Perenne

Capítulo 15: Ínfimo

«¿Te gustaría ver una película conmigo?»

Layla se relamió los labios con cierta diversión, esbozando una sonrisa traviesa; el mensaje de la noche anterior por extraña razón le encendía los ánimos. Le escribió que estaba cerca, casi a una cuadra y buscó entre los bolsillos de su abrigo una cajetilla de cigarro. Emocionada, se llevó uno a la boca mientras caminaba por la acera. La cancioncita esa de Syko, brooklyn blood pop, ya andaba por el minuto 1:44; la muy maldita era tan adictiva que se la había pasado todo el rato escuchándola desde que salió de la casa.

Una mano peinó los mechones que se interponen entre sus ojos, el cabello recogido de forma desordenada le daba una tremenda comodidad. La playera blanca con el estampado de un gato con lentes de sol, los vaqueros negros ceñidos a su cuerpo con elegancia y el abrigo beige que le llegaba hasta las rodillas, por otro lado, le hacían sentir que tenía un toque entre juvenil y maduro.

Nada mal para su encuentro.

Dobló la esquina y con pasos seguros se encaminó hacia la última casa a la derecha. En minutos llegó al portal, su campo de visión detalló la misma residencia de siempre con entusiasmo. Guardó el celular junto con los audífonos mientras abría la cerradura y se introducía; la colilla de cigarro se había quedado en la acera, cerca de una alcantarilla fuera de ahí. Tocó el timbre un par de veces, nadie le respondió, espero un rato en silencio, entretenida en los árboles y luego volvió a repetir la misma acción, obtuvo la misma respuesta. Suspiró, rodando los ojos, Amelia de seguro estaba dormida; siempre dormía. Retrocedió un paso, buscando algo con la mirada por encima de la madera, un segundo después estiró el brazo, alcanzando a tomar una copia de la llave original.

Coño, ya se daba la idea que vivía ahí porque aquello lo hacía casi siempre.

Sí, casi, porque rara vez la otra estaba despierta o sin audífonos.

Atravesó el mismo pasillo, subió las mismas escaleras y caminó recto hasta el antepenúltimo cuarto de siempre. Golpeó con suavidad la puerta, sabía que nadie contestaría, así que pasado un minuto se atrevió a girar el pomo y adentrarse sutilmente a la habitación. Con cuidado cerró tras de sí, apoyando la espalda en la madera. Sus ojos tomaron unos momentos para acostumbrarse a la oscuridad y pronto divisó la cama con una sonrisa burlona. Se acercó en puntillas al bulto a un costado.

Ame —la llamó, sentándose en el borde; su dedo índice se encargó de molestarla pinchándole una mejilla. La observó removerse con molestia, frunciendo ligeramente el ceño—. Ame, ¿Estás despierta?

Amelia abrió los ojos con cierta molestia y se le quedó mirando un instante.

—No. —Tomó la sábana y se cubrió por completo.

✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠

—Entonces, decídete, ¿una de Scary Movie o Mártires? —preguntó Amelia, curiosa, colocando la aplicación de Netflix mientras sorbía la lata Coca-Cola—. Bueno, aunque yo opino que veamos Mártires.

La chica a su lado bufó, alzando una ceja con cierta sorna.

— ¿No es muy grotesca esa película? —Entre risas, Layla se llevó una cotufa a la boca. Cruzó las piernas encima del mueble y pronto dejó escapar una carcajada cuando Amelia jugó con sus cejas de forma tentadora—. Vale, vale, que me la juego entonces. —Una mano se estiró para alcanzar la bebida que reposaba en la mesita de centro, su amiga realizaba un extraño baile de triunfo que bien pudo denominar como una invocación al diablo. En medio de todo se percató de que la mano derecha de la Amelia estaba envuelta en gasas—. Oye, ¿Qué te pasó en la mano?

—Nada, solo me corté cocinando. —Alzó los hombros, restándole importancia mientras se recostaba en el sofá—. Porfis, pásame la manta que tienes detrás, que me muero de frío.

Cruzó las piernas como un indio, extendiendo el brazo. En cuestión de nada una cobija gruesa de cuadros rojos llegó a su mano. Cubrió a ambas con ella, atreviéndose, además, de recostarse en el hombro de su amiga. Su repentino acto le dio un respingo a Layla, sin embargo, no la alejó ni se quejó, solo se concentró en llevar otro bocado de cotufas a su boca con los ojos puestos fijamente en la pantalla. Empezó la película, con volumen al máximo y luces apagadas. Describir el momento fue fácil, todo se reducía a: tensión a la vuelta de la esquina, espasmos de más, movimientos incómodos cuando el personaje era golpeado y un bol a medio acabar.

Layla desvió por un instante la mirada hacia Amelia. Su amiga se tapaba con la manta hasta la nariz, temerosa, sin apartar la vista de aquellas grotescas escenas. La admiró en silencio, sus facciones tan finas eran un poema, las pestañas largas y los ojitos esmeralda poco a poco se volvieron cristalinos. «Tan tierna», fue lo primero que pensó; en realidad, tenía mil adjetivos por delante para retratarla.

¿Y sí se lo decía?

¿Y sí le confesaba que desde hace algún tiempo se sentía diferente?

Que, tal vez, se había enamorado de ella.

Y que deseaba enseñarle que sí había personas que se quedarían a su lado.

—Ame —susurró su nombre, sintiendo el corazón en la garganta. La mencionada no tardó en responderle con un sonido. Tragó saliva, sin querer se puso muy nerviosa. Cuando había decidido hablar ni siquiera pensó en qué le diría—. Sabes, desde hace algunos días te he querido contar algo.

Pudo notar por el rabillo del ojo que Amelia se giraba a verla con interés.

—Claro, dime, ¿Qué pasó? —Cuestionó, sentándose frente a ella. La escaneó con detenimiento, curiosa, Layla parecía bastante inquieta desde su punto de vista.

—Pues. —Jugó con sus dedos, sin verla directamente; estaba segura de que su cara era un tomate. La película aparentemente llegaba a su etapa cumbre, el bol a medio acabar reposaba a su lado y las luces seguían estando apagadas; era ahora o nunca—. Bueno verás, desde hace tiempo hay algo que me ronda en la cabeza, y es que creo que...



#8118 en Thriller

En el texto hay: amor, suspenso, thirller

Editado: 22.05.2021

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