Perdóname ángel ( Trilogía Destino #2) (2013)

CAPÍTULO 14

—¿Ya estáis todos?—preguntó Andrea a sus hijos.

—Sí ya estamos casi todos, voy a buscar a Clara y enseguida estamos aquí—dijo Ari.

—Los demás miembros de le familia, se dispusieron a meterse en el coche a la espera de que la joven llegara. Al cabo de unos minutos bajó se metió en el coche, cogiendo en brazos a Dan.

—Estás muy guapa—dijo el pequeño Aitor.

—Lo mismo se puede decir de vosotros—dijo a los niños y a Andrea.

—Bueno ya podemos irnos ¿No?—gruñó Dani molesto.

—Cuando quieras hermano.

Se pusieron en camino. Clara se puso las gafas de sol a sabiendas de que no iba muy acorde a su vestuario, pero no quería que nadie se diera de su estado emocional. En cambio, el joven no le quitaba la vista de encima desde el espejo retrovisor, ella sabía que la estaba observando pero se había propuesto ignorarlo todo lo que pudiera y más.                     

Estaba guapísima, llevaba el mismo vestido de la primera vez que la vio, pero ese día estaba aún más hermosa. No sabía muy bien por qué se había puesto gafas de sol si estaba nublado, pero así era ella. Se percató de que lo estaba ignorando y decidió que se lo iba a poner fácil, a ver quién ganaría aquella batalla. Llegaron a la iglesia.

—Ari—dijo su madre—Clara y tú os quedaréis con tus hermanos, no os tengo que decir que os tenéis que portar mejor que nunca.

—Sí mamá, no te preocupes, vosotros entrad, ahora vamos.

Ari cogió de la mano al mayor de los niños y Clara hizo lo propio con Dan, pero enseguida empezó a protestar. Decidió que no tenía ganas de caminar más, así que la joven lo tuvo que coger en brazos, el niño sonrió consciente de su hazaña.

—Este creo que es nuestro sitio, vamos a sentarnos.

Media hora después, concluyó la misa de bautismo y salieron hacia la calle. Clara había intercambiado a Dan por su prima, en el momento que una mujer con aires de grandeza bajó de un elegante Mercedes.

—Vaya, vaya, vaya, hay celebración en la familia y nadie me ha invitado, eso está muy mal querida—dijo la mujer dirigiéndose a Lucía.

—¿A qué has venido? Sabes que no eres bienvenida, no por nuestra parte si no por tu propia actitud hacia mí.

—Helena será mejor que te vayas, no nos vas a fastidiar el día.

—Cualquier persona es libre de venir a la iglesia ¿No?—en ese momento salió Clara con la niña en brazos y se vieron—Pero ¿Qué ven mis ojos? Que escena tan conmovedora, mi hijita con la bastarda en brazos, es simplemente adorable.

—Mamá, lárgate de aquí, no pintas nada en este lugar.

—Tú no me vas a decir lo que tengo que hacer estúpida. Así que finalmente tú también me has traicionado. Eso en el fondo me duele pero ¿Sabes qué? Ellos sólo te quieren porque eres mi hija, simplemente se sienten obligados a quererte, nada más.

—Eso no es verdad. En un sólo día me han demostrado más cariño e interés que tú en toda tu asquerosa vida. Tus palabras ya no me hacen daño así que si ya has terminado, puedes irte, si no te vas tú, yo te ayudaré a encontrar el camino de vuelta—le pasó la niña a Andrea y se dispuso a irse en contra de Helena pero no pudo llegar, una mano la sujetó.

—Déjala, no merece la pena, es una basura—dijo Dani intentando detenerla.

—Oh, pero vaya sorpresa, el medicucho sale en defensa de mi hijita. ¡Qué romántico!

—Cuidado con tus palabras mamá. No te metas con las personas equivocadas. La conversación es conmigo, con nadie más, no lo olvides.

—Bueno, me voy, esto se está poniendo un poco empalagoso. Pero querida hija, todo esto te lo voy a cobrar, y más pronto de lo que crees. Te vas acordar de mí el resto de tu vida—se metió en el coche y salió a toda velocidad. Clara se acercó a los demás, estaba realmente avergonzada.

—Siento todo este número. Lo siento, no sé qué más puedo decir. Ella está rematadamente loca.

—No te preocupes—Lucía intentó consolarla—Eso es lo que ella venía buscando, humillarnos a todos, y resulta que la humillada ha sido ella. Vamos anímate que ahora viene lo mejor.

—Gracias por tus palabras—fingió una sonrisa y todos se fueron a celebrar el bautizo.

Después del almuerzo de celebración de bautismo, todos estaban muy animados, Clara hizo su mejor esfuerzo por aparentar que estaba bien, que no le afectaba las palabras de su madre hacia ella. Todos empezaron a hablar de ir a algún lugar para tomar una copa.

—Yo creo que no voy a ir, estoy un poco cansada, si queréis me llevo a los chicos, Ari es muy buena ayudante, así estáis un poco más libres.

—¿Vas a poder con los cuatro?—preguntó Andrea.

—Sí claro que sí, peores cosas he enfrentado y he ganado, cogeremos un taxi, así llegaremos pronto.

—Yo puedo llevaros—se ofreció Dani.

—No, no deberías de conducir, has bebido y eso nos pondría en peligro a todos. Mira, por ahí viene un taxi lo paró y empezó a desfilar la trupe—Nos vemos mañana, pasadlo bien y no os preocupéis por los nenes—el taxi arrancó y desapareció al doblar la esquina.




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