.
—Qué lindo. – opinó una.
—Y lo dulce que es. – dijo la otra. —Esa manera en que te mira, y cómo te besa… Me dan una envidia verde.
—Es que me dijo que yo le gustaba. – confesó y yo puse los ojos en blanco. —Quiere que nos conozcamos más, quiere ir de a poco, pero qué quieren que les diga, yo espero que seamos novios antes de que termine la semana que viene.
¿Quería ir de a poco con ella? – casi me trago el chicle de la risa. Si le contaba a Juani lo que habíamos hecho esa tarde, entraría en shock. Su futuro novio, me había destrozado las medias de red mientras jadeaba y gruñía bajo mi cuerpo, con la polla dura como una piedra en mis manos.
Ridículas.
El segundo tiempo empezó con un pitido y al instante, vi que en el equipo había habido algunas modificaciones.
Thiago ahora entraba trotando con los demás y se integraba al juego como si fuera lo más natural del mundo. Sus piernas se tensaban bien formadas en esos shorts de fútbol y más de una suspiraba. El muy jodido estaba buenísimo, y todas se habían quedado con la boca abierta.
Juani apenas lo había visto, había comenzado a gritarle cosas.
¿No veía que iba a distraerlo? Quería amordazarla.
El chico, en cambio, siguió jugando sin hacerle caso, centrado en hacer los pases que tenía que hacer y llevarse varios aplausos de la tribuna cuando lograba pasar a sus contrincantes.
Entendía poco de deporte, así que no esperen un relato exhaustivo de lo que había sido el juego, porque no lo van a tener.
Solo puedo decir que parecía haber impresionado a todos, porque ahora eran más los que gritaban su nombre,
Sobre todo ahora mismo, que faltaban algunos minutos para que terminara, y él había logrado acercarse al arco rival creando un suspenso emocionante entre los asistentes.
Había pateado con precisión y seguridad, y marcado el primer y único gol, dejando a nuestro equipo como ganador, y la tribuna se vino abajo.
Me quité las gafas para poder verlo mejor y sonreí con ganas cuando vi que todos lo abrazaban y felicitaban por haberles otorgado esa victoria. Juani y sus amigas lo ovacionaban desaforadamente, y él al verlas, levantó una mano y les devolvió el saludo con un asentimiento.
Siguió mirando a lo largo de las gradas, hasta que finalmente sus ojos se encontraron con los míos. Se había quedado sorprendido alzando las cejas como por un segundo, antes de sonreírme con todo y ese bendito hoyuelo en la mejilla. Estaba contento de verme y yo, le sonreí porque no había podido evitarlo. Era contagioso.