Perdóname...

Capítulo 119

—Salgan niños, ya se fueron —Hablo Jules mientras abría la tapa de la cabina para dejarlos salir. Ni bien Mindy dio un paso a fuera, se puso a vomitar, estaba pálida por el esfuerzo realizado al tratar de aguantar el vómito, encerrada en ese cubículo apestoso.

Todos rieron al verla caer luego de vomitar.

—Vamos niña, ni que estuviera apestoso ahí dentro — Bromeo Perico.

La pálida cara de Mindy y sus ojos rojos les respondió.

—Mindy ya estamos moviéndonos de nuevo, pronto estaremos con mi papá y podremos llevarte a tu casa, así que mantén la calma, ¿sí? — Suplicó Alex al verla apenada y avergonzada.

—Chicos miren el muelle, está cerca. — Grito Jules para distraerlos.

Los niños se pararon cerca a la borda y miraron el muelle acercarse, había movimiento en ese momento y los tipos que habían llegado en el bote estaban desembarcando, parado cerca al borde se encontraban tres personas que Alex pudo distinguir muy bien eran sus padres y Mike el guardaespaldas de su papá, por fin regresaría a casa, luego de que fuera llevado por los padres de su madre adoptiva.

Aún tenía recuerdos muy tristes de como su abuelo había golpeado a su abuela y luego vio como la mujer flaca recién llegada hablo con su pareja, luego de mirarlo un rato se acercó a su oído, le dijo algo, su abuelo la miro asustado, pero tratando de negarse, pero la mujer reprodujo algo en su celular y el viejo no tuvo otra opción más que lanzarse contra su mujer y ahórcala con sus propias manos, hasta terminar con su vida.

Alex se presionó la boca con sus puños para evitar dejar cualquier sonido que pudiera delatarlo.

Después de eso se escapó y trato de ocultarse entre los jardines de los vecinos. Lamentablemente, fue encontrado por los guardias de esa pareja y subido al auto en movimiento.

Pero en su mente no dejaba de reproducirse el momento en que el psiquiatra de su mamá le mintió y lo hipnotizó, haciendo que olvidara a su familia y creyera que los padres de Virginia eran en realidad sus abuelos.

Odiaba a ese hombre, y tenía que encontrar la manera de vengarse de él.

Sus ojos brillaban con una mirada cruel.

—Alex, ¿está bien? — pregunto Mindy.

—Sí, es solo que recordé algo, no te preocupes, pronto te llevaremos a casa. Mis papás están ahí, en el muelle esperándonos.

El barco atracó en el muelle y ayudaron a los niños a bajar.

Alex corrió a abrazar a su mamá, quien lo atrajo contra su pecho, mientras que las lágrimas corrían libremente por su hermoso rostro.

Valentino los observaba en silencio, pero luego su vista se dirigió rápidamente a la niña parada a su costado.

—¿Eres Mindy?

—Si señor —respondió la niña apenada.

—Gracias por cuidar de mi hijo, — Hablo Valentino mirándola.

—No, señor, no es así, Alex me rescato y me ayudo a mantenerme tranquila hasta este momento.

Valentino acarició la cabeza de la niña, mientras trataba de capturar la atención de Luana.

—Hey Lu, encárgate de Mindy un rato, debo hablar con los señores. — Dijo Valentino mientras señalaba hacia el trío de personas diversas que estaban esperando en la orilla del tabladillo.

Se dirigió a ellos agradecido por apoyar a los niños.

—Mi nombre es Valentino Ordóñez, les estoy muy agradecido por todo lo que han hecho por los niños, quiero compensarlos por lo que han hecho el día de hoy, si no fuera por ustedes mi hijo y su amiga seguirían desaparecidos.

—No se preocupe, señor, lo hice porque pensé en mis nietos, y me gustaría que si ellos estuvieran en una situación similar encontraran ayuda para regresar a casa.

—Tobías, como que no se preocupe — Hablo Perico. — perdimos la pesca del día aparte del combustible.

—Cállate Perico — Dijo Jules que se mantenía en silencio, sopesando son la mirada a la persona que hablaba con ellos, se notaba que tenía dinero, pero también había algo peligroso en él, y no quería que se metieran en problemas, así que con su silencio apoyaba la decisión de Tobías de no pedir nada a cambio.

Valentino sonrió al observarles y saco su billetera para ofrecerles dinero, pero viendo la cara del mayor se dio cuenta de que ofrecerles dinero solo lo avergonzaría, así que cambio de táctica y saco tres tarjetas personales, le pidió un lapicero a Mike y escribió su número privado en el reverso de la tarjeta.

—Gracias por todo, sé que no hay manera de compensarle lo mucho que nos ha ayudado, pero voy a darles algo que será mejor que el dinero. — Le alcanzo su tarjeta y les dijo. —Esta tarjeta muy pocas personas la tienen y muy pocas personas saben quién soy yo, se las doy con gusto, en el reverso encontrarán mi número personal. En el momento en que se encuentren con alguna dificultad no duden en llamarme, yo los apoyaré en todo lo que este a mi alcance.

—Soy Tobías Godoy, gracias — Dijo mientras guardaba la tarjeta negra de filos dorados en su billetera. — Agradezcan. —les motivo a sus compañeros.

—Muchas gracias — Hablo, Jules.




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