Febrero 3, 2017
03:43 am
『 K Y L A N 』
No estamos para nada lejos, de hecho nos encierran las paredes del mismo auto, no hay música ni ningún otro sonido más que el de la velocidad por la carretera; sin embargo la adrenalina tiene a Tyee por las nubes.
—¡Le volaste el culo a todos esos imbéciles!— me sigue gritando. Aun así, su emoción me contagia y no puedo evitar sonreír. —¡Nos queda solo una carrera para llegar a Elitte!
—Solo lo logre porque estabas conmigo— respondo con voz serena y un leve toque de risa, y se lo digo porque es verdad. Sin ella no habría logrado nada.
—¡Pero si yo no hice nada!
—Tú lo has hecho todo— contradigo.
Como Matti's es un asco, ni siquiera considera el hecho de ir a pararse frente al auto en sus ropas sencillas; se supone que eso es para darle a los conductores un poco de ánimo antes de comenzar, pero yo tampoco esperaba que lo hiciera. Tenerla a mi lado es todo el ánimo que necesito; si está aquí apoyándome, no me hace falta nada. Además que allí adelante todos podrían verla; no es que esté vestida con trajes diminutos, pero de por si Tyee tiene una belleza extravagante, el solo mover la cabeza llamaría toda la atención a su cabello de fuego; luego ellos comenzarían a imaginar su cuerpo a partir de su figura tal cual lo hacía yo antes de estar formalmente con ella por primera vez. Conscientes, quiero decir. Y si, es un acto de celos y lo admito.
Se gira a mirarme en silencio porque la situación lo amerita. Acabamos de salir huyendo de patrullas policiales y un tiroteo a gran escala; sin embargo esta vez nos movimos mucho más rápido, sincronizamos movimientos y en tan solo segundos estuvimos fuera del drama.
Ella no tiene respuesta para mí, simplemente me observa observarla. Allí, con ese increíble cabello anaranjado y sus ojos pardos, oscuros ante la noche.
—No me mires como si no supieras de que hablo, T— no sé ni siquiera lo que está pensando, pero es lo que me está haciendo sentir; como si no entendiera nada y no correspondiera mis sentimientos. Comienzo a sentirme aterrado. Aprieto el volante y vuelvo la vista al frente. —Gracias a ti tuve la valentía de volver, gracias a ti estoy aquí— sonrío. —Te has convertido en el impulso que necesito para levantarme cada vez que esto flaqueando. Pensar en ti es lo que me detiene cada vez que quiero darme por vencido. O cuando quiero arrojar el auto sobre cualquier idiota sin importar las consecuencias. Por ti ya no me arriesgo sin pensar en lo que me suceda. Eres lo que me detiene, lo que me conecta, lo que me devuelve a la realidad sin sacarme del paraíso. Te estas rápidamente convirtiendo en todo.
Guarda silencio y se voltea al frente pero con una sonrisa que no desaparece ni siquiera de sus ojos. Su pequeño pero fuerte cuerpo se encoge bajo la falda. Aquella acción corporal me da a entender todo lo que necesitaba saber. La música inunda él automóvil con mi canción favorita, los parlantes hacen maravillas con los sonidos, vislumbro a T cerrar los ojos por el rabillo de los míos. Su cabeza se balanceaba de derecha a izquierda con el ritmo la melodía. Wonderwall corta nuestra conversación sin dejar silencios incómodos, sin necesidad de volver a hablarnos, sin necesidad de escuchar una respuesta. Alcanzo su mano y ella la aprieta suavemente, una corriente eléctrica se genera entre nosotros cuando nuestros dedos se entrelazan, mi corazón se acuerda de volver a latir.
Eso es ella, un electroshock.
Eso es lo que hace, por eso existe. Se encarga de recordarme vivir, de no abandonar la lucha; ha sido puesta junto a mi para no olvidar que es la vida.
A 190 kilómetros por hora, sin dirección fija, dejándonos llevar por la deriva. Sin mencionar como nos estamos alejando ni lo rápido que vamos. Su mano derecha abre el vidrio, el frío azota nuestros cuerpos y sin previo aviso me suelta, saca su cuerpo por la ventana y se sienta en la puerta para dejarse llevar.
—¡Joder, ¿Qué haces?!— el encanto se rompe en tan solo unos segundos. Mi corazón se detiene nuevamente, he soltado mi cable a vida. Siento que olvidó respirar. Por instinto comienzo a frenar.
—No te detengas— se limita a contestar.
—Baja de allí. No lo hagas— vuelvo a decir sin siquiera saber que le estoy prohibiendo. Lo único que sé, es que no quiero que nada malo le pase, y ella me está aterrorizando.
Sin embargo hago lo que me pide y aumento un poco más, 120 y subiendo lentamente.
—Bien... Bien— digo. El aliento se me ha escapado junto con el torbellino que ha provocado su cuerpo al salir. —Pero dame la mano— ella duda aun con la mitad del cuerpo adentro y la otra afuera. Mi mirada se alterna entre ella y la carretera, mi preocupación se elevaba más allá de las nubes. —Dame la mano, T.
Al fin cede. Su mano se cierra con la mía, solo que esta vez no siento una corriente eléctrica, siento una oleada de alivio. Dirijo mi plena atención a la carretera y aprieto lo suficientemente fuerte para no lastimarla, pero nunca soltarla.
Su voz comienza a sonar con la música, al principio tímidamente, pero luego va ascendiendo el tono hasta que ya casi está gritando. No es una cantante profesional, para ser sincero se le da fatal, pero me conmueve. Ella también disfruta esto tanto como yo.
Miro la noche, la luna llena sobre nuestras cabezas, la velocidad, mi auto, lo que me gusta, la chica que me gusta.
Ella aprieta mi mano, estira la otra y la deja flotar contra el viento que salvajemente nos arremete, como si intentara alcanzar algo más allá de todo en el vacío de la oscuridad de la noche, y continúa cantando.
"Because maybe,
you're gonna be the one that saves me.
And after all,
you're my wonderwall"
—Cre... e... me... sto... en... do...
Me grita, e intento entender que me está diciendo, pero sus palabras están siendo arrastradas por el viento y apenas me devuelve la mitad. Bajo un poco el volumen de la música para poder escucharla; quiero prestarle completa atención, porque ella es pura sorpresa y emoción. Perderse un segundo de su vida te hará arrepentirte por el resto de la tuya.
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Editado: 05.11.2020